No hay muchos entrenadores más pragmáticos que Carlo Ancelotti. Heredó de su padre, don Giuseppe, el sentido práctico de la vida. En Reggiolo, ciudad rural del corazón del norte de Italia donde era productor de queso, aprendió a tener los pies en la tierra y disfrutó junto a su hermano de una educación tradicional trabajando duro durante su infancia en la granja familiar. Ese pragmatismo ha derivado en una enorme inteligencia emocional para gestionar grupos, apoyado en algunos principios firmes. Uno de ellos es “no tocar lo que funciona”. Y en esta gira de pretemporada por Estados Unidos el italiano ha dejado claro que el Real Madrid 2022-23 se vertebra en torno al llamado “11 de los milagros”, el mismo que le llevó a completar remontadas inverosímiles la pasada campaña para ganar la ‘Champions’. Un once que se recita de carrerilla, mientras completa la propuesta con un banquillo plagado de revulsivos como el goleador Rodrygo, un afilado Marco Asensio y un Camavinga que sigue ganando jerarquía.

Hambre en la presión, fluidez con la pelota en los pies y agresividad en ataque. Un once perfectamente equilibrado por la ida y vuelta del uruguayo Valverde, con una gran explosión la suya sobre todo de cara a portería rival.

Ancelotti regresa satisfecho de la gira, porque ya tiene al equipo engrasado de cara a la final de Helsinki, y con varios apuntes interesantes en la libreta.

Destacados y suspensos

Entre los destacados aparecen Rüdiger, Ceballos o Vallejo, pero entre los problemas por resolver aparece la eterna activación de Eden Hazard, que tiene mejor actitud que forma, la adaptación de un Tchouameni al que aún le cuesta mostrar personalidad. Y entre los futbolistas que regresan marcados por su falta de trascendencia aparecen Mariano y Odriozola. El primero se quiere quedar esperando la marcha de Borja Mayoral al Getafe para ver si termina siendo la alternativa a Benzema. Odriozola regresaba de la cesión con la Fiorentina y evidenció que no está a la altura de las expectativas.