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ATLETISMO - Ultra Trail

“En la montaña me siento libre, poderosa”

La viguesa Aroa Sío finaliza octava (primera española) en su debut en el emblemático trail del Mont-Blanc: 171 kilómetros en 27 horas y 17 minutos

Aroa Sío, durante la UTMB Mont-Blanc. // MIGUEL RÚA

Aroa Sío siempre sonríe. Aunque le duelan las piernas, aunque el cansancio la tiente, aunque el terreno enfile cuesta arriba... Ella es feliz con lo que hace, con lo que siente, con lo que vive. En su segunda prueba de 100 millas, disputadas ambas en apenas un par de meses de diferencia, pudo cumplir su sueño de participar en el UTMB Mont-Blanc, considerado como el Mundial de la especialidad, y donde acabó en la octava posición, primera española. Su sonrisa, de oreja a oreja, contagiosa, delata su satisfacción de haber cumplido su sueño en una prueba en la que el COVID le impidió competir el pasado año.

“Es un recuerdo muy amargo que tengo, porque además estuve muy malita”, se lamenta. “Estaba en buen pico de forma, en un peso muy fino y perdí cinco kilos de masa muscular y me quedé en nada, era un saco de huesos”, rememora.

Así que este año se preparó “con más ganas si cabe”, porque “tenía la cita de Chamonix ahí, atravesada”, reconoce y se quitó la espinita de la mejor manera posible. “Me volví con un gran sabor de boca, ha ido muy bien y eso que era una distancia (unos 170 kilómetros) que yo todavía no domino”, reconoce. “Hasta 100 kilómetros sé cuál es mi ritmo y hasta dónde puedo llegar. Yo en 100 milas no sé cuál es mi ritmo y siempre voy muy precavida, porque tengo miedo a llegar al kilómetro 130 y que luego las piernas no me vayan”, indica.

La del Mont Blanc fue su segunda “100 millas”. La primera fue hace unos dos meses (la Western States, en California), por lo que tuvo un margen muy escaso de tiempo entre una y otra. “Se suele dejar unos cuatro, cinco o seis meses, pero en este caso pasó muy poco tiempo, y además la prueba de California fue totalmente diferente, con otro perfil, mucho más rápida”, indica. La prueba americana la completó en 20 horas, y en la de Chamoix paró el crono en 27 horas, 17 minutos y 49 segundos tras completar los 171 kilómetros de recorrido que sumaban, además, 10.000 metros de desnivel positivo. Fue la primera mujer de su categoría en acabar la carrera, también la primera de las seis españolas que la completaron (había un total de 139 participantes en categoría femenina) y logró una meritoria octava posición.

“Estoy satisfecha porque aunque se me fue un poquito el tiempo que llevaba previsto para hacer, pero mi objetivo era hacer un top-10 y sabía que si cumplía el tiempo que tenía estipulado podría conseguirlo”, dice la viguesa, que cumplió escrupulosamente el plan diseñado para afrontar la cita. “Mi entrenador (Javier Laburu) me dijo que saliera atrás, tranquila, y que me diera exactamente igual estar en el puesto 300 o el que fuera. La gente sale muy deprisa, no sabe gestionar la carrera, se retira, no mide sus fuerzas y tiene que ir caminando, en lugar de corriendo...”, explica: “La estrategia era guardar piernas hasta el kilómetro 80, hasta Courmayeur, y a partir de ahí, empezar a tirar”. Y así lo hizo. “Ahí empecé a remontar puestos, hasta que me puse a pelear por la séptima plaza con la china. A dos kilómetros de meta me pasó y me quitó un par de minutos, pero estoy muy contenta igualmente”.

Aroa Sío, después de vivir desde dentro la experiencia, entiende a la perfección el magnetismo del Mont Blanc y el por qué todo el mundo quiere competir en ella. “Lo primero, por la gente. A lo largo del circuito había gente animándote y eso no suele ser habitual. En otras carreras corro sola. Puede haber un grupo de personas en una cima o tal, pero en esta estoy hablando de miles de personas animando, gritando, a todos los corredores, del primero al último”, celebra. Además, también destaca que “esta prueba está considerada como un campeonato del mundo porque el nivel que hay de corredores de élite es increíble y todo quieren correr con ellos”, dice la viguesa, que acudió también con la intención de medirse, “ver dónde estoy y en qué punto me encuentro y para eso tienes que ir a pruebas de un nivel deportivo alto”. En su grupo de amigos tienen un dicho: “Prefiero ser cola de león que cabeza de ratón”, por lo que Sío asegura que “prefiero tener un décimo puesto en una carrera de un nivel muy alto, que ser primera en una carrera de pueblo, y lo digo con todo el cariño, que a mí me encantan las carreras de pueblo”, bromea.

