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Jonatan Giráldez Entrenador vigués, campeón de la Champions femenina con el Barcelona

“Soy entrenador de fútbol, ni de masculino ni de femenino”

El vigués repasa el camino que le ha llevado a conquistar Europa y reconoce que le encantaría poder trabajar algún día en su ciudad y en el Celta

“Soy entrenador de fútbol, ni de masculino ni de femenino”

Jonatan Giráldez protagoniza una hermosa historia en el Barcelona. El vigués se enamoró del fútbol siendo un niño, desde las gradas de Balaídos y en las canteras de Coruxo, Sárdoma o Areosa. Ya que no le alcanzaba el talento o el físico como centrocampista polivalente, decidió cursar Ciencias del Deporte en Pontevedra. Allí conoció a su pareja, la taekwondista Olaia Rodríguez García. Juntos emprendieron hace once años una aventura común en Cataluña, de comienzos ásperos. Pero nunca flaqueó la fe de Giráldez, que ahondó en su formación mientras se ganaba el sustento en diferentes trabajos. Probó su valía en la Federación Catalana y en 2019 fue reclutado para el cuerpo técnico del Barça femenino. En 2021 fue nombrado entrenador jefe. Ahora acaba de proclamarse campeón de Europa. Escasos días antes Olaia había dado a luz a su primer hijo, al que han llamado Cíes.

–Imposible concentrar más emociones en menos tiempo: primer hijo y primera Champions.

–Sin duda. Con ocho días de diferencia. Salió a pedir de boca. Algo tan importante como el nacimiento de un hijo, que se haya producido en la semana previa a la final de la Champions, es muchísima coincidencia. Poder ganarla con mi pareja y con mi hijo en el campo… Difícilmente se puede pedir más en una carta a los Reyes.

–Parece difícil enfocarse en la preparación de una final en semejantes momentos.

–Por cómo se dio el calendario, tuve la suerte de poder anticipar muchísimo trabajo. Era consciente de que el nacimiento iba a estar ahí, en la semana previa o en la misma semana de la Champions. Ella salía de cuentas el 29 de mayo aunque finalmente nació el día 26. Teniendo la Liga ganada y sabiendo quién era nuestro rival, pude anticipar muchas tareas. Falté los dos primeros días de entrenamiento y luego cogimos dos días de descanso. Aproveché esos cuatro días para asentarme. Pude estar al cien por cien con el equipo en la semana de la final. Y por mis compañeros de staff, obviamente, mi falta prácticamente no se notó. El mérito está compartido con el equipo.

–Un hijo no puede tener un nombre más vigués que Cíes.

–Llevamos once años viviendo en Cataluña. Inicialmente Olaia y yo vinimos por estudiar y trabajar, por adquirir experiencia, lo típico. Nos habíamos planteado un plazo inicial de cinco años. Ahora, viviendo en Barcelona, tener una parte nuestra de Galicia, de nuestra tierra, por lo que sentimos, nos hacía ilusión. Y el nombre nos encanta. No hay nada más vigués ni más bonito que ponerle Cíes.

–Usted es un ejemplo de fidelidad a las raíces e integración. Habla perfectamente catalán.

–En mi etapa profesional, no me ha facilitado poder entrar o poder estar. Yo empecé a aprender catalán en la federación de fútbol, por un compañero que tenía. Me puse como objetivo poder comunicarme con él por vía oral o escrita. Es un aporte personal para mí, de crecimiento. Aprender un nuevo idioma, adaptarme a una nueva cultura, pasar por situaciones comprometidas con palabras que desconoces y aprendes… Me he integrado en una ciudad, una tierra y una comunidad que me han tratado muy bien. Evidentemente cuando una persona de fuera hace el esfuerzo de aprender el idioma, lo valoran. Estoy contento y orgulloso de hablar catalán, también como muestra de agradecimiento.

–Su historia se ha convertido en una especie de cuento de la Cenicienta. Aunque usted sabe que no existen hadas madrinas que lo faciliten.

