La inclusión en el itinerario de 2021 de una etapa, la penúltima de esta 76 Vuelta a España, con un claro perfil de gran clásica, ha provocado un terremoto de grandes dimensiones en la competición, en la que los mejores de la general han reivindicado su posición pero también ha dejado como principal víctima al colombiano Miguel Ángel López (Movistar).

Los 202,5 kilómetros entre Sanxenxo y Mos Castro de Herville se presentaban como una sibilina tortura por las carreteras pontevedresas, sobre todo en su segunda mitad y los pronósticos previos no fallaron.

Tampoco lo hicieron los favoritos que sabían que en los continuos sube y bajas que reflejaba el perfil, así como los cinco puertos que jalonaban los 100 kilómetros finales, podían ser terreno abonado para intentar la sorpresa. Una sorpresa que llegó.

A casi todos les había llegado la información de que los 3.450 metros de desnivel acumulado en el recorrido, buena parte de ellos en el tramo final, podían pasar factura y lo que se necesitaba era poner los medios necesarios para intentar provocar el vuelco en la clasificación.

El líder Primoz Roglic (Jumbo) salvó los muebles sin excesivos problemas. Ha demostrado ser el mejor durante las veinte etapas ya disputadas y tendrá la oportunidad de poner un broche de oro a su tercer triunfo consecutivo en la Vuelta en una etapa que si la hubiera solicitado a la carta es probable que no se la hubieran servido tan adaptada a él.

El esloveno es el máximo especialista en contrarreloj presente en la Vuelta y podrá lucirse a su gusto en los 33 últimos kilómetros de esta edición.

Los encargados de "dar espectáculo y darlo todo", como explicó el colombiano Egan Bernal al final de la jornada, fue una vez más el Ineos Grenadiers. En el momento en el que apareció en el horizonte el primer puerto del día, el Alto de Vilachán, empezaron el trabajo de machaque a sus rivales.

El equipo con mayor presupuesto del pelotón mundial se irá sin triunfos parciales en la carrera española, pero en esta edición la mayor parte del espectáculo lo han protagonizado los ciclistas de los maillots negros con franja granate.

Ya fueron los protagonistas sin premio de la histórica etapa de los Lagos de Covadonga con un ataque a 60 kilómetros de meta de Egan Bernal al que solo secundó Roglic. Esta vez volvieron a serlo.

En esta penúltima jornada, a 90 kilómetros de meta empezaron a animar el día para culminarlo a 60 kilómetros de meta en el Alto de Mougás, el único catalogado de primera categoría.

Después de "mil ataques", dijo Bernal, en los que quien más quien menos tenía al máximo la saturación de ácido láctico, Adam Yates fue el que protagonizó la aceleración que desencadenó el terremoto que alcanzó el mayor grado. Los anteriores se habían quedado en avisos.

Tras el inglés salieron Roglic, el español Enric Mas (Movistar) y el australiano Jack Haig y el suizo Gino Mader (Bahrain Victorius). El quinteto iba a ser el que protagonizara el resto de la etapa.

Por detrás Miguel Ángel López no reaccionó a tiempo, bien por falta de fuerzas o por no hacer una buena lectura de la situación, lo mismo que su compatriota Egan Bernal fueron los principales damnificados. El podio le decía adiós.

La tortura para López había comenzado. Tan excepcional escalador, sus triunfos en el inédito Picu d'El Gamoniteiru o en el col de la Loze en el Tour de Francia 2020 lo atestiguan, como ciclista falto de carácter en otros momentos asumió durante unos pocos kilómetros la persecución del quinteto en solitario.

Cuando vio que no podía soportar la carga psicológica de llevar a un numeroso grupo de rivales levantó el pie. La presión a la que se veía sometido la transformó en insoportable y tras una veintena de kilómetros de penar tomó la inusual decisión de bajarse de la bicicleta. No quería o no podía seguir peleando por simplemente verse apeado del podio.

Recién renovado su compromiso con Movistar, habrá que ver si su decisión tiene otras consecuencias, bien de forma pública o privada.