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Vela

El regatista Alberto Viejo sobrevive a un grave accidente en la ría de Vigo

Quedó enganchado en un timón tras caer al agua en un entrenamiento

Alberto Viejo, durante la Copa de España de 6m. | // ©️MARIA MUIÑA / RCNS

Alberto Viejo se recupera en el Hospital Cunqueiro del accidente que sufrió el pasado sábado. Viejo, ourensano de nacimiento y afincado en Vigo, uno de los regatistas gallegos más prestigiosos, cayó al agua durante un entrenamiento en la ría olívica. No pudo apartarse del casco y se quedó enganchado en uno de los timones. Además de permanecer varios segundos bajo el agua, el impacto le ha causado diversas lesiones internas de las que ha sido operado. Una combinación de fortaleza, pericia y fortuna han impedido que el percance haya tenido consecuencias fatales.

Todo sucede a última hora de la mañana del sábado. Laureano Wizner patronea un Swan 36. Es una embarcación de alta competición, que se utiliza especialmente en las regatas mediterráneas. Se caracteriza por sus foils, las estructuras de la quilla que reducen la fricción con el agua, y por su doble timón en popa. Wizner ha enrolado como tripulantes en este entrenamiento a especialistas de tanto nivel como el olímpico Nico Rodríguez y el propio Alberto Viejo, multicampeón de la Rías Baixas y que ha competido en pruebas como la Admiral’s Cup, la Sardinia Cup o el circuito de Transpac 52.

De Viejo destacan sus amigos el perfeccionismo que practica a bordo. El vigués distingue un cabo mal dispuesto a proa y aunque no influye en la navegación, se aproxima a solucionarlo. El Swan, a diferencia de otras embarcaciones, no tiene protección contra las caídas en esa zona. Mientras Viejo se afana con el cabo, una ola lo desequilibra, resbala y cae.

El regatista no es capaz de impulsarse sobre el casco para alejarse en su trayectoria. En ese momento el Swan navega a entre 10 y 15 nudos, con el timón de barlovento a la vista. Alberto Viejo se engancha en él por la boca del estómago. Queda doblado, con la inmensa fuerza que el agua ejerce a esa velocidad. Son segundos angustiosos. Experto en mecanismos de supervivencia, recuerda que tras los timones se acumulan pequeñas bolsas de aire, que aprovecha para respirar porque en la sorpresa del desliz no ha tenido tiempo de hinchar los pulmones. Tres veces intenta liberarse, sin lograrlo. En cubierta, sus compañeros aguardan a verlo asomar por popa. Wizner se percata de lo que puede estar sucediendo bajo el casco y maniobra para que pueda soltarse del timón. La zodiac que sigue al Swan lo recoge.

Alberto Viejo está magullado, aunque cree que todo se ha quedado en un susto. Por si acaso, lo trasladan a la dársena del Náutico. El dolor del estómago se acentúa y se desmaya. Aunque recupera la consciencia, llaman a una ambulancia. Viejo se acerca hasta su domicilio, que queda próximo, para cambiarse de ropa y que el acceso de la ambulancia resulte más sencillo. El sanitario se da cuenta enseguida de la gravedad de su estado. Su temperatura está bajando.

–Tienes una hemorragia interna.

Viejo, ya en el hospital, aún terquea en que se encuentra bien. El cirujano, amigo suyo, es gráfico en su descripción:

–Tienes dentro una granada sin seguro y va a estallar si no operamos.

El regatista se está desangrando. Tiene rasgada la aorta. El bazo y un riñón también se han visto afectados. La intervención quirúrgica es satisfactoria. Suturan la vena y reparan los organos. Alberto Viejo, todavía en la UCI, evoluciona de manera favorable. Le ha salvado su trabajada musculatura abdominal, el neopreno ajustado que presionaba la zona y la baja temperatura de la ría en invierno, alrededor de 12 grados ese sábado.

Su familia no ha parado de recibir llamadas de apoyo; entre ellas, del rey emérito, Juan Carlos, con quien Alberto Viejo regatea en el Bribon 500.

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