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Atletismo

Los números del corazón

La Vig-Bay regresa tras dos años con récords en participación, inclusividad y solidaridad

Salida de la vigésima edición de la Vig-Bay, en 2019. | // ALBA VILLAR

“¡Qué ganas de volver a vivir una épica Vig-Bay postpandemia”, le ha escrito un corredor a los organizadores; quizá uno de los que ha preferido mantener su inscripción desde 2020, renunciando a la devolución del dinero. La vigésima edición, primera en la que el maratón amplió la oferta habitual, se disputó el 7 de abril de 2019. “Casi tres años”, se sorprende y lamenta Eduardo Vieira, sostén de la prueba. Su empeño en este tiempo de olas siempre fue el de celebrarla, pero el COVID le ganó el pulso. La de 2020 se acabó suspendiendo apenas 17 días antes de la fecha prevista, “con todo lo que supuso”. La Vig-Bay quedó herida, pero jamás de muerte. Ha cicatrizado y este domingo regresa revitalizada, golosa en variedades y participantes. Con cifras que impresionan, aunque como simple radiografía. La Vig-Bay es una prueba con alma.

La organización, que Pilar Ruiz encabeza, ha apostado por mantener ese maratón que se ofertó al principio como puntual. Más de 300 intentarán completar los 42.195 metros. Para la prueba principal, el medio maratón, existía un tope de 5.000 que Vieira confiesa que se superará: “Asumo la responsabilidad”. En total, 5.500 atletas. Pero este año se estrena además la Minibay o “De la media, la mitad”. La organización cumple así una deuda que el alcalde de Nigrán, Juan González, siempre ha reclamado con buen humor: “Somos el concello por el que más transcurre la carrera y el único que no sale en el nombre”. Vieira acepta en igual tono: “Algunos decían que Nigrán era el guion en la Vig-Bay”. Desde el municipio intermedio saldrán los 1.000 que cubrirán 10.548,75 metros hasta Baiona.

En total, 6.500 con salidas escalonadas e itinerarios adaptados para concluir en el mismo punto. Son “cifras ya considerables en carreras de este tipo”, refrenda Vieira, consciente de que podrían haber cubierto una cuota mayor. En la primera edición fueron 613. Han priorizado mantener la Vig-Bay en magnitudes manejables, respetando su estándar de calidad. Más de 500 personas participan en la organización gracias al voluntariado que reclutan clubes como Celta, AVA, Atletismo Baiona y Sociedad Atlética Val Miñor.

A ellos se sumará un gran dispositivo de seguridad en el que participan diversas agrupaciones de Policía Nacional, Guardia Civil y las policías locales. En la presentación de la Vig-Bay abundaron las llamadas de responsabilidad a los corredores: “No rendirse no significa no parar a tiempo”. Para velar por la salud de los participantes, y ante cualquier problema que surja, se reunirán ocho médicos, dieciséis ATS, ocho ambulancias –la mitad de ellas, UVI móviles–, cuatro hospitales de campaña y veintidós desfibriladores. “Una estructura sanitaria con magníficos profesionales”, resume Vieira.

En cuanto a las características de los corredores, 744 proceden de Portugal y 165, de otra decena de países extranjeros como Bélgica, Reino Unidos y Estados Unidos. De los 6.500 inscritos, 1.420 son mujeres: el 6% en el maratón, el 17% en el medio maratón y el 52% en la Minibay. En cuanto a edades significativas, un hombre de 78 años y una mujer de 66 correrán el maratón; en el medio los topes son de 82 y 69 y en los 10 kilómetros, de 76 y 68. En el medio habrá podio en categoría de mayores de 75 años al cubrirse el mínimo necesario de tres. Los mayores de 60 serán 269.

La Vig-Bay es una cita inclusiva. Discamino repetirá presencia, con 31 vehículos con piloto y deportista con discapacidad. Entre estos, una mujer de 79 años. En cuanto a la vertiente social, la organización ha habilitado un dorsal solidario. Lo recaudado se entregará a la Fundación Casa Caridad de Vigo- Comedor de la Esperanza, que cada día da de comer a entre 130 y 150 personas, además de atender a más de 40 niños en régimen cerrado. Números precisos, ilustrativos, pero con corazón.

Presentación de la Vig-Bay, ayer, en el auditorio de la sede viguesa de Abanca. Xunta de Galicia

Sonrisas y dardos

La Vig-Bay dispara la concentración de autoridades en el auditorio de la sede de Abanca. El director territorial de la entidad financiera, Walter Álvarez, ejerce de anfitrión en la presentación de “la edición más especial”, tras dos años de pandemia. En la platea, los mandos de las fuerzas de seguridad, directivos de clubes atléticos, patrocinadores, los olímpicos Carlos Pérez y Franco Cobas... En la mesa, a un lado, la concejala de Deportes de Baiona, Miriam Mar Costas, y los alcaldes de Nigrán y Vigo, Juan González y Abel Caballero; al otro, el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete Lasa, y la delegada de la Xunta en Vigo, Marta Fernández Tapias, con Eduardo Vieira ejerciendo de tabique de contención. Estas ceremonias se desarrollan con cordialidad diplomática. Todos pronuncian palabras de “orgullo” por la Vig-Bay. Vibran, bajo la corteza, las corrientes internas: la tensión protocolaria del orden de palabra, la afabilidad de todos hacia Juan González, la frialdad entre Caballero y Lete. Fernández Tapias lanza un dardo al alcalde. Habla de los peregrinos que se pierden al llegar a Vigo. La mención a la guerra de los carteles xacobeos genera suspense. Pero Caballero ignora el guante. Esta vez.

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