–Los inicios fueron muy duros. El nivel de vida en Cataluña era tres o cuatro veces más alto que el que había en Vigo, empezando por los alquileres. No conocíamos a nadie en Barcelona. Tienes unos gastos mensuales, también de formación académica en la universidad. Esos momentos forjaron parte de nuestra personalidad. Sabemos lo que cuesta conseguir las cosas. Haber trabajado en tantos sitios para poder subsistir nos ha hecho muy fuertes. A mí, personalmente, me hace valorar todo mucho más. Tengo la sensación de que todo lo que he hecho hasta ahora, relacionados o no con el fútbol, me ha aportado cosas que puedo aprovechar en el día a día, en la dirección de equipos. Estoy muy orgulloso de todos esos trabajos. Fue un contexto difícil. Con dedicación, constancia, esfuerzo y sacrificio suelen ir saliendo las oportunidades. Ahora tengo que seguir mejorando, no estancarme. Lo que me servirá para el futuro es seguir avanzando.

–¿No le da vértigo ser campeón de Champions con 31 años? Muchos ni siquiera han empezado a esa edad su carrera de entrenador.

–Son varios factores. Yo jugaba a fútbol y decidí orientar mi vida de otra manera. Eso ha provocado que me haya formado con más celeridad que otros entrenadores. Esa sensación de vértigo la tuve cuando Markel Zubizarreta (responsable del fútbol femenino del Barcelona) me ofreció ser el entrenador. No tenía ninguna experiencia como primer entrenador en la élite y se trataba del mejor equipo de Europa. Fue una sensación de vértigo pero controlado. Sabía que necesitaba coger unos meses de experiencia en el cargo para sentirme seguro al cien por cien. Personalmente me reforzó saber los motivos por los que Markel me había ofrecido el cargo; por un aspecto futbolístico, de lo que yo podía aportar al equipo. Cuando estás en una zona de confort y haces uso de tus fortalezas para estar a la altura, con el tiempo y la experiencia, te sientes tranquilo. Esta temporada me he sentido más cómodo. He sido más paciente con algunas cosas. Al final, la edad es un número, más anécdota que otra cosa, aunque tiene mérito.

–Usted ya fue campeón de Champions en 2021 como ayudante de Lluis Cortés, aunque supongo que todo es diferente como entrenador jefe.

–Cambia mucho. Antes, como segundo entrenador, mi rol era preparar modelo de juego, plan de partido, entrenamientos… Toda la parte futbolística. Ahora hay una parte de gestión de plantilla, jugadoras, planificación, club, también de staff, ya que somos más de veinte personas. Tienes que repartir mucho el tiempo. Es fundamental saber delegar y afinar en lo que puedes aportar. Haber conseguido esta segunda Champions, en base a lo que hemos trabajado, me hace muy feliz.

–Cortés se fue por falta de química con la plantilla, pero habiendo sido campeón de Europa. Para usted, como sucesor, supone una extraordinaria presión. Está obligado a la perfección.

–Sí. El año pasado conseguimos tres títulos y ganamos 45 de 47 partidos. La temporada fue de nota muy alta. Pero pierdes la final de la Champions y es con lo que la gente se queda. Yo llevaba en el equipo desde 2019, aunque con otro rol. Sabiendo las razones por las que Markel había decidido que yo podía liderar este proyecto, me sentía liberado de tensión. Hubiera sido diferente si hubiera llegado de fuera, desde otro club. Cuando estás en el Barça ya sabes que tienes que ganar hasta los amistosos y por mi manera de ser no me gusta perder a nada. Siempre me preparo para intentar ganar al equipo que tengo delante. Pero fue una presión controlada, más enfocada a liderar un equipo que por la necesidad de ganar.

–Sí es cierto que en los días previos a la final de Eindhoven hablaban de la final de Turín, ante el Lyon, como un dolor que habían intentado convertir en energía positiva.

–Perder una final de la Champions es duro, sobre todo por cómo se habían dado las semifinales, por la buena dinámica que llevábamos… Coincidieron varios factores en aquel último mes de competición que no nos permitieron llegar de la manera que manera que deberíamos. El golazo de Henry, tan tempranero, nos lastró. Y con el 3-0 te da la sensación de que todo ha sucedido muy rápido. El equipo reaccionó. Marcó el 3-1 y tuvimos ocasiones para acercarnos, pero ya era difícil. A ese equipo nunca se le había ganado en la historia del Barça. Creíamos que era el año, que era el momento, y nos dolió. Pero no es tan importante lo que sucede sino cómo reaccionas. Y la reacción de cara a la siguiente temporada fue apretar los dientes y que todos pudiésemos alcanzar nuestra mejor versión. Todas esas experiencias nos han permitido llegar a esta final mejor preparados.

–Y sin embargo, tras tanta preparación, en el minuto 3 les cae un gol y acaban la primera mitad perdiendo 2-0. Debe ser complicado aguantar en esos momentos.

