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MONTAÑISMO

“Codo con codo” hacia la cumbre

El vigués Nacho Pequeno es guía en la expedición a Islandia del Grupo de Montaña de la ONCE de Madrid, donde participan cuatro montañeros ciegos o con discapacidad visual y uno sordo

Nacho Pequeno, junto al resto de expedicionarios, en el aeropuerto de Madrid. // FDV

El guía de montaña vigués Nacho Pequeno forma parte desde ayer en la IV Expedición inclusiva mundial a las ‘Tierras Altas’ de Islandia, donde participan cuatro montañeros ciegos o con discapacidad visual (tres hombres y una mujer), y que esta ocasión tendrá lugar en Thakgil, en la región de Suðurland de Islandia, donde intentarán la ascensión a las cumbres de los picos Sker (749 metros) y Maelifell (474 metros).

Nacho Pequeno, en el aeropuerto, antes de partir hacia Islandia.

Nacho Pequeno, en el aeropuerto, antes de partir hacia Islandia. FdV

Esta expedición es la culminación del Curso Superior de Montañismo para Ciegos y Adaptado de Proyecto EIDÓS (Educación, Inclusión, Deporte, Ocio y Solidaridad), fundado por veteranos videntes, ciegos y sordos del Grupo de Montaña de la ONCE de Madrid, que arrancó el pasado mes de diciembre.

El objetivo de esta iniciativa, compuesta por 18 alpinistas, es que los alumnos del curso convivan en las mismas condiciones que se dan en cualquier campo base, donde se instalaron ayer, y se formen en las técnicas de progresión por glaciar en combinación con la barra direccional, medidas de autoprotección y prácticas de rescate en terreno nevado.

Al margen de los cuatro montañeros ciegos, entre los expedicionarios participará también un montañero sordo y trece personas más entre profesores, instructores y guías. Además, la iniciativa está capitaneada por Francisco Javier Bueno Sequera, coordinador técnico del Grupo de Montaña de la ONCE de Madrid y director docente del curso.

La expedición, que el sábado partió desde Madrid, afronta la ascensión a las cumbres de los picos Sker (749 metros) y Maelifell (474 metros) en un largo trayecto hasta el glaciar Mýrdalsjökull, donde se realizarán parte de las prácticas técnicas del curso. El casquete glaciar cubre un volcán activo llamado Katla, de 943 metros. Aunque la altitud de las cumbres no es grande, se consideran de alta montaña al encontrarse por encima de los 60° de latitud norte, lo que condiciona la gestión de la prueba teniendo en cuenta factores como “temperaturas, cambios térmicos y demás”.

“Mañana (por hoy) ya nos desplazamos hasta el campamento base,” donde ayer hicieron noche, “y en función de la previsión meteorológica, que parece que no es muy buena pero el lunes tendremos ahí una ventanita a las 17.00 horas de la tarde, pues intentaremos ya hacer un ‘picacho’”, anuncia el guía vigués, que participa por primera vez en una expedición como esta, aunque ya ha realizado “guiados de ciegos por España, sobre todo por la sierra de Madrid, en montañas, digamos, más amables,”, puntualiza.

Una de las expediciones guiadas en La Pedriza. FdV

Los deportistas ciegos o con discapacidad visual practican la montaña en equipos de tres personas, unidos a una barra direccional, de entre 2,5 y 3 metros de longitud. Un guía vidente encabeza el equipo, seguido de una persona ciega total y, completando la tripleta, un deportista con discapacidad visual. “El objetivo es de ellos, nosotros somos como el eslabón necesario para conseguir la meta”, subraya Pequeno. “Tienen mucha experiencia en montaña y a la hora del guiado es mucho más fácil, y uno se sorprende de las capacidades que, con el tiempo, han desarrollado”, valora.

El trabajo más desarrollado por el grupo de montaña de la ONCE es con la “barra direccional” que sirve para actividades tanto de senderismo como para grandes expediciones. “Es una formación que es única en el mundo. En España somos vanguardia porque este sistema está patentado aquí y hemos comprobado que funciona”, valora Pequeno, que ya ha colaborado con dicho grupo en expediciones más pequeñas en la sierra del Guadarrama y en La Pedriza.

