No creyó el Villarreal en poder obrar el milagro de nuevo. Como si la magia se hubiera agotado ante Juventus y Bayern y como si al ver la final tan cerca el vértigo le llevara a renunciar a ser él mismo. El Villarreal se encerró en Anfield y no aguantó. Dos torpedos, uno en propia puerta de Estupiñán y otro de Sadio Mané, dejaron tambaleándose al conjunto español y apelan al milagro en la vuelta.

El plan del Villarreal fue claro y no pretendió engañar a nadie: aguantar. Resistir lo que dieran las piernas, la suerte y la precisión del Liverpool. Unai Emery dispuso al equipo para meterse atrás y esperar algún golpe de fortuna arriba. Pero el Liverpool se comió en intensidad y contundencia a los amarillos, que no eran capaces ni de ganar un duelo y que vieron cómo toda la primera parte –y la mayoría del partido– se jugó cerca de su área.

Tuvo que aguantar chaparrones de juego ‘Red’ y llegaron las ocasiones. No sufrir hubiera sido insólito. Tres latigazos de Luis Díaz desde la frontal, un cabezazo de Mané desviado, dos tiros largos de Salah y la joya de la corona, un zapatazo de Thiago a una escuadra.

No era un milagro que el Villarreal se fuera al descanso con 0-0, pero casi. Los de Emery no fueron arrollados, pero no estaban disputando el partido. Y no cambió el plan en la segunda mitad y la suerte cayó del lado inglés. Una entrada de Henderson por el perfil derecho llevó al capitán a centrar. La pelota tocó en Estupiñán lo justo para envenenarse y pillar saliendo a Rulli a por el centro. No pudo reaccionar a tiempo. Rozó el balón a contrapié sin poder despejarlo.

Un gol terrible para la estrategia de Emery, que se desintegró en dos minutos. Salah, quieto hasta el momento, quebró a la defensa amarilla con un pase entre las piernas de Pau Torres. Dejó solo a Mané, que metió la puntera directa a la red. Y tuvo que dar gracias el Villarreal de que el asedio no fue a mayores, porque hubo dos goles anulados por fuera de juego, uno a Fabinho y otro a Robertson, y porque Rulli estuvo cerca de liarse en un disparo lejano de Luis Díaz.

El 2-0 es un resultado malo, muy malo, pero no mortal. El Villarreal estará vivo en la vuelta, pero necesitará jugarla. No le valdrá sólo firmar la hoja de presentación, tendrá que ir a buscar al Liverpool.