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Argentina

2021: el año que partió en dos la historia de Messi

Ganó la ansiada Copa América y se convirtió, por fin, en el ídolo de su país, pero su marcha del Barcelona le ha restado brillo en el plano de equipos

Mural dedicado a Messi en Rosario.

Leo Messi concluyó su año más singular en Rosario, su ciudad natal, bailando cumbia con su esposa Antonela Roccuzzo, o posando junto a sus hijos con un paisaje de la prosperidad familiar de trasfondo. Le gusta ser imagen global. Días atrás compartió en las redes sociales un mural que le rinde homenaje muy cerca de la casa donde se crío, allí donde, de noche, zumban las balas y arrecian las sirenas policiales que siempre llegan después de un nuevo crimen del narcotráfico.

Leo ha sido pintado de frente. Los calzados de fútbol cuelgan alrededor del cuello. Sobre su pecho se ve a un Messi niño, el pibe que todavía lleva a adentro cuando juega. "De otra galaxia y de mi barrio", se llama la representación, y no es la única. También se ha inaugurado otra de 69 metros de altura, a pocas manzanas del Monumento a la Bandera. Messi tuvo un 2021 vertiginoso que, a su vez, quedará como un parteaguas en su biografía.

Ganó la ansiada Copa América con el combinado argentino, y ante Brasil. Levantó el trofeo con los ojos anegados. Volvió a llorar cuando anunció su sorprendente partida de Barcelona. La congoja pareció curarse rápido con el consuelo de los millones catarís. El PSG lo recibió exultante. La sonrisa del mejor jugador del mundo se recompuso. El cambio del Mediterráneo por París pareció sentarle bien. Y, como si fuera poco, ganó su séptimo Balón de Oro, otra manera de testimoniar que Messi siempre es acumulación y exceso (talento y millones).

La adaptación al PSG

Entre tanto fulgor, algunas motas opacas han despuntado. Por el momento, Messi no ha revolucionado al PSG. Su conexión con Neymar y Mbappé es intermitente y el equipo está lejos de exhibir el poderío demoledor que se conjeturó con su cambio de camiseta. La Pulga participó de 15 partidos, anotó seis goles y dio cuatro asistencias. 'Cies Football Observatory', el portal de estadísticas y transferencias, no ubicó a Messi en el equipo del año de la Ligue 1. Luis Suárez, su compañero de hazañas en el Barça, atribuyó los ritmos de adaptación al frío parisino. Ángel Di María cree que los jugadores del PSG todavía deben aprender a jugar con él. Solo el tiempo pondrá las cosas en su lugar.

'Transfermarkt' estimó, no obstante, que la cotización de Messi ha bajado en el mercado del fútbol. Pero a los 34 años, Messi no da señales de preocupación. Sumido en el "Summer rosarino", como lo llamó su esposa, alejado por unos días de los rigores de la alta exposición, el astro confía en que el futuro será aún mejor que el pasado esplendoroso. Su estirpe de competidor extremo permite inferir que al menos dejará la vida para alcanzar los objetivos por los cuales fue traído al PSG. Pero, por sobre todo, está el Mundial 2022, que lo encontrará con 35 años.

Ecosistema cómodo en Argentina

Después de años de frustraciones, se ha formado alrededor de Messi un ecosistema en el que se siente más cómodo. Leo encuentra en la nueva camada de jugadores (Dibu Martínez, Cristián Romero, Rodrigo de Paul y Lautaro Martínez) las razones para, al menos, esta vez soñar con fundamentos con la Copa del Mundo. Argentina ha exhibido su musculatura en las eliminatorias, al punto de clasificarse con bastante antelación. La selección que dirige Lionel Scaloni llegó a un alto como inesperado nivel de rendimiento.

La gran pregunta que se formulan algunos en Buenos Aires es si el equipo llegó demasiado temprano a su punto de maduración, para comenzar a decaer a lo largo del año venidero, o todavía tiene un trecho para mejorar y estar a la altura de los favoritos a consagrarse en Qatar. "Tenemos al mejor de todos y eso hace la diferencia", aseguró Óscar Ruggeri, integrante del seleccionado que se consagró en México 86, de la mano de Diego Maradona, y desde hace años, presentador de fluida verborrea de un canal televisivo.

Profeta en su tierra

La Copa América obtenida a mitad de 2021 ha provocado también un punto de corte respecto a la relación de Messi con los argentinos. Si antes, una parte de los hinchas y el periodismo le reprochaban que su rendimiento no se asomara al del Barcelona, después de lo ocurrido en Brasil, solo escucha las empalagosas mieles del elogio. Se ha convertido, finalmente, en profeta en su propia tierra. La "messimanía" se ha acentuado por otro factor ajeno a sus propias proezas: Maradona ya no está presente.

"El que no quiere a Messi, no quiere a su mamá", dijo un comentarista de ESPN, Sebastián Vignolo. Y Leo se deja querer, mucho más en esa Rosario que no solo gana fama mundial por haber sido su lugar de origen. Mientras él se zambulle en una piscina o en el río Paraná, las tasas de criminalidad escalan a su alrededor de manera escalofriante. La violencia narco ha transfigurado a la ciudad, al punto de ser llamada "la Sinaloa del sur". En el año del séptimo Balón de Oro fueron asesinadas casi 250 personas.

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