Un guiado con la barra direccional, en La Pedriza. FdV

Pequeno, que se inició en el motañismo como deportista (“soy socio del Club Pena Trevinca desde hace 25 años y también soy socio de Montañeros Celtas”), se dedica profesionalmente al trabajo de guía de montaña (montó su propia empresa hace cuatro años), está especialmente sensibilizado con la inclusión en diferentes colectivos, no solo los ciegos. “También soy monitor de rocódromo y en Vigo también trabajo con otras asociaciones como Down Vigo, Igualarte, Alento, Discamino... , con los que hacemos también escalada inclusiva, para darle la oportunidad a gente que, sobre el papel parece que no puede practicar ciertas disciplinas, pero que simplemente trabajando y buscando adaptaciones, como es en este caso para los ciegos, pueden hacer este tipo de actividades”.

Pequeno, en Santiago con Discamino. nachopequeno.com

Con su empresa programa rutas por la Cordillera Cantábrica y Pirineos y, ahora en verano, se dirige a los Alpes. “Sobre todo hago el Tour del Mont Blanc, que es lo que más reclamo tiene para la gente”, puntualiza. “En mi actualidad profesional trabajo con grupos más pequeños; normalmente suelen estar entre seis o diez, dependiendo del tipo de trekking”.

“Siempre me pareció muy interesante comprobar cómo un ciego, en un terreno rocoso e irregular, inestable, se puede defender tan bien, siempre me llamó la atención”, comenta con cierto grado de admiración, al tiempo que anuncia que “los retos a los que nos vamos a enfrentar en Islandia van a estar siempre condicionados a las condiciones meteorológicas y al estado de la montaña;a partir de ahí, vamos a ir viendo”, anuncia. “En este caso nuestro trabajo como guía estará muy enfocado a la gestión del riesgo, evaluando y tomando decisiones en función de cómo se vayan encontrando ellos para poder gestionar la actividad”. Y tendrán un contacto permanente, “codo con codo” con los invidentes, “para montar el campamento base estaremos en las tiendas ayudándoles a situarse, ya que es un entorno que no conocen, indicarles las comidas, el material... Aunque son muy autónomos y ves la cantidad de recursos que desarrollan y es un aprendizaje también para nosotros”, reconoce: “No es un guía al uso, tenemos que hacer con ellos un acompañamiento activo durante todo el día”.

Tendrán dos o tres días para intentar la cumbre y el primer intento podría ser hoy si se cumple la previsión meteorológica que manejan. “Si saliese bien en este primer intento, lo que haríamos después serían unas prácticas en glaciar”. Eso marcaría el éxito total del programa, pero en caso de que hoy no lograsen hacer cumbre, siempre tendrían dos días de reserva para volver a intentarlo”, pronostica: “Como experiencia va a ser muy intensa, pero de todas formas estoy seguro de que va a ser muy gratificante”.

Como experiencia va a ser muy intensa, pero de todas formas estoy seguro de que va a ser muy gratificante

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Han estudiado el terreno sobre plano los recorridos, vías de escape, plan B por si surje alguna incidencia, y en función de eso se determinan los objetivos. Una vez allí, estudiarán previamente el terreno, lo que “nos dará muchas pistas a la hora de gestionar el grupo, porque la montaña es un terreno muy cambiante”, advierte.

En las dos primeras ediciones, celebradas en 2017 y 2018 se alcanzó la cima más alta de Alpes Escandinavos y de Noruega a la vez, el monte Galdhøpiggen (2469 m), cumbre que se lograba por primera vez en la historia por un grupo de Montañismo para Ciegos.

En la tercera edición se alcanzó la cumbre de la Aiguille de la Grande Sassière (Alpes Graianos, Francia), de 3.751 metros, la más elevada realizada en estos cursos, aunque la altitud no es uno de los retos buscados en esta formación.

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