El Rápido de Bouzas rendirá homenaje a José Fandiño este sábado, en los prolegómenos de su partido con el Estradense. José falleció hace pocos días, a los 91 años de edad. Sus tres hijos biológicos, el primogénito de su nombre, Rita y Francisco Javier, saltarán a la cancha. Realizarán el saque de honor. El club aurinegro les entregará una placa. Desde la grada y desde el corazón les acompañarán otros hermanos: esas incontables camadas de jugadores a los que José enseñó y protegió durante una larga vida dedicada al fútbol formativo. Algunos son hoy profesionales, como Yoel y Diego Mariño; la mayoría, anónimos devotos.

José, a la derecha, con Miguel Abreu, su compañero inseparable en el Rápido.

José, a la derecha, con Miguel Abreu, su compañero inseparable en el Rápido. Armando Álvarez

José trabajó durante buena parte de su existencia como mecánico y electricista en Frigoríficos de Vigo. El fútbol fue su pasión; también como entrenador cuando dejó de jugarlo. Llegó a dirigir al Caselas. Pero prontó se volcó con la cantera, tanto en el Arenas de Alcabre como especialmente en el Rápido. En la entidad boucense estuvo más de tres décadas. Ya había sobrepasado los 80 y aún seguía adiestrando a los porteros.

“Era vecino nuestro en Bouzas. Lo conocía mucho”, comenta Juan Portas, que se está encargando de preparar el homenaje del Rápido. “Era muy buena persona y muy enrollado con los chavales. Muchas generaciones pasaron por sus manos. Solo lo dejó hace cuatro años. Estaba bien de cabeza, pero su mujer se había puesto enferma y ya no podía venir tanto”.

Tina, la mujer de José, falleció hace tres meses, preludiando su propio final. Llevaban más de sesenta años juntos. “Cuando se fue mi madre, él se fue apagando”, describe su hijo Fran. “Ya tenía problemas de movilidad, de corazón... Falleció en su casa, en cama”.

A José, “al tener tanta vitalidad”, le había costado asumir esas últimas limitaciones físicas. Se había mantenido en forma más allá de lo acostumbrado. “Era un fanático del deporte y de la condición física. Cada mañana hacía sus ejercicios. Con 80 años realizaba movimientos, tipo planchas con una mano, que los chavales no eran capaces”.

Fran recuerda a su padre “siempre con el fútbol, toda la vida”. Una afición que le inculcó. Fran militó en las categorías inferiores del Celta entre 1980 y 1994. Alcanzó al Celta B en una oleada en la que coincidió con Míchel Salgado, con el que conserva la amistad. Su padre lo subió y bajó de A Madroa durante buena parte de esas catorce temporadas, hasta que él pudo sacarse el carnet de conducir y tener coche. Fue entonces cuando José se volcó en la cantera del Rápido, especialmente con benjamines y prebenjamines. “Eran como sus hijos. Se preocupaba por ellos a nivel personal, por sus estudios...”, confirma Fran, que hoy regenta el box de crossfit Centaurus.

Como entrenador de porteros, en sus últimas temporadas en el Rápido.

Como entrenador de porteros, en sus últimas temporadas en el Rápido.

No solo él ha heredado la pasión por el deporte. Su hermano mayor, José, también ha orientado su trayectoria profesional en ese sector. Posee un centro deportivo en A Guarda, es maestro de judo y fue pionero en la introducción del aerobic en España.

Los hijos de José, conocido su fallecimiento, han recibido muchas llamadas: las de esos chicos, hoy adultos, que ayudó a criar. “Mucha gente le tenía mucho cariño”, se emociona Fran, que quiere que el homenaje a su padre sirva en cierta manera como reconocimiento “a todos esos que cuando acaba su jornada laboral se dedican a echar una mano en el deporte de base, sin ánimo de lucro. Quedan pocos”.