Hace poco más de un año, Collin Morikawa se presentó al mundo adjudicándose el Campeonato de la PGA en su debut y convirtiéndose, con 23 años, en uno de los más jóvenes ganadores de un grande, para integrarse en un selecto club en el que también están Jack Nickaus, Tiger Woods y Rory McIlroy. La historia volvió a repetirse ayer y el jovencísimo y talentoso jugador de Los Angeles, de ascendencia asiática, se coronó en el Open Británico en su primera aparición. Pero en esta ocasión, ya no se trata de unaestrella emergente, sino la confirmación de un prodigio que camina a ritmo de récord.

Su victoria en el Royal St George’s de Sandwich, supone su su segundo título en torneos de Grand Slam en ocho apariciones, y le equipara a Tiger Woods, que también sumó dos victorias en PGA y British antes de los 25 años.

La exhibición del jugador californiano no admitió réplica, aunque otro genio estadounidense Jordan Spieth y también Jon Rahm intentaron ponerle las cosas difíciles. Morikawa despidió la última vuelta con 66 golpes (265, 15 bajo par), en la que estuvo espléndido con los hierros y muy solvente con el putt, sin conceder ni un solo bogey, para aventajar en dos golpes a Spieth y en cuatro a Rahm y Oosthuizen, que empataron en la tercera plaza.

“Es de largo, uno de los mejores momentos de mi vida. No he podido tener aquí ni a mi novia, ni a familia por las circunstancias actuales. Han tenido que seguirlo por televisión pero he sentido todo su apoyo desde la distancia”, admitió Morikawa, un jugador con buena pegada, solvente en el green, pero sobre todo un virtuoso con los hierros, una parte del juego imprescindible en los exigentes links de Open Británico.

Rahm, número uno

Rahm, que volvió a dar un recital y concluyó su vuelta con 66 golpes, recuperó el número uno del ránking mundial al quedar por delante del estadounidense Dustin Johnson. El castellonense Sergio García cerró la última vuelta con cuatro bajo par, para despedirse entre los 20 mejores.

El león de Barrika volvió a hacer una demostración de carácter, de espíritu ganador, para no descolgarse nunca de la pelea. Un eagle en el par 5 del hoyo 7 anticipó su carga, que enfrió un bogey en el hoyo siguiente. En todo el recorrido, Rahm estuvo a un nivel sensacional. Solo le faltó un poco más de suerte con varios putts.

Su determinación se hizo más evidente en el tramo final, en el que ya jugó sin miedo ninguno y aparecieron sus mejores virtudes cuando jugó a tumba abierta para encadenar cuatro birdies consