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atletismo

El atlético (y desconocido) pasado de Gayoso

José Ramón Gayoso FdV

En una mirada retrospectiva, José Ramón Gayoso, el presentador famoso de la Televisión de Galicia, afirma que el éxito como el fracaso son dos impostores a los que hay que tratar por un mismo rasero, citando a Rudyard Kipling.

Gayoso tenía 12 años de edad; era gordo y bajito. Un profesor de Educación Física que confeccionaba el equipo de atletismo para acudir a los Campeonatos Escolares le dijo: "Tú, el gordo, para lanzamiento de peso". Así, con ese criterio científico en la selección, entró a formar parte del equipo de atletismo del Colegio Académico de A Coruña.

"Tú, el gordo, para lanzamiento de peso"

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No podía imaginar Gayoso que aquel hecho iba a marcar una forma de vida tan determinante. Pudo ser por la medalla conseguida en su primera competición, porque la grandiosidad del Estadio de Riazor le desbordó o por aquel mágico ambiente de competición que le atrajo desde el primer momento. Fuera por lo que fuese, sabía que aquel bendito día en que pisó el estadio encontró una gran familia que vino a completar la suya propia y en la que vivía absolutamente feliz.

El caso es que Gayoso, un sábado por la tarde, envió el peso a 7,56 metros ocupando la segunda posición. La conclusión inmediata fue que él no era mejor que los otros sino que los demás eran peores que él. Pero eso no le importaba. El atletismo le enseñó que con quien se lucha es con uno mismo; es el reto de la superación personal, de tu marca. El atletismo, en definitiva, da sentido a esa lucha personal íntima con uno mismo.

Gayoso encontró una gran familia que vino a completar la suya propia y en la que vivía absolutamente feliz

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Ese tarde de sábado en Riazor, un hombre de unos cincuenta y tantos años, con su gorra de estilo británico, fumando sin parar, apoyado en su paraguas, miraba atentamente cómo Gayoso iba desarrollando su competición. Aquel personaje se fijó en él ese día, no se sabe por qué extraña sensación. Al terminar le dijo: "Chaval, el sábado hay que venir a entrenar".

Este señor era “el Jefe”, “el Viejo”; Don Gregorio Pérez Rivera, finalmente conocido como “Papá Rivera”. Sabio por naturaleza, educado por convicción, con un amor por los jóvenes sin límites, fue para muchos el gran entrenador de atletismo que hubo en España; para aquellos que tuvieron la suerte y la dicha de conocerlo fue un auténtico forjador de hombres.

Esa fue la gran herencia que a Gayoso le dejó “el Jefe” y toda su gran familia del atletismo: herramientas como la amistad y el amor por sus compañeros; baluartes sin los cuales nunca jamás podría haber entendido el gran significado del atletismo: una escuela de hombres.

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