Rugby

El rugido americano

La viguesa Lucía del Campo se proclama campeona de la máxima categoría universitaria estadounidense con las “lady lions” de Lindenwood

Las "lady lions" celebran el título.

Las "lady lions" celebran el título. / Cedida

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Atardece en Charlotte, en Carolina del Norte. En el Mecklenberg Sportsplex, las “leonas” de Lindenwood y las “águilas” de Life University compiten por el título D1 Elite de la College Rugby Association of America (CRAA); la máxima categoría universitaria del rugby XV femenino. Lindenwood defiende una renta de 17-8. Life aprieta. Un golpe de castigo sacado a la mano sorprende desordenadas a las de Misuri. La conversión posterior sitúa a las de Georgia 17-15. Apenas quedan segundos. Life patea bien alto el saque en busca del robo que aún las aliente, pero Cerhys Gould captura el oval y lo envía fuera. Las misurianas alzan los brazos. Entre ellas, Lucía del Campo. Cinco meses antes aún galopaba por As Lagoas, quebrando cinturas. Otro paso en su irrefrenable progresión.

Las casualidades cosen destinos y latitudes. Este hito, íntimo y a la vez significativo, jamás habría sucedido sin el reportaje que Informe Robinson le dedicó en 2011 al romance entre el Vigo R.C. y el All Black Norm Maxwell. Aquella historia encandiló a Charlie del Campo y Eva Andrés, que buscaban un deporte apropiado para su hijo Mauro. Lucía, de 8 años, experimentó su propia epifanía contemplando a su hermano desde la banda. Venció la resistencia de sus padres. La inscribieron en el club. Nada la ha apartado del rugby desde entonces.

Sobre el césped de Marcosende maduró Lucía hasta convertirse en “una jugadora completa”, según la ha descrito el director de la cantera olívica, Óscar Ferreras. “Fuerte, potente, valiente en el contacto y el placaje, inteligente en la toma de decisiones. Nunca se rinde. Nunca baja los brazos”. Un compendio de cualidades que sustenta su escalada, anticipándose en las edades. Y no solo en el XV del Olivo. También en el rugby 7, que en el Kaleido Universidade de Vigo se practica en torneos puntuales. Se hizo asidua de las selecciones gallegas. La Federación Española la incluyó en 2019 en un proyecto de detección de talento. Y en 2021 se convirtió en la primera canterana viguesa, de ambos sexos, convocada por la selección española. Fue en “seven”. Después llegaría el debut en un amistoso de XV.

Todo se había acelerado justo en la transición del bachillerato a la carrera. A Lucía le tocaba asomarse a una encrucijada vital, que muchas veces enreda planes y tuerce vocaciones. Pero ella había diseñado su ruta. Quería estudiar Medicina y seguir jugando a rugby. De la idiosincrasia estadounidense se había prendado con 11 años, durante un verano en Connecticut. Su talento le facilitó la mejor opción. Recibió varias ofertas de becas deportivas. En febrero pasado formalizaba su contrato con Lindenwood University.

Lucía del Campo, en pleno partido con Lindenwood.

Lucía del Campo, en pleno partido con Lindenwood. / Todd Lunow

El rugby goza de especial predicamento universitario en Estados Unidos. Y esta institución privada ubicada en Saint Charles tiene el mejor programa femenino del país. Lo había ido edificando Billy Nicholas desde 2014. En los últimos cuatro años habían sumado nueve títulos nacionales entre XV y “seven”. Un aliciente y a la vez una presión con la que Lucía debería convivir, sumada a la de aclimatación y estudios.

La viguesa se mudó hace cuatro meses y medio al “college” de Misuri. En octubre se produjo un relevo en el departamento. Trevor Locke, hasta entonces asistente, fue promovido a entrenador jefe en sustitución de Nicholas. Un relevo sorpresivo para el entorno. Nicholas había conformado una plantilla de 60 jugadoras de Inglaterra, Australia, Irlanda, Tonga, Holanda... Varias de ellas, internacionales. A Lucía no le arredró la competencia ni le descentró el relevo. Desde el tercer partido había alcanzado la titularidad, aunque sometiéndose a las instrucciones del cuerpo técnico. A Lucía, que se inició de niña como medio melé o apertura, le habían visto en el Kaleido más futuro como delantera, especialmente como flanker en la tercera línea. En Lindenwood la han empleado como centro interior, en la zaga. Desde allí ha añadido a su catálogo las potentes internadas.

Enemigos íntimos

La División 1 de XV había transcurrido así de manera predecible, con las “lady lions” imbatidas, hasta el partido definitivo de este sábado en Matthews, en las afueras de Charlotte. La misma final que en las cuatro temporadas anteriores –excluyendo la aplazada en 2020 por el COVID–. Enfrente, las “running eagles” de Life University. Las de Lindewood se habían impuesto en los cuatro duelos anteriores. Una ventaja psicológica compensada por la carga de heredar tal récord de Billy Nicholas.

Las jugadoras de Lindenwood rezan antes de la final.

Las jugadoras de Lindenwood rezan antes de la final.

El encuentro fue reñido hasta la extenuación. La humedad de la jornada dificultaba el manejo del oval y Life presionó para aprovecharlo. Pero solo pudieron traducir su mayor posesión en el 0-3 de un golpe de castigo. Fallaron otro y en varias ocasiones se quedaron a centímetros de ensayar. Y las “lady lions” rentabilizaron la amarilla a un rival, distinguieron la grieta y Demi Allen ponía el 5-3 en el minuto 34. Amy Brice ahondó en la herida con un segundo ensayo pero Life acortó distancias justo antes del descanso (10-8).

El juego se cerró en el segundo tiempo, en una contienda áspera. Annie Nauer firmó el 17-8, con conversión de Helen van Hattem, gracias a la insistencia de su delantera en el “pick and go”. Luego desaprovecharon opciones de sentenciar y sufrieron en esa postrera acometida de las “running eagles”, que solo pudieron maquillar su quinta derrota.

En 2014, Lucía y su familia viajaron a la localidad francesa de Marcoussis para presenciar un partido de la selección española femenina. Al concluir, la pequeña se fotografió con varias jugadoras. “Algún día nosotras te pediremos fotos”, le dijeron las “leonas”, apodo de las españolas. Lucía, que ya ruge también, posará encantada.

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