Es su selección. En las grandes decisiones (no se llevó a ningún jugador del Madrid a la Eurocopa, sometido a diario al examen de la poderosa prensa de la capital) y, al mismo tiempo, en los pequeños detalles. Luis Enrique tiene claro el camino. Y a quien quiere a su lado, sin importarle lo que suceda a su alrededor. A más ruido, más Luis Enrique. Toma medidas que tienen, además, una importante carga simbólica.
A Gavi, recién llegado a la elite, se le verá con el dorsal número nueve en la Nations League. Y a Sergi Roberto, criticado por su irregular rendimiento con el Barça, llamado a última hora por la lesión de Brais Méndez, que curiosamente había suplido al también lesionado Pedri, le corresponde el honor del 10. Un número también repleto de historia.
El 15 de Ramos para Porro
Además, el 15 que perteneció durante años a Sergio Ramos, actual defensa del PSG, aunque todavía no ha debutado en Francia, quedará depositado ahora en la espalda de Pedro Porro, el exlateral del Girona que ahora triunfa en el Sporting de Portugal. Ese número, tras la polémica ausencia del defensa andaluz, quedó libre durante la última Eurocopa en la que rejuvenecida España de Luis Enrique alcanzó las semifinales, doblando la rodilla en la tanda de penaltis ante la Italia de Mancini, que necesitó los penaltis antes de alcanzar el título en Wembley.
Ahora, es el mismo rival. Pero distinta selección, castigada por las lesiones, y el mismo Luis Enrique, a quien no le tiembla el pulso para llamar a Gavi, un adolescente que ha aprovechado la penuria del Barça -sin dinero, sin estrellas- para cautivar a Koeman como ya hizo en su día Pedri.
Y el técnico asturiano, atento a la irrupción de jóvenes talentos, no ha dudado en llevárselo a la final a cuatro que se celebra a partir de este miércoles en Italia. Por mucho que digan sobre esa insólita llamada del joven andaluz (cumplió 17 años el pasado 5 de agosto), Luis Enrique siente que es el momento.
Así lo hizo en su día con Ansu Fati. Así lo repitió también con Pedri. Yahora se lleva a Gavi, con siete partidos en el primer equipo del Barça (apenas 363 minutos), a la selección absoluta. Prueba de la profunda valentía del seleccionador, que renegó de la herencia de Rusia-2018, dispuesto a crear su obra sobre nuevos pilares.
