“Constrúyelo y vendrán”, debió pensar Samuel Pereiro. Su campo de sueños es el Always TM, centro dedicado al tenis de mesa en la parroquia de Sanguiñeda. Lo abrió en 2018. En noviembre de 2019 Pereiro y sus primeros alumnos fundaron el C.T.M. Mos para federarse y competir. Han llegado más jugadores. Siguen llegando pese al oleaje de la pandemia. Son ya casi cincuenta, de toda edad y condición: adultos e infantes, mujeres y hombres, de movilidad convencional y reducida. “Los resultados, con tan poco tiempo, están siendo fantásticos”, celebra María López, jugadora y tesorera. En el club mosense todas las manos cuentan.

Iván Pombo, a la izquierda, en el Campeonato de España.

Las de Pereiro son manos de alfarero, que han modelado la simbiosis de Always y el C.T.M. Mos. El tenis de mesa ha sido su vocación desde que lo descubrió a los 12 años. “Es un entrenador fantástico, con mucha mano para los pequeños”, asegura María, de manos que sujetan la pala y echan cuentas. “El club nació para que los aficionados y sobre todo los niños pudiesen jugar una liga, ver qué han aprendido y hasta dónde pueden llegar. Con el COVID hubo meses en que el local estuvo cerrado o solo disponible en grupos muy reducidos, para gente con licencia. Un corte grande para el negocio de Samuel. Fue un shock. Está remontando”.

Todas las manos ayudan porque a todas han reclutado desde el inicio. “Este es un deporte inclusivo. Te permite competir contra cualquiera”, destaca María. “Una persona con discapacidad puede ganarte. Queremos fomentarlo también entre mujeres. Yo soy de las pocas adultas. En niñas estamos creciendo mucho”.

De ese medio centenar de miembros, son 22 las féminas. Entre ellas, Sofía, de 11 años, en discapacidad a pie, y Martina, de 13, en silla. Manos tiernas, las más jóvenes de toda España en sus respectivas categorías. La federación las ha reclamado para concentraciones. Martina ya había practicado baloncesto en silla y natación, incluso con beca. Lo ha dejado por el tenis de mesa, que le ha entusiasmado. María revela: “En el Campeonato de España estuvo hablando con Jordi Morales, medallista paralímpico, que se interesó mucho por ella. Se ve que tiene potencial”.

La victoria de Iván

Iván y Carlos, bien que adultos, son los otros dos jugadores del Mos de movilidad reducida. A Iván Pombo le cambió la vida una mala zambullida en el río Tea en el año 2000. Se quedó tetrapléjico: totalmente paralizado en el tren inferior, salvo por la espasticidad, y con escasa potencia muscular en sus brazos. Ilustra con humor: “No puedo agarrar con fuerza. Si me pones una chuleta, me tendrías que ayudar a cortarla pero yo podría comerla”.

Iván había practicado natación por terapia y tiro de carabina como afición: “Fue el único deporte que encontré en Galicia al que pudiera adaptarme”. Lo dejó en 2004 por problemas de salud. “Con el paso del tiempo hemos ido buscando actividades para desarrollar en el día a día”, explica el ponteareano. En diciembre de 2019, leyendo la sección de A Louriña del Faro, se enteró de que el C.T.M. Mos defendía la inclusión de personas con discapacidad. Recordó viejos tiempos. “Lo que yo había practicado antes del accidente era pimpón con amigos”, conviene. Recabó información, estudió algunos vídeos y visitó a Samuel Pereira. Este le aseguro que sus manos frágiles también tendrían acomodo. “Me mostró su proyecto. Se había estado formando en tenis de mesa adaptado. Sabía cómo lograr que practicásemos deporte”, relata.

Iván comenzó a entrenarse en febrero de 2020. Le sedujo tanto que regresó tras el cierre pandémico. Samuel le ata la pala a su mano, tan leve como constante, como el ala de un colibrí. Empezaron con vendajes. Ahora emplean gomas elásticas, que afectan menos a la circulación. “Los paralímpicos tienen algo hecho por profesionales de la costura. Hasta ese extremo no he llegado pero en un futuro, si voy ganando habilidad, espero poder atarme solo la pala”, anhela.

En la mano se refleja su progresión. Al acudir al Campeonato de España, a Iván le han tenido que calibrar su discapacidad. Lo han catalogado como de clase 1; la de menor movilidad en una escala hasta 5. En un escenario ideal, solos los jugadores de la misma clase se enfrentarían entre sí. La escasez obliga a mezclar. En Santander, sede del Nacional, solo él era de clase 1. Había tres clase 2. Iván fue capaz de derrotar a un clase 3 y desperdició un punto de partido ante un clase 5. “Me hizo ilusión ganar a alguien que está por encima a nivel físico”, reconoce. “Yo no me puedo estirar ni llegar a donde ellos llegan. Pude ver que lo que estoy entrenando da sus frutos. Te anima a continuar”. Iván detalla su rutina: “Empecé yendo tres veces a la semana por la mañana. Es adictivo y físicamente me está viniendo bien para ganar movilidad. Me beneficia en agilidad mental y visual, destreza, coordinación, reflejos... Hay cosas que antes no podía hacer y ahora veo que puedo echar una mano en casa”.

Manos que se despliegan y se agitan; manos que aplauden y acarician. El C.T.M. Mos envió dos jugadores al Campeonato Gallego de 2020, con bronce en dobles. Al de 2022, disputado en Zas, han acudido 30, con cuatro medallas. Y aún quedan por dirimirse varias categorías. Diez jugadores del club figuran entre los cuarenta primeros en el ranking estatal en benjamín, infantil y “disca”. Trece acudirán a la próxima cita nacional en Cartagena. “Nos estamos comparando con clubes que llevan muchos más años”, advierte María. Solo Monteporreiro, Narón y Oroso superan a la entidad mosense en el escalafón gallego.

Plan de difusión

No se conforman con lo conseguido hasta el momento. “Al haber nacido en 2019, con la pandemia de por medio, ha sido más complicado darnos a conocer y conseguir patrocinios”, argumenta la tesorera. Les gustaría poder costear entrenamientos a los pequeños. Samuel Pereiro y ella han solicitado una subvención de Iberdrola. Han concebido un programa que difunda el tenis de mesa por toda la provincia, con entrenadores y mesas itinerantes. Cuentan en su plan con Cogami, la asociación gallega de personas con discapacidad. Son manos que esperan porque son manos que dan.