Fútbol | Preferente Futgal

Los niños encontrados

Los jugadores del Rápido celebra su victoria ante el Atios en O Carballo. |  FirmaFoto

Los jugadores del Rápido celebra su victoria ante el Atios en O Carballo. | FirmaFoto

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Avanzaba la mañana del lunes, 24 horas después del partido, y en futbolme.com, página de referencia de resultados, aún se registraba un 1-0 en el Atios-Rápido. Un simple fallo técnico, después subsanado. Pareciera, sin embargo, como si incluso al algoritmo le costase aceptarlo. En la web de la Federación Gallega, el acta sí registraba la realidad: 2-5. Primera victoria boucense. Una noticia menor en cualquier otra temporada. Un acontecimiento jubiloso en este periodo de reconstrucción deportiva, económica e institucional. La victoria alimenta al imberbe grupo que dirige Alberto Rabadán. Un puñado de críos «inconscientes», describe, capaces de resistir las penurias precisamente gracias a esa inocencia. De hecho, Radabán los protege de las arrugas y las preocupaciones. «No quiero que se carguen de responsabilidad». Son sus niños perdidos, negándose a crecer, en la isla de Nunca Jamás.

Quizá jamás debiera haber caído el club vigués en su situación actual, producto de dinámicas antiguas y cataclismos recientes: divorcios en la directiva, huelgas secundadas por los padres, dimisiones en la estructura canterana, descenso por arrastre, recortes presupuestarios... Y una plantilla organizada a toda prisa a mediados de agosto después de que la prevista se negase a aceptar el recorte en las fichas prometidas. El Rápido, tras 25 años entre Tercera y Segunda B, al borde de la fase de ascenso a Segunda en 2018, afrontó la vuelta a Preferente con jugadores del filial y fichajes igualmente tiernos, recolectados a toda prisa.

El fútbol se ha comportado en esta ocasión con lógica: siete derrotas en el arranque, con 5 tantos a favor y 38 en contra. Entre las goleadas encajadas, el 9-0 ante el Pontevedra B en la quinta jornada. Rabadán no lo recuerda como un trauma: «Fue el culmen de tocar fondo. Hubo que hacerle ver a los chicos que ese 9-0 era fruto de seguir progresando y acortando diferencias. Se les explicó por qué había sucedido. Lo entendieron y se lo tomaron con una naturalidad tremenda. Se dieron cuenta de que es un proceso de aprendizaje». Y aunque el siguiente encuentro concluyó 0-6 ante el Barco, «hubo cosas interesantes. Ellos aprecian todas las semanas alguna mejoría. Saben que tenemos que ir hacia arriba y se motivan».

El triunfo no ha irrumpido en emboscada, sino que se ha ido definiendo «paso a paso» en el horizonte. El Rápido ya acarició puntuar al menos ante el Atlántida (2-0) y sobre todo ante el Juvenil de Ponteras (2-4). Con todo, no se antojaba propicia la visita al Atios, colíder. «La clasificación no es ahora mismo significativa», advierte Rabadán, que sí valora: «El Atios tiene un equipazo, igual que Barco o Céltiga».

Cinco goles en 40 minutos

En puridad, el pronóstico se estaba cumpliendo en O Carballo cuando Otero firmó el 2-0 en el minuto 50. D’Anunzio anotó un doblete (55 y 59); Pereira lo emuló (61 y 90) y Arón completó el milagro (93). «Es muy extraño», acepta el entrenador aurinegro. «Evidentemente los rivales juegan con más herramientas. Pero también con un ambiente de relajación. Piensan que seguimos siendo el mismo equipo que en las primeras jornadas. Es normal. La verdad es que la segunda parte nos salió bien casi todo y el Atios entró en bucle».

Sus pupilos «siguen siendo los mismos». Ante el Atios, Rabadán alineó a cuatro juveniles. Tan «delgaditos» son muchos que pagan, por ejemplo, ese menor peso en defensa. «Pero están muy trabajados, con una idea clara de juego. Ya no nos generan muchas ocasiones y nosotros sí somos capaces de llegar. La balanza se ha equilibrado».

La junta del Rápido, que preside Alfonso Caneiro y con Breogán Rey en la dirección deportiva, ha volteado su política. Se prioriza la sostenibilidad. Primará la cantera. Un segundo descenso consecutivo se asume como probable. Rabadán agradece: «Estoy trabajando con mucha tranquilidad».

Partido de fútbol entre el Rápido de Bouzas y el Barco disputado en el campo Baltasar Pujales.

Partido de fútbol entre el Rápido de Bouzas y el Barco disputado en el campo Baltasar Pujales. / Alba Villar

Pese al contexto, concebir al centenario club en Primera Futgal puede ahogar. No sucede en el vestuario del Pujales. «La inexperiencia de los chicos les impide tener esos miedos. Para esto es buenísimo. Siguen haciendo exactamente lo mismo. En ese aspecto son inconscientes y nos viene de maravilla», sostiene Rabadán. En las próximas horas, al menos, le tocará gestionar emociones diferentes: la «alegría» e incluso la esperanza. Una tarea paradójicamente más complicada. «Mi mayor temor es que les empiece a pesar la responsabilidad; que se exijan ganar. Eso los puede matar. Ahora podemos competir dentro de nuestras limitaciones», precisa Rabadán, dispuesto a cargar con la presión –«ese rol lo asumiré yo»– mientras se esfuerza en prolongar la despreocupada juventud de sus niños; ya no perdidos, sino encontrados.

Tracking Pixel Contents