Se tiene al Girona por un equipo sin complejos que se despliega con valentía en cada escenario al que concurre. Míchel, jugador que lo fue de pie de terciopelo, insiste a los suyos en proponer desde la posesión con audacia y unos laterales ambiciosos como Arnau y Miguel Gutiérrez que llegan muy lejos. Ante este panorama tan lúdico Ancelotti echó mano de su muchachada arriba (Valverde, Rodrygo y Vinicius) y en el mediocampo apostó por la combinación más ofensiva posible con Camavinga de pivote sacando brillo al trabajo sucio para ofrecer pelotas limpias a Modric y Kroos.

El partido salió divertido, como no podía de ser de otra forma. Modric y Castellanos dispusieron de ocasiones para inaugurar el marcador, pero no afinaron la puntería. Los catalanes la tuvieron con un testarazo de Valery que besó el palo de Courtois a los veinte minutos. Carletto desconfiaba en la banda ante el descaro de los gironins, que se cerraban atrás copiosamente, pero administraban con criterio la pelota cuando la recuperaban. Había dinamismo y determinación ofensiva en los dos y el público lo agradecía. Restaba saber si los visitantes sorprenderían traduciendo su arrojo en ventaja o si la pegada demoledora del Madrid resolvería por la vía rápida el combate. Rodrygo avisó sacando astillas al palo a los 22 minutos.

El Madrid no pisaba el acelerador a fondo y esa condescendencia permitía al Girona mirar adelante. Así, en el minuto 37 un balón largo del portero Gazzaniga a la espalda de Carvajal terminó con Valery sirviendo un pase de la muerte a Yangel Herrera, que reventó la pelota haciendo temblar la estructura del nuevo Bernabéu y el larguero de Courtois. Otro aviso y otra ocasión perdida. Así se llegaba al descanso. Con el partido muy entero y el Girona lamentando no haber mandado a la lona al Madrid.

La cuestionable baja de Benzema, que tras ganar el Balón de Oro se reserva para el Mundial de Qatar con la coartada de una sospechosa “fatiga muscular” que le ahorra los compromisos domésticos, resulta enormemente dañina para un Madrid huérfano en ataque. Sin él todo la ofensiva llega de cara a la zaga contraria, sin referencias en el área para los compañeros. Apretaban la marcha Vinicius y compañía, pero no generaban peligro real.

Ancelotti escudriñó su banquillo en busca de pólvora y echó mano de Marco Asensio, único argumento que suma saliendo como revulsivo. El choque comenzaba a ponerse incómodo para los locales hasta que una jugada trabada en la poblada área visitante terminó con un pase de Valverde que se le hizo largo a Rodrygo pero al que llegó Vinicius para empujar a gol y desatascar el marcador. Resoplaba aliviado Ancelotti.

Restaban veinte minutos y Míchel se la jugó a la ruleta rusa con un triple cambio. Entonces, en el minuto 78, el VAR llamó a Melero López para advertirle de una mano de Asensio en el área que Stuani, recién salido, clavó en la red. Empate con diez minutos por delante. De la ruleta rusa catalana al zafarrancho madridista. Carletto se lamentaba de no tener a qué aferrarse:_la coartada de Benzema, la falta de relevo para Karim, la dimisión de Hazard, la indolencia de Mariano... Demasiados contratiempos que gestionar y pocos recursos disponibles. El italiano dio minutos a Mariano, que asistió a Rodrygo para que marcase en el 88, pero Gazzaniga tenía la pelota controlada contra el suelo y el árbitro lo anuló.

La tenacidad de Girona y la distracción del Mundial, que restó al equipo a Benzema y Tchouaméni, provocaron el tropiezo de un Madrid plomizo que suma un punto de cuatro en los dos últimos encuentros. Un aviso para navegantes.