Ni con veteranos ni con jóvenes. Ni con tres centrales ni con cuatro, tanto da un pivote como dos. El Barça sigue a la deriva, sin saber hacia dónde va, desnortado, sin referencias para tomar un rumbo estable que le permita, algún día, salir de la tormenta. Lo único cierto es que el equipo va acumulando derrotas (tres, tantas como victorias, ninguna de lustre) por la desorientación que desprende Koeman, fomenta Laporta y trasladan al campo los jugadores con sus errores.

Tampoco se esperaba una reacción formidable del Barça en su visita al Atlético, con lo que el resultado entraba dentro de lo posible. Hasta ahí ha llegado el equipo, que genera poquísimas expectativas, falto de personalidad en el campo, con los veteranos discutiendo; no así en el banquillo ni en el palco, que con los tiros cruzados van dejando el césped lleno de casquillos. A ver quién lo barre.

Aunque estaba en la cuerda floja por más que Laporta le ratificara , Koeman fue valiente reuniendo a Nico y Gavi para dotarle de cierta personalidad futbolística. La inocencia de algunas bolas perdidas, sorprendidos aún por la mayor velocidad con que se juega, lo compensan con el buen criterio para mover la bola. Pero Mingueza y Araujo, son demasiado respetuosos, y mostraron toda su ternura, engañados ambos en los goles. Qué diferencia con los centrales del Atlético, que no dan ni los buenos días.

Una simple triangulación de fuera hacia adentro abrió en la zaga azulgrana una autopista, más que un pasillo, por la que se coló Lemar viniendo del otro lado. Un error que se repitió minutos después, fallada por Luis Suárez. Ese es el Atlético: acertó y falló. El Barça falló y falló y anduvo a remolque en el marcador, lo peor que le puede pasar con un equipo tan blando y cambiante, sin que sus futbolistas acaben de saber qué tienen que hacer ni como replegarse para evitar contrataques de manual.

Con los niños jugó el Barça un partido agónico, tenso y de colmillo afilado. El Atlético representa el perfil de equipo depredador y competitivo, que ni ofrece ni perdona.

Debe ser que este Barça no motiva ni da motivos por gastarse una pasta para verle. Recuperó algunas señas de identidad en la disposición táctica, excepto en el doble pivote, muy limitativo, y el deseo de ejercer el control a partir de la posesión pero con la lentitud del equipo que no se fía de sí mismo, temeroso de que un error lo pagará caro. Lo comprobó.

Un ejercicio voluntarioso el de Koeman con futbolistas desubicados de su mejor rol; Frenkie de Jong en la derecha sin profundizar ni abrir el campo, Coutinho en el centro sin ver líneas de pase delante y Gavi anclado en la banda. El holandés trata de ganar tiempo esperando a los delanteros ausentes, tal que esa vaya a ser la solución al despropósito general. La salida de Ansu Fati fue regeneradora, pese a que fue sustituido Coutinho cuando mejor estaba, aunque falló una clara ocasión gestada por Gavi, constante como nadie en las filas azulgranas.