Las gradas del Arcángel se convirtieron en pequeñas constelaciones. Estrellas, destellos que los aficionados crearon encendiendo las linternas de sus teléfonos. Brillaba el estadio, como en noches históricas, con esa comunión entre afición y futbolistas tan especial. Las jugadoras volvieron a sentir el apoyo de su gente tras ganar el Mundial. No habían jugado aún en España con la estrella cosida en el pecho. Y el reencuentro no pudo ser mejor. Goleada de autoridad ante Suiza y nuevo golpe sobre la mesa.
Quien diga que el fútbol femenino no vende es que no estuvo este martes en Córdoba. Ni lo vio por televisión, así como tampoco reparó en el Mundial. Las futbolistas de la selección, referentes y líderes, volvieron a demostrar que con ellas está la fuerza de la gente, la pasión por este deporte y el respeto hacia el papel de la mujer en la sociedad. Una vez más respondieron sobre el césped, pese a todos y contra todo. Y, con el balón pegadito a los pies, no hay quien las gane.
Se divirtieron combinando aquí y allá, con gran libertad dada la pasividad inicial de Suiza, hasta que Mariona se plantó dentro del área tras aprovechar un mal despeje de Noelle Maritz, defensa suiza, para rematar a placer. Herzog impidió en primera instancia que el balón traspasara la línea de gol, pero Lucía García la superó sin oposición alguna. El 1-0 subía al marcador y la afición se arrancaba para hacer la ola en todo el estadio. El Arcángel se convirtió en una fiesta.
Y, como no podía ser de otra manera, las jugadoras de la selección devolvieron todo el cariño a base de goles. En concreto, de la futbolista que está destinada a escribir su nombre en el próximo Balón de Oro. Aitana Bonmatí, en el añadido del primer tiempo, remató al vuelo un centro de Olga Carmona que a Herzog se le escapó de las manos para poner el segundo en el marcador. En la segunda mitad metería otro tanto,el tercero de la manita final.