Fútbol - Primera División

El Barça retoma el hilo victorioso

Ferran Torres firma con su gol una enorme y valiosa victoria para el título en un partido que mereció más goles - Ter Stegen frustró todos los intentos de un gran Griezmann

Lewandowski,  Ansu Fati y Gavi felicitan a Ferrán (segundo por la izquiera) tras anotar este el gol de la victoria ante el Atlético. |  // EFE

Lewandowski, Ansu Fati y Gavi felicitan a Ferrán (segundo por la izquiera) tras anotar este el gol de la victoria ante el Atlético. | // EFE / joan domenech

joan domenech

Un paso de gigante dio el Barça hacia el título. Añadió tres puntos a los 76 que lleva, pero los de Sant Jordi son especialmente relevantes porque cierran una breve mala racha de tres partidos sin ganar (dos en la Liga), porque acallan el volumen de las voces madridistas y porque se adquirieron ante un Atlético que pudo dar un disgusto. Estuvo más cerca que el Girona y el Getafe por las ocasiones que llegó a crear, monopolizadas por Griezmann, magnífico, y desbaratadas por Ter Stegen, que permitió el regreso a la senda del 1-0.

La senda de las victorias ajustadas, sufridas y mínimas, pero que debió ser más festivalera. El despliegue colectivo mereció goles. Los del Atlético los impidió Ter Stegen y los del Barça los fallaron los azulgranas, felices por recuperar los 11 puntos de ventaja sobre el Madrid y el lujo de poder perder tres de los ocho partidos que quedan para ser campeones, siempre y cuando el equipo blanco los gane todos.

Mejores síntomas emitió el Barça con las llegadas al área, aunque se fallaran, con la incorporación de De Jong y, sobre todo, de Pedri. La media hora del canario, primorosa, sirve para despejar por sí sola los temores barcelonistas referentes al juego y no tanto a la eficacia. Con pocos goles se han obtenido una burrada de puntos y los ceros que suma Ter Stegen (23 veces en 30 jornadas).

Sin Pedri le costó un horror al Barça construir, muy lento y horizontal. Ver cerca el título ha retraído al equipo, como si sintiera la presión del momento. Hay una explicación también futbolística: faltaban los más talentosos. De Jong reapareció nada más recibir el alta y Pedri salió a la hora de partido. Pese a que el partido ya se estaba ganando, el equipo necesita al veinteañero canario tanto o más que la lluvia en Catalunya.

Ante la carestía de los últimos tiempos, la entrada de De Jong cobró mayor realce. El neerlandés ha adquirido la categoría de imprescindible. Lo fue ante el Atlético porque se erigió en el constructor de los primeros pases y aportó la valiosa conducción para penetrar en las líneas atléticas. Busquets adoptó un papel de comparsa, ya que Griezmann tapaba la línea de pase al capitán. La entrada posterior de Pedri le liberó, pero le liberó antes Simeone al desplazar a Griezmann para dar entrada a Morata.

Una perceptible falta de confianza se había instalado en el equipo, consecuente de haber encadenado tres malos resultados (la eliminación copera con el Madrid y los empates ligueros), pero impropia de un líder con un abismo de ventaja, recuperada ayer bajo el sol de Getafe. El Barça salió fortalecido frente a un Atlético renacido.

El gol de Ferran, reivindicativo con moderación, seguramente por el sentimiento de culpa de no dar el nivel que desearía ofrecer, fue una gran obra colectiva del Barça, con un pase profundo a Raphinha, que se giró rápido para dar un pase horizontal a Ferran en la frontal de área. El valenciano controló el cuero y lanzó un tiro ajustado. El mérito de los azulgranas en la acción vino acompañado de la torpeza de los defensas: Hermoso dejó que Raphinha se diera la vuelta, Giménez cedió metros entretenido en reclamar al linier el inexistente fuera de juego de Ferran y Savic se comió el acercamiento de Lewandowski separándose del rematador.

El gol obligó al Atlético a modificar la estrategia. Tuvo Simeone un cuarto de hora para pensarla y explicarla. Tocaba asumir más atrevimiento en las salidas desde atrás. Con el 0-0, consistía en buscar a Correa y Griezmann; con el 1-0, el asunto concernía ya a De Paul y Molina. Y algo más a Yannick Carrasco, que desbordaba a Koundé cada vez que le encaraba. Todo desembocaba en los pies de Griezmann, frustrado una y otra vez por su viejo amigo Ter Stegen.

Abierto el partido, hasta el Barça mejoró con los amplios espacios que encontró. Ferran miró con envidia el panorama en el que Lewandowski y Raphinha corrían libremente. Llegaron los dos delanteros a enfrentarse solos a Oblak, pero un ataque de egoísmo del polaco desbarató una ocasión clarísima que debía finalizar el brasileño. Se mordió la lengua Raphinha, que antes había fallado otra a puerta vacía.