“Como los jamaicanos, pero con un tío de Teis”, bromea Joan Rodríguez. Se refiere el preparador físico a aquel equipo que, contra su clima y su cultura, participó en la prueba de bobsleigh de los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary en 1988. Disney relató su historia en “Elegidos para el triunfo”. Tal vez Miguel Rebouras protagonice su propia película. A la trama le añadirá el coraje de sobreponerse a una lesión medular. De entrada ha exhibido condiciones innatas, como de reencarnado, en la pista más complicada de un deporte tan ajeno a su latitud.
Ander Mirambell, único español que ha competido en cuatro olimpiadas invernales (2010, 2014, 2018 y 2022), ejerce de vicepresidente de la Federación Internacional de Skeleton y Bobsleigh desde 2022. De él ha surgido el proyecto. En España, solo el asturiano Israel Blanco estaba compitiendo en bobsleigh adaptado. La disciplina podría ser incluida en el programa paralímpico a corto plazo. Su proliferación conviene.
Mirambell se puso en contacto con la Fundación Isidre Esteve. El piloto catalán, parapléjico desde 2007, la creó para ayudar a los discapacitados en la transición del hospital a la vida cotidiana. En su filosofía incluye el deporte como una herramienta esencial. En Barcelona posee unos de sus centros. El otro lo regenta Joan Rodríguez en el iFit de O Vao, en Coruxo. Mirambell les pidió en octubre candidatos que se ajustasen al perfil requerido. La propuesta incluía participar en las actividades de iniciación que se iban a desarrollar en noviembre en Lake Placid, aprovechando una cita de la Copa del Mundo. De cada sede de la fundación le remitieron dos.
Joan ha seleccionado a Berni Costas, el ex capitán del Iberconsa Amfiv. Lo será a más largo plazo. Recién estrenada su paternidad, no podía apuntarse a un viaje tan precipitado. El otro nombre le surgió de inmediato: Miguel Rebouras, Migui para sus íntimos y con otro apodo que anticipa su pasión: Doohan. “Mi ídolo desde pequeñito”, confiesa.
A Migui le privaban las motos de carretera y de agua antes de lesionarse. También la bicicleta de enduro. Vértigo y cuestas. Esa devoción no desapareció cuando en febrero de 2017 un muro que estaba ayudando a reparar se derrumbó sobre él. Sufrió una lesión medular incompleta a nivel lumbar. Las piernas no le sostienen completamente, aunque puede combinar muletas y silla para manejarse.
“A Migui le gusta la velocidad. Y se apunta a todo”, explica Joan. Juntos, de hecho, lograron recientemente dos medallas de oro en el Campeonato del Mundo de Kettlebell (pesas rusas). Un logro que certifica la buena forma de Migui. El bobsleigh demanda musculatura, sobre todo en el cuello, que soporte fuerzas de 4-5 g en el bólido. Y otra cualidad: “Hay que estar un poco pirado para tirarse”.
–¿Te animas? –le preguntó Joan tras explicarle el asunto.
“No conocía el bobsleigh más que por alguna película y así. Quedaban tres semanas o un mes para la Copa del Mundo. Era de decir sí o no”, explica Migui. Él y la Fundación Isidre Esteve debían hacerse cargo de los gastos del viaje. La federación lo pedía como examen de compromiso. “En casa uno se aburre. El tema es pasar el tiempo, divertirse y mejorar. Así que ante la duda...”.
–Vamos a arriesgarnos –respondió.
Joan inició a Migui de manera vicaria, con vídeos grabados con cámara subjetiva para imitar las sensaciones del descenso, tutoriales sobre la conducción, gomas que imitasen las presiones sobre el cuerpo... “Al llegar allí todo es muy diferente, pero cuanto más preparado vayas, mejor”, conviene Migui.
Lake Placid se encuentra al norte del estado de Nueva York, en la frontera con Canadá. Acogió los Juegos Olímpicos de 1930 y 1980. Posee una pista de bobsleigh de 2.250 metros de longitud, etiquetada como la más laberíntica del planeta. Consta de 20 curvas. Sobre ella debía estrenarse Migui.
Las jornadas previas a la Copa del Mundo se abren a este tipo de iniciaciones. El bobsleigh adaptado es exclusivamente individual. El empuje se realiza de manera mecánica. A los pilotos se les requiere que sean capaces de acomodarse en el vehículo en menos de un minuto. El circuito posee diferentes accesos. A los novatos los introducen en puntos intermedios. Suelen tardar meses y repeticiones en completar una bajada. No ha sido el caso de Migui. Al vigués lo lanzaron el martes pasado desde la curva 9.
–He viajado 7.000 kilómetros y me he gastado un dinero para experimentarlo todo –le espetó la organización.
Su rendimiento mejoró el miércoles. El jueves ya se atrevieron a lanzarlo desde la curva 4. Creyeron que sería su tope. El viernes aceptaron hacerlo desde el inicio. Le dijeron que podría participar en la Copa del Mundo si llegaba a la meta sin volcar el “bobs”, que se maneja con dos mandos muy sensibles. Cumplió el requisito. Así que el fin de semana pudo competir de manera oficial. Aunque volcó en un par de ocasiones, el propio seleccionador de Estados Unidos le mostró su asombro.
–Eres el primero que lo logra en cuatro días.
Han sido once jornadas en total en Lake Placid, compartiendo además habitación con Israel Blanco, que le ha dado consejos. Migui debe decidir ahora si lo atesora como una aventura puntual o si persiste. “Echas todo el día a 10 grados bajo cero para tirarte dos o tres veces. Y se viaja mucho. Cuando la copa llega a Europa, se pasan un mes fuera de casa”, reflexiona. “Pero me gustan los retos. Soy fiel a mis gustos. Si hubiese financiación, lo intentaría”.
