El mundo del tenis se encamina hacia ese momento insoportable en el que haya que despedirse de la maravillosa rivalidad que han escenificado Rafa Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic. “El día que se retiren...” era una de esas expresiones hechas que los aficionados llevan más de una década dejando escapar como una maldición. Cada duelo memorable, cada recital, cada tarde inolvidable de tenis venía acompañada siempre de esa nota melancólica. La gente disfrutaba tanto con ellos que comenzaba a extrañarles antes de que se fuesen, como si tratasen de ir adaptando su mente a un adiós tan lógico como desgarrador.

Ese momento parece cada vez más cerca debido a los constantes problemas físicos de Federer y de Nadal. Ninguno de ellos volverá a jugar en lo que queda de 2021 y es imposible adivinar en qué momento se les volverá a ver en escena. El primero de bajarse de la temporada fue Roger Federer. Pocos días antes de cumplir los cuarenta años el tenista suizo anunció que volvía a pasar por el quirófano para ser intervenido en su rodilla por tercera vez en los últimos meses. Ninguna de las dos anteriores sirvieron para solucionar sus problemas. Federer no regresó inmediatamente tras la pandemia y por su reaparición hubo que aguardar hasta comienzos de 2021. No se le vio bien en ningún momento de la temporada. Fracasó en torneos menores y en París disputó tres partidos antes de retirarse con la idea de preparar Wimbledon, tal vez su última aparición en “su jardín”. Pero no era el mismo. Ganó partidos, incluso por momentos convirtió su raqueta en ese violín que le permite ejecutar golpes imposibles, en los que estética y efectividad mezclan de un modo mágico. El problema fue que su rodilla no estaba para llegar más lejos y antes de tiempo se marchó para casa. Abrió las puertas a una posible presencia en los Juegos de Tokio, pero esa ilusión duró unos días. Federer debía volver al quirófano. “Me esperan muchos meses fuera del circuito” decía simplemente el comunicado. Esa expresión, cuando se han cumplido los cuarenta años, son como una sentencia. Pero Federer “quiere darse una oportunidad” todavía y terminar la carrera donde debe. Sobre esas pistas en las que ha hecho felices a tantos millones de devotos.

Las desgracias en el tenis nunca vienen solas. Ayer fue Rafa Nadal, hermanado en tantas cosas con su colega suizo, quien avisó de que no volverá a empuñar una raqueta en un partido de competición en este 2021. Nadal lleva meses sin jugar. Después de Roland Garros renunció a la temporada de hierba y a buscar una nueva medalla en los Juegos de Tokio. Sus esperanzas estaban en llegar a Nueva York para jugar el Open USA a finales de agosto y la primera semana de septiembre, pero finalmente la realidad ha sido mucho más tozuda. Las renuncias de las últimas semanas a Cincinnatti y Toronto ya preparaban para esta renuncia. El tono de su comunicado es bastantes lánguido en comparación con lesiones anteriores: “Es un año que me he perdido cosas que me importan mucho, como Wimbledon, como son las Olimpiadas, como va a ser ahora el Abierto de Estados Unidos, como muchos otros eventos que son también importantes para mí. Y en vista de que durante este último año no he tenido la capacidad de poder entrenarme, prepararme y competir de la manera que realmente me gusta hacerlo, pues llego a la conclusión que lo que necesito es un tiempo para recuperarme”, añadió.Reconoció que no es una lesión nueva, sino que lleva con ella desde 2005 y que ahora debe darse un tiempo para ver qué debe hacer en el futuro. Como en el caso de Federer tampoco establece tiempos para la recuperación. Se va sin fecha de regreso aunque lo lógico es que pueda volver antes de que lo haga Federer.

De todos modos, la incertidumbre planea sobre el futuro de estos gigantes del deporte. Novak Djokovic, algo más joven y mucho más sano que sus grandes rivales, se queda solo en la pelea por desempatar (los tres han ganado veinte “grandes” en su carrera) y parece un hecho que en el futuro será quien reine en esta clasificación. No lo hará en el corazón de quienes se sienten presos del embrujo de Federer o de la mentalidad de Nadal. Esos que hoy piden a la naturaleza que sea bondadosa con quienes regalaron tanto bien al resto y les conceda un “último baile”.