No era normal que Chris Froome, con cuatro Tours, dos Vueltas y un Giro a la espalda, llegara a París, el 18 de julio, a 4 horas y 12 minutos de Tadej Pogacar en un anónimo 133 puesto de la general. Y tampoco que no se le hubiera visto ni en una escapada; nunca en las posiciones distinguidas del pelotón. Se le apunta como mejor resultado la 72ª plaza conseguida en la 15ª etapa, la que llegó a Andorra.

En el Tour, por ser el corredor que había logrado cuatro triunfos y el único que por ahora aspira a la quinta victoria de Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin, captaba las imágenes de la televisión muchos días. Pero era siempre el mismo plano, en el que se veía a Froome descolgarse a la primera rampa.

¿Era normal que todo un campeón de la prueba sufriera tanto? ¿Cómo podía ser que ese ciclista que había dominado Francia estuviera tan mal? Él nunca hablaba de la retirada y ni siquiera buscaba la excusa de la grave caída que sufrió en 2019 en un entrenamiento durante el Critérium del Dauphiné, carrera que ha ganado tres veces. En julio, atendía a la prensa y de vez en cuando hablaba de “problemas intestinales”. Pero nada más. No era un corredor que buscase pretextos para defender un nivel tan flojo de ciclismo.

Ahora se ha sabido. Había una razón patológica en su bajo rendimiento: los gusanos, los parásitos que se movían por su intestino. Froome ha sufrido durante este año los nocivos efectos de la esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria común del África subsahariana, que llegó a América en el tráfico de esclavos, que afecta a 200 millones de personas y que mata cada año a 200.000 contagiados. Sin embargo, tiene tratamiento, hasta el punto de que el ciclista británico ya ha superado la enfermedad. “Froome estuvo bloqueado todo el Tour por culpa de los parásitos. Nos decía que estaba siendo su Tour más difícil y que estaba gastando muchas más energías que en cualquiera de los disputados antes. No era normal”, explica Sylvan Adams, propietario del equipo Israel Up-Nation, que lidera Froome. Tras ser tratado el ciclista británico siente que su rendimiento en los entrenamientos ha comenzado a mejorar y espera en 2022 dar una imagen más acorde a su nivel.