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VOLEIBOL

La encrucijada del Black Voley Vigo

El club se plantea mantener su esencia de autogestión o bien dar un giro para atender las exigencias actuales del equipo: “Este modelo no es sostenible”, dice la presidenta

Las jugadoras del Black Voley Vigo,durante un partido de esta temporada. POL WWIDDAX

Dorothy no tenía dudas: el camino de baldosas amarillas la conducían a la Ciudad Esmeralda. Pero el Black Voley Vigo, equipo de 1ª Autonómica femenina, no tiene muy claro qué camino tomar desde la encrucijada en la que se encuentra: mantener su esencia de autogestión o optar por un modelo diferente que le permita abarcar mayores exigencias deportivas.

Todo surgió en 2010, cuando un grupo de amigas decidieron fundar un club, pero sin tener experiencia previa en el voleibol. “Nosotros somos un club autogestionado, por lo que la directiva está formada por las jugadoras”, indica actual presidenta del club Yasia Dolisnea. “Todo lo que hace el club, la directiva, es a favor del equipo. Surge con esa necesidad de que el sénior femenino también importe, que sea relevante, y para dar acogida a todas las chicas que quieran jugar”, prosigue.En Vigo son tres, contando con ellas, los equipos de voleibol femenino. “Esto es un privilegio pero, a la vez, es complicado a la hora de conseguir jugadoras”, añade Dolisnea, que apunta que Isa Bárbara, tesorera; y Ana Fandiño, secretaria, completan la directiva actual.

Desde 2010 el equipo ha ido evolucionando de diferentes formas. “Empezó como un grupo de amigas, la mayoría de la facultad de Biología”, puntualiza. Quisieron formar un equipo y le pidieron a un compañero que jugaba al voleibol, que las entrenara, aunque ninguna de ellas tenía nociones de esta disciplina. Sus primeros partidos se contaban por derrotas. El origen de su nombre también surge de esos primeros pasos. “El primer día se presentaron todas a entrenar con una camiseta negra”, dice la presidenta, cuya llegada al club es posterior.

Después llegó Miguel Estévez para asumir las labores de entrenador. “Estuvo muchísimos años en el club, era un exjugador del club de Vigo, y empezó a formarlas”. Pasaron de jugar en 2ª Autonómica B a ir ascendiendo. “Cuando yo entré en e club era su primer año en 1ª Autonómica”, puntualiza la dirigente actual. Ese salto fue decisivo, pero las situó al borde de una encrucijada: “Vamos evolucionando y llegamos a un punto en el que, por mucho que nosotras queramos que puedan jugar todas las mujeres que quieran, a tener una mínima exigencia para incorporar a nuevas integrantes”.

Cuando la directiva actual se hizo cargo del club empezó a cuestionarse si esa era, realmente, la esencia con la que se fundó el Black Voley Vigo: “Evidentemente, no”. Pero, lo cierto, es que los objetivos del club también han cambiado. “Necesitamos crear una escuela paralela para jugadoras que quieran iniciarse, pero, siendo autogestionadas, se antoja complicado”, reconoce. La creación de un filial o de un equipo masculino son cuestiones que cada año se ponen también sobre la mesa.

Al no tener cantera surge otro problema. Empezaron con doce licencias, pero dos jugadoras se han lesionado y una ha tenido que irse por motivos laborales. “Para los partidos tienes que ser, como mínimo 8”, aseguran. Actualmente estarían siete en la plantilla y tratan de evitar la rendición total. “La autogestión tiene la parte positiva de que todo sea para nosotras, no hay un ánimo de lucro en ninguna parte, pero también provoca un desgaste personal”, reconoce la presidenta. “A mí me encantaría seguir, claro que sí, pero para continuar este modelo no es sostenible”, reconoce.

Pedro Falagán se dirige a las jugadoras durante un partido. | // CEDIDA

“Nosotras entrenamos a las 22.00 horas, en Teis. Hay personas que tienen hijos, familia, y por lo que sea no se pueden permitir esos horarios”, apunta. Estudios o trabajo limitan las opciones de otro horario alternativo”, reconoce la dirigente.

Por lo pronto han cerrado la pasada campaña de forma magistral. “Este año volvimos a jugar en Primera y empezamos muy bien, quedando quintas en la primera vuelta”, resume. En la segunda, acabaron octavas, lo que les valió la salvación, que era “el objetivo de la campaña”. El año anterior habían tenido que renunciar a jugar en Primera por cuestiones económicas.

Durante un clínic impartido por Kike de la Fuente. | // PABLO PÉREZ VARELA

Tras el ascenso, su entrenadora, Nati, tuvo que irse. “Aprobó las oposiciones y su destino estaba en Andalucía. En la búsqueda de nuevo entrenador la secretaria Ana contactó con su primer entrenador aquí en Vigo”, desvela Yasia Dolisnea. La primera respuesta de Pedro Falagán fue una negativa. “Con el tiempo nos contacta para decirnos que no quiere dejar que el club muera y que se quedaría hasta que encontremos a alguien. Pero aquí sigue”, bromea. La idea es, si finalmente se deciden a continuar, que Falagán siga con ellas.

“Pedro ha hecho una cosa fantástica que ha sido traernos a un montón de gente increíble como el olímpico Kike de la Fuente para que nos diera una clase, y a otra gente como Juan Fernández o Celso Veloso. Ha movido un montón el club y desde su llegada hemos vivido otro año de crecimiento impresionante”, subraya. Ahora, en la encrucijada, deshojan a margarita para saber cuál es el camino correcto por el que seguir avanzando.

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