Llega Bruno Fernandes al centro de entrenamiento de Portugal. Cristiano Ronaldo le ofrece la mano y Bruno tarda unos segundos en responder. Al final la estrecha, pero la imagen desprende de todo menos calidez. Es el reflejo de un vestuario fracturado por la decisión de Cristiano de agitar todo el Manchester United con una entrevista incendiaria.

Cristiano ha elegido el momento para conceder la entrevista a Piers Morgan con precisión. Sus declaraciones han explotado en un momento en el que el United no juega, por el parón por el Mundial, y en el que no tendrá que acudir a Carrington y encontrarse, ni con sus compañeros, ni con el entrenador, ni con la directiva.

Esto no evita los incendios. Mientras Cristiano publica fotos con algunos compañeros de selección, otros como Bruno Fernandes tuercen el gesto. “El United necesita una remodelación completa”, expresó Cristiano, que se mostró muy crítico con todos.

“El United es un club de marketing. Los Glazer (dueños del club) no se preocupan por el tema deportivo. No va a ser fácil que el equipo vuelva a ser top en dos o tres años”.

El futuro de Cristiano va a depender de lo que ocurra en Catar, en la que va a ser su última oportunidad de levantar la Copa del Mundo, 16 años después de ser elegido el mejor jugador joven del Mundial de Alemania.

Existen dudas respecto a su estado físico. Dudas comprensibles, porque Cristiano solo ha metido tres tantos esta campaña, dos de ellos en Europa League y uno en la Premier League, y porque no ha tenido continuidad sobre el terreno de juego. De hecho, el momento elegido para las declaraciones de Cristiano brilla por su preparación. Tras su castigo por desobedecer a Ten Hag había sido titular en cuatro encuentros seguidos y fue hasta capitán. Ni siquiera este gesto sirvió para tranquilizar al portugués, que tenía guardada la ira desde el verano. Mañana la entrevista se emitirá en su totalidad y las cosas aún pueden ir incluso a peor.