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De la euforia al silencio

Un centenar de personas vivió en el Concello de Moaña, a más de 1.600 kilómetros, la regata de su paisano

Los asistentes a la proyección de la regata de Rodrigo Conde, ayer en el Concello de Moaña, dándole ánimos

Los asistentes a la proyección de la regata de Rodrigo Conde, ayer en el Concello de Moaña, dándole ánimos / Marta G. Brea

Moaña

“Que nadie esté triste. Estar en una final olímpica es lo más grande en el deporte, así que todos debemos estar orgullosos de Rodrigo Conde”. Con estas palabras la alcaldesa de Moaña, Leticia Santos, trató de levantar los ánimos del centenar de personas que acudió al salón de plenos del concello para disfrutar de lo que prometía ser la primera medalla olímpica para el municipio.

El público –formado en su mayoría por los niños de los campamentos de verano moañeses– había pasado en escasos minutos de la ilusión a la euforia y de ahí a la tristeza al ver a su paisano quedarse fuera de las medallas. Las palabras de la regidora sirvieron para elevar los ánimos y para tomar perspectiva del éxito logrado por Conde. “Tiene que valer como ejemplo de que un niño de Moaña que hizo remo desde pequeño esté ahí. Y cuando venga le haremos una recepción y le daremos una bienvenida como se merece”, sentenció.

Y es que Moaña vivió en apenas un cuarto de hora una auténtica montaña rusa de emociones. Armados con carteles de ánimo a su ídolo, los más pequeños fueron tomando posiciones y entrando en ambiente en cuanto se conectó con el canal de Vaires-sur-Marne.

El inicio de la prueba se vio acompañado por los gritos de ánimo del público, coreando el nombre del moañés y, aparentemente, llevándolo en volandas a pesar de estar a más de 1.600 kilómetros de distancia. La magia hacía su efecto, y las referencias al paso de los primeros 500 metros, con el moañés y su compañero catalán situados en la segunda, no hacía sino elevar el nivel de decibelios hasta lo indecible.

Kevin González, Pablo Gutiérrez y Rubén Viéitez.   | // MARTA G. BREA

Kevin González, Pablo Gutiérrez y Rubén Viéitez. / Marta G. Brea

Luego vino el bajón, con el doble scull español cediendo terreno y cayendo hasta una quinta plaza que lo dejaba lejos de las medallas. Los gritos se iban apagando, y a medida que la prueba avanzaba y no se vislumbraban opciones de remontada, el silencio se fue adueñando del recinto. Las caras ya eran un poema, incapaces de tomar distancia y de ver el éxito de contar con el primer diploma olímpico de la historia de Moaña.

Entre los presentes se encontraba Pablo Gutiérrez, entrenador de Conde cuando militaba en los infantiles de la SD Tirán “Estar en la final ya es algo grandioso. No es un fracaso, es un éxito. Y tiene 26 años, esto casi acaba de empezar”, señala el que llevó a los azules a su primer título de España con el diploma olímpico en sus filas. Los ediles Rubén Viéitez y Kevin González –este excompañero en Tirán de Conde– eran de la misma opinión. “Las expectativas estaban altas, pero no puede ser una decepción, porque lo que ha hecho es algo espectacular”, sentencian.

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