Guillermo Clavijo, Guille en las alturas, se tuerce el tobillo en el tercer entrenamiento. Aprieta los dientes, se somete a los masajes de un fisio y regresa una semana más tarde sonriente. Se sostiene sobre la pista del Mercantil a sus 41 años y 206 centímetros. Marco Pereira, Perete para amigos y rivales, culea a sus 45 años, 194 centímetros y 97 kilos, haciéndose hueco en la zona, y le susurra consejos al compañero adolescente al que defiende. Ambos, históricos del baloncesto local vigués, ya no contaban con andar fajándose en Autonómica. Los dirigentes del Iberconsa Novobasket les han pedido este último servicio. Los han enrolado para apuntalar al imberbe equipo sénior del club, que se estrena en Segunda. Guille y Perete construyen un legado que las generaciones venideras disfrutarán. Juegan en el nombre de sus hijos. Omar y Adrián los prolongan.

Jugadores del primer equipo sénior del Novo Basket, en el Mercantil. | // PABLO HERNÁNDEZ GAMARRA

El Novobasket, por segundo año consecutivo, posee equipos en la máxima categoría de la Liga Gallega entre alevín y júnior. “Cuentan con los mejores entrenadores que un niño puede tener en Vigo junto con el Celta femenino”, sostiene Perete. César Iglesias ejerce de director técnico. Yago Casal es el coordinador. A la estructura del club, sin embargo, le faltaba su culminación. “Entendíamos que el paso siguiente era darles a los jugadores la posibilidad de competir en categoría sénior”, explica Casal. “El club tenía esa capacidad y ha asumido un esfuerzo importante a nivel presupuestario con el apoyo de los patrocinadores”. La irrupción en Segunda División Autonómica frena, además, la fuga de chicos en segundo año júnior a otras entidades que los tentaban con ese horizonte entre los adultos e incluso la posibilidad inmediata de alternar con ellos. Añade Casal: “A medio plazo la intención es poder jugar en Primera y crecer conforme lo vayan haciendo los jugadores”.

Adoptada la decisión, faltaba por construir la plantilla. El equipo se le ha encomendado a Samuel Míguez, que se plantea el reto desde una perspectiva pedagógica. “Novobasket es un club de formación. La idea es que el equipo sénior sirva de trampolín para aquellos que quieran progresar hacia categorías superiores, tanto para jugadores del club como para los de otras ciudades que vivan su etapa universitaria en Vigo”, explica. En lo inmediato, con todo, el material a moldear era básicamente el propio, con los nacidos en 2003 como cimiento. “Una generación corta”, cuantifica Míguez. Y aún tierna. Llega septiembre sin demasiados fichajes y a ese puñado de juncos, todos por debajo de los 20, les urge claramente alguien que los proteja de las inclemencias de picardías y codos.

Así que César Iglesias descuelga el teléfono y llama a los padres de canteranos del club cuyo currículo conoce. Guille, inevitablemente pívot, ha jugado en ABC, Porriño, Ureca y Nigrán. Ha ganado Vigo en Xogo en varias ocasiones con Beade. Perete se formó en Coia y con el Salesianos plantaba cara a aquella escuadra de Maristas que con Cholas se proclamó campeona de España cadete. Después, Chocolates Sabú, Aguas de Mondariz, Mos, Universidade, C.B. Vigo, Setentas y Nigrán, con la Liga EBA como techo. Un prolífico anotador, de naturaleza exterior, que con los años ha ido instalándose en la pintura.

“Necesitaban centímetros y kilos”, recuerda Perete que les especificó César Iglesias. Ni él ni Guille se habían planteado seguir jugando a ese nivel. Perete flirteaba incluso con la posibilidad de centrarse en el pádel. No han podido negarse. Comprenden la urgencia. “El éxito de este año es que el equipo salga”, concreta Perete. “Veremos cómo se compite. Espero que los chavales no caigan en la desidia si no se ganan partidos. Les valdrá para mejorar si adoptan esa filosofía. Los veteranos empujaremos”.

“Los entrenamientos con los chavales son divertidos”, asegura Guille. “Hay que ponerse en forma porque ellos se mueven a otra velocidad. Nosotros les podemos transmitir conceptos que todavía no han asimilado. Son buenos técnicamente, pero les falta pillería”. Perete confirma: “Creo que puedo aguantar el ritmo. Estoy disfrutando. Corrijo cosas que hacía mal antes. Con los años pierdes fuelle pero ganas en saber estar y decidir”. Míguez completa de ambos: “Saben lo que exigimos de cada jugador y ayudan a los jóvenes a mejorar”.

El amor los alimenta en sus dolores. Omar, el hijo de Guille, figura entre los júniors que colaboran en los entrenamientos. “Mi ilusión es poder jugar algún partido con él; este año o el que viene, si siguen contando con nosotros. Mientras el cuerpo aguante ahí estaré, dando el callo”. Perete divisa ese instante mucho más lejos, quizá incluso en el territorio de lo imposible. Su Adrián todavía tiene 11 años. “No creo que se vaya a dar. Deberían pasar cinco o seis temporadas. Ojalá el club esté en una posición o mi hijo sea suficientemente bueno como para no jugar en el mismo equipo en el que pueda estar yo. Pero uno de los motivos por los que juego es el cariño al Novobasket. Si Adrián dispone de un equipo sénior en el que disfrutar del baloncesto, que es lo más le gusta igual que a mí, egoístamente pensaré que habré aportado mi grano de arena para que tal equipo exista”.