Tras la decisión de explorar la distancia de las 100 millas. “Creo que me voy a quedar en esa distancia, que no voy a pasar de las 100 millas, porque yo creo que ya está bien. Hay gente que hace 200 o 300 kilómetros. Yo no porque a mí me gusta correr y llega un momento en el que ya. He corrido 27 horas y ya está, más tiempo no. A mí me gusta ir a dormir a casa y con 100 millas estoy muy justa, ya llego tarde”, bromea.

Su físico le permite afrontar retos como el que acaba de superar en Chamoix. “Tengo facilidad de asimilar los kilómetros, muscularmente me encuentro bien, y me doy cuenta que puedo mantener ese ritmo más tiempo. Es como un reto personal, de ver hasta dónde llego. Yo ahora solo he hecho dos 100 millas, pero cuando lleve cinco voy a ir mucho más rápido de lo que voy ahora”, proclama.

Tengo facilidad de asimilar los kilómetros, muscularmente me encuentro bien, y me doy cuenta que puedo mantener ese ritmo más tiempo

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Después de un merecido “descanso activo” de un par de semanas ya tiene en mente nuevos retos. “El mes de noviembre se disputa el Mundial, en Tailandia (80 kilómetros)”, anuncia. “Son seis corredoras las que van a llevar, tres ya se han ganado la plaza en el Campeonato de España, al que yo no pude ir porque estaba en California compitiendo para conseguir la clasificación para la Western States”, explica Sío, pendiente de una convocatoria en la que espera estar por su trayectoria. “Si me llaman iré a Tailandia y si no me seleccionan hay unas carreras que me interesan en el mes de octubre que si voy al Mundial no podría hacerlas”, afirma.

El año pasado ya fue a los Campeonatos del Mundo de Skyrunning, que se disputaran en la Vall de Boí, donde obtuvo un cuarto puesto. “Este año volví a ser seleccionada por la federación de montaña para ir al Mundial, en Italia, pero tuve que decir que no porque es ahora, dentro de dos semanas, y si hacía el UTMB Mont-Blanc no podía ir”, subraya, pendiente ahora de su selección para la cita tailandesa. “Si no me llaman moveremos ficha, pero algo voy a hacer, seguro”.

El apoyo de la firma Craft le ha permitido profesionalizarse y dedicarse de lleno a su gran pasión. “Tengo un contrato por tres años con ellos y estoy viviendo esto de forma cien por cien profesional”, celebra. “Me siento muy afortunada porque estoy haciendo algo que me gusta y me pagan por ello. Estoy viviendo un sueño, así que voy a aprovechar la cresta de la ola porque sé que esto tiene fecha de caducidad”, reconoce.

Cuenta, además con el apoyo de un equipo profesional formado por Javier Laburu, además de su entrenador personal Adrián Haro, un fisioterapeuta, una nutricionista y hasta una dentista (especialista en deporte), que cuidan al milímetro cada detalle; aunque su marido es su “mayor pilar”.

La suya es una historia atípica, ya que empezó en el mundo de los trails hace seis años. “Yo antes tenía una vida sedentaria y fumaba un paquete de tabaco al día”, rememora. La decisión de dejar de fumar, cuando estaba preparando unas oposiciones, le cambió la vida. “Lo que más me llena es que, sin querer, con un solo gesto, el gran cambio que ha dado mi vida. Si hace siete años me dicen que voy a vivir del deporte me parto de risa”.

Sío cree que cuando empezó a hacer este tipo de carreras, “algo cambió” en su interior. “Empatizas más con la naturaleza, con el cuidado, con el estilo de vida”, enumera: “Te hace ver la vida diferente, no es algo que se pueda explicar, hay que sentirlo. Mucha gente me dice que siempre voy sonriendo, pero es como que me voy retroalimentando. Siento que me llena la fuerza de la naturaleza, me siento libre, poderosa”.

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