Saltó el Real Madrid al Bernabéu reconfortado por el triunfo en el Camp Nou para medirse a un incómodo Osasuna. Un equipo solidario y ordenado. Lo que Ancelotti calificaría como un conjunto “inteligente en defensa”. Se plantaron en el césped y esperaron a los blancos atrás, sin regalar un espacio, y realizando ayudas una tras otra al flanco izquierdo madridista, por donde insistía obsesivamente con un Vinicius en estado de gracia. Oxigenado el equipo con un hombre en cada línea (Carvajal atrás, Camavinga en el medio y Asensio arriba), los blancos eran incapaces de resolver el sudoku que le proponía Jagoba Arrasate.

Abusando de un Vinicius muy controlado, Kroos y Camavinga se animaron con alguna aparición, que no llegó a buen puerto. Llevaba razón Koeman, “la identidad del Real Madrid es la de un equipo que juega a la contra”. Y cuando le toca cambiar la propuesta, lo pasa mal. Osasuna, más allá del orden, se mostró como un equipo ambicioso que no dejó de mirar arriba con un Chimy muy vertical.

Concluyó la primera parte con una sensación de tranquilidad para los pamplonicas, que no sufrieron, por más que la posesión fuera blanca (73%). El balance de disparos a puerta delataba que los visitantes no se conformaban con el empate: siete disparos del Madrid por cuatro de Osasuna. Karpov (Arrasate) controlaba con solvencia a Kasparov (Ancelotti), que no encontraba soluciones en su pizarra líquida.

Arrancó la segunda mitad con un cambio y un susto morrocotudo para los blancos. Camavinga dejaba su sitio a Rodrygo, empujando atrás a Asensio, y Moncayola mandaba al palo una contra lanzada por Chimy. Benzema asumía más protagonismo descolgándose para tratar de abrir el campo con Rodrygo en la derecha y liberar a un Vinicius exprimido en la primera parte. Pero Osasuna cerraba y neutralizaba el juego blanco ocupando con mucha gente el carril central. Jagoba seguía dando al Madrid de su medicina, con mucho orden atrás y mucha velocidad arriba. Ancelotti daba vueltas al tablero tratando de encontrar soluciones, pero enfrente había un ejército de soldados con un plan muy bien trabajado.

Avisó Benzema con un tiro que lamió la escuadra tras un recorte majestuoso antes de que movieran ficha los técnicos. Arrasate puso pulmones nuevos con Rubén García y Brazanac, mientras Ancelotti daba la alternativa a Hazard por un intrascendente Asensio, una vez más, y los laterales. El partido entraba en la fase final con el Real Madrid plantado en el balcón del área rojilla y los navarros más pendientes ya de guardar el empate que de buscar el triunfo,.

Se agotaba la paciencia de los blancos. Evidencian que es un equipo con más pegada que fútbol en el que sigue habiendo jugadores de presente funcionarial y futuro dudoso como Asensio o Hazard. Digieren mal los partidos en los que los rivales le entregan la pelota y clausura los espacios atrás. Osasuna ha enseñado el camino a otros. Y los blancos solo suman un triunfo en los cuatro últimos partidos. Ancelotti tiene razones para preocuparse.