–Soy sincero en lo que siento y no escondo nada. A las jugadoras les pido que antes y durante el partido se enfoquen en el plan, en lo que tiene que hacer cada una de ellas; no dejarse llevar por el ambiente, por aspectos mentales que perjudican. Y yo hago exactamente lo mismo. El fútbol es caprichoso y la primera parte fue tremendamente injusta por el volumen de ocasiones que tuvimos. Si modificas comportamientos exclusivamente por el resultado, te equivocas. El equipo estaba jugando bien. Habíamos chutado 15 veces por tres del rival. Obviamente siempre tienes cosas para mejorar y en el descanso intentas ayudar a lograr una mejor versión. Con el 2-0 yo pensaba en lo mismo que les pido a las jugadoras, cómo ayudar, como seguir dentro del partido. Predico con el ejemplo y compito hasta que acaba el juego.

–Salen del vestuario y empatan enseguida. Le han preguntando mucho por la arenga en el descanso. Aunque imagino que habrá dado discursos igual de emocionantes y precisos cuando no ha salido igual de bien.

–Siempre la intención es ayudar a las jugadoras, pero el fútbol es el deporte más caprichoso que hay. No siempre gana el que lo merece. La charla en el descanso fue encaminada a un aspecto futbolístico, sobre el plan de partido con pequeñas modificaciones, y a un enfoque mental, que viene del trabajo hecho durante toda la temporada. El equipo ha pasado por situaciones delicadas durante este año. En la semifinal de Supercopa contra el Real Madrid, con 1-1, nos expulsaron a una jugadora. Y conseguimos marcar dos goles en la prórroga de manera heroica. En el descanso intentas recordar todas esas situaciones complejas, que se despierte el optimismo en la cabeza de las jugadoras. Buscas energía mediante mensajes positivos, de mirarnos a las caras y sintiésemos que ya habíamos demostrado que éramos un equipazo. Necesitábamos dar un golpe encima de la mesa. La remontada lo hace más épico y le da trascendencia a ese discurso.

Jonatan Giráldez, entrenador vigués y campeón de la Champions femenina con el Barcelona

–Usted siempre transmite serenidad desde la banda. Y es de los pocos entrenadores que siguen vistiendo chándal en los partidos, no sé si como parte de su mensaje.

–Sé que en fútbol hay jerarquías y yo soy la persona que toma las decisiones, pero me gusta hacer además de decir. Soy uno más dentro del staff. Entre todos y todas nos tenemos que ayudar. Lo del chándal, inicialmente, empieza por un tema de comodidad. Me siento más cómodo que con traje o cualquier otro tipo de atuendo. No me motivaba cambiar en partidos significativos. Me hacía perder esencia, naturalidad. Tengo una manera de ser. Me gusta estar en el campo cerca de las jugadoras y del resto del staff. Quizá sí refleja esa manera de ser y comportarme en el día a día. Pero es anecdótico. Ya veremos de cara a la temporada que viene, quizá una solución intermedia.

–El Barça se ha identificado por un estilo de fútbol del que ha podido haberse alejado más en el equipo masculino por cuestiones coyunturales. En el equipo femenino lo conservan con mayor pureza. No sí es también un corsé para el entrenador.

–Corsé, ninguno. Por la situación que tengo, por las características de las jugadoras que tengo, por mi ideología personal en base a mis experiencias, como entrenador tienes que potenciar todas las individualidades y recursos del equipo. Nosotros tenemos muchos perfiles que nos permiten adaptarnos a diferentes contextos: contra rivales que se encierran, que defienden de forma más zonal, que se emparejan a todo el campo con una presión superalta. Nosotros desarrollamos nuestro modelo de juego sin cerrar la puerta a nada. Mi labor es dar herramientas a las jugadoras para que podamos interpretar las superioridades y que todas hablen el mismo idioma. Está claro que como Barça tenemos una idiosincrasia con la que me siento cómodo. Difícilmente nos verás defender en nuestro campo durante mucho tiempo. No creo en esa manera de jugar, al menos en el equipo en el que estoy y por las jugadoras que tengo. Pero durante los partidos hay momentos para todo. Este año hemos dado un paso adelante en saber gestionar momentos adversos de partido, defendiendo con una menos o en bloque medio o bajo ante rivales con más iniciativa. Hemos dotado de más recursos a las jugadoras para ser un equipo más completo.

–Se habla de recortes en las secciones del club. Quizá les vaya a resultar más difícil mantener la hegemonía de estos años en la liga española.

–Lo que me han trasladado y confío plenamente, tengo su palabra, es que el club seguirá invirtiendo en una sección que está dando muchas alegrías a la afición y que va en la dirección del fútbol femenino. Es cierto que en las últimas temporadas hemos tenido una hegemonía en España que nos ha hecho ganar casi todos los títulos. Pero no somos el presupuesto más alto en Europa. Hay cinco, seis o siete equipos por delante. Si queremos seguir siendo competitivos, necesitamos seguir invirtiendo. No es solo lo que hemos hecho hasta ahora, es lo que hay que seguir haciendo. El crecimiento del fútbol femenino en Europa y el mundo lo está llevando a otra dimensión.

–¿A usted le importa que le puedan encasillar como entrenador de fútbol femenino?

–Yo soy entrenador de fútbol, ni de fútbol masculino ni de fútbol femenino. He entrenado en fútbol masculino y ahora entreno en fútbol femenino. No lo considera un encasillamiento ni mucho menos. La vida te puede dar oportunidades de dedicarte a lo que te gusta y soy una persona muy afortunada. Puedo vivir del fútbol. Y soy entrenador de fútbol, con mujeres que están en Primera División compitiendo por cosas importantes. No creo que condicione. Ante todo me considero entrenador de fútbol.

–Ahora llega el Mundial. ¿Cómo le ha afectado el problema entre varias internacionales, muchas de ellas del Barça, y el seleccionador y la federación?

–Evidentemente es algo que ha condicionado y que hemos tenido que gestionar. Hemos tenido que decirnos las cosas por el bien del equipo, por la salud del equipo. Es un conflicto que ha sido visible para todo el mundo, que se ha intentado gestionar de manera interna. Y mi rol como entrenador es velar por el bien del grupo. Creo que en la manera de comportarnos todos, las jugadoras y el staff, lo hemos hecho bien. No nos ha afectado en ningún momento al desarrollo y al rendimiento. Hemos visto un equipo muy unido. Ganar un título es consecuencia de la unión para conseguir objetivos comunes.

–Como ya el domingo habrá podido estar más relajado, imagino que habrá estado pendiente del Celta; curiosamente, ante el Barça.

–No pude ver el partido en directo pero no puedo engañar a nadie, estuve pendiente del resultado del Celta y del Valladolid-Getafe, que nos podía condicionar. He sufrido más de la cuenta en el último mes, sobre todo por los resultados. Daba la sensación de que todo estaba hecho, de que se estaba mirando más hacia arriba, Europa incluso, que hacia abajo. Terminamos sufriendo algo más de la cuenta. Estoy muy contento de que el Celta siga otro año más en Primera por la afición, por muchos jugadores que son especiales para nuestra historia y por mi ciudad. Soy gallego, soy vigués, soy del Celta. Siempre lo he tenido muy marcado dentro desde pequeño. La permanencia me ha hecho muy feliz.

–La mayoría del celtismo reclama una sección femenina. Sea así o en la masculina, ¿se imagina en el Celta en algún momento?

–Aquí me han preguntado muchas veces si me veo muchos años en el Barça. Siempre digo lo mismo, y lo he aplicado en todos los trabajos que he tenido en mi vida: yo necesito estar en un sitio donde esté estimulado, donde pueda aportar cosas. No me gusta la sensación de funcionariado o estar muchos años en un mismo sitio. He tenido la oportunidad de hacerlo en la Federación Catalana. Me sentía muy valorado y muy bien tratado. Hacía cosas que me gustaban. Pero cuando me salió la oportunidad de poder dedicarme en exclusiva al fútbol, he ido dando pasos hacia delante y he ido creciendo. Ahora mismo mi sensación es que estoy muy contento y estimulado, con ganas de ver qué podemos hacer la temporada que viene. No visualizo cuatro o cinco años en un mismo sitio. No porque no los vaya a estar, sino porque tengo que saber cómo voy a estar en ese momento para poder decidir. De cara al futuro estoy abierta a absolutamente todo. También necesito que el club siga creyendo en mí. Muchas veces estos contratos tan largos condicionan. No llevan a buen puerto. En el fútbol, en los banquillos, los periodos son cortos. Ya se verá qué sucede. Vigo y el Celta son mi ciudad y mi equipo de nacimiento. Ojalá algún día pueda trabajar ahí. Ahora mismo estoy muy contento en Barcelona, con muchas ganas de iniciar la nueva temporada.

 

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