“¡Soy un gran jugador, tienes que venir a verme!”, imploraba a su padre un benjamín Reinildo Mandava (Mozambique, 1994), el nuevo lateral del Atlético que debutó el domingo en el Camp Nou. “Mira, aún no eres lo suficientemente bueno”, le respondió. En un momento del encuentro, el joven mozambiqueño miró hacia un árbol. Escondido, su progenitor, exfutbolista, como gran parte de su familia. Hizo el partido de su vida. De vuelta en casa, el padre confesó: “Hijo mío, si sigues así, serás un gran jugador”.

Al poco, Reinildo perdió a su padre. “Estas dos pérdidas han marcado su carácter a lo largo de los años, pero en el aspecto positivo”, señala Luis Gonçalves, exselecionador de Mozambique. Su primer contrato lo firmó con 18 años, en uno de los mejores clubes de Mozambique, pero que le pagaba apenas 30 euros. Nada que ver con los tres millones más variables que ha pagado el Atlético por él al Lille.

Reinildo enterró a su madre antes de dar el salto al filial del Benfica. “Márchate, hijo mío”, le dijo en su lecho de muerte. No pudo consolidarse por culpa de una lesión y salió cedido hasta que fichó por el Belenenses. “Esas experiencias le convirtieron en un gran generador de buen ambiente en un vestuario”, apunta Gonçalves.

“Jugábamos contra el Oporto. Estábamos listos para salir al estadio cuando irrumpe el presidente del Belenenses y le dice a mi entrenador: ‘¡Reinildo no puede jugar, va a fichar por el Lille!’. Pensé que era una broma. No había un lateral suplente”, contó el jugador para el canal oficial del club francés, que pidió su cesión con una opción de compra.

Desde la secretaría técnica tenían plena confianza en él, a pesar de que jugó cinco minutos en cuatro meses, siempre por detrás de Youssouf Koné, que se marchó en el verano de 2019. ¿Era ya su turno? Apareció el croata Bradaric en su camino. Una vez más, paciencia y resiliencia.

Y al fin llegó la consagración, durante la pasada temporada, en la que fue uno de los pilares del título de Ligue 1 conseguido por el Lille. Reinildo fue declarado el mejor lateral de un campeonato que celebró envuelto en la bandera de Mozambique, donde fue recibido como un héroe por casi todos. Recibió la medalla al Mérito Deportivo, pero horas después sufrió un asalto armado. Querían robarle su coche nuevo. Por suerte para él, consiguió refugiarse en una comisaría.