Paco Amoedo se convirtió ayer en la segunda personalidad del deporte vigués que recibe el Premio Luis Miró que desde 2021 honra a una figura legendaria del deporte en la ciudad. El exatleta Carlos Pérez fue el encargado de inaugurar el palmarés de un galardón que nació con la firme intención de arraigar y convertirse en una de las partes más importantes de la gala del deporte. La fiesta del deporte vigués celebra sobre todo lo reciente, pero no quiere aparcar a quienes sembraron durante mucho tiempo, cuando hacer deporte era más complicado y que, con su ejemplo, enseñaron el camino a las generaciones posteriores.

Amoedo, emocionado, se dirige a los asistentes. | // RICARDO GROBAS

Después de valorar el extenso número de deportistas que podían aspirar a suceder a Carlos Pérez, finalmente el jurado se inclinó por reconocer la figura de Paco Amoedo, una persona sin la que sería imposible entender la historia del boxeo en la ciudad. Amoedo fue un joven boxeador que nació en Vigo en 1943 y comenzó a boxear a los 15 años (se saltó la edad reglamentaria) hasta 1968. Con veintinco años entendió que no tenía mucho futuro y se situó en la esquina para preparar a las siguientes generaciones de boxeadores y que acabarían por dar a Vigo numerosa relevancia a nivel nacional e internacional. En 1972 arrancaba el Polideportivo Saudade, con José Carlos Javier Ledo, dedicado a la lucha, al boxeo, al judo, a la halterofilia y el culturismo. El Carmen, Castrelos, 37 años en Urzaiz y, desde 2009, en Lavadores. El club, que tomó el nombre de la canción de Andrés Lapique do Barro “Teño saudade”, cumple medio siglo de vida. Púgiles del Saudade han conquistado 66 campeonatos de España y cuatro Europeos, además de disputar cuatro títulos mundiales y una treintena de Europeos

Luis Miró, que da nombre al premio, es otro de esos personajes esenciales en la historia del deporte de la ciudad. Llegó a Vigo en 1942 y su relación con el deporte llegó a través del atletismo. Primero como corredor, luego como entrenador. Más tarde sería profesor de gimnasia en diferentes centros de la ciudad (Instituto Santa Irene, Colegio El Pilar de los Maristas e Instituto Coia 2) y gracias a su dedicación cientos de jóvenes vigueses tuvieron su primer contacto con el deporte. En un tiempo complicado, Miró fue una pieza clave en el crecimiento de la ciudad a nivel deportivo. Su vida coincide mucho con la de Paco Amoedo, alguien digno de recibir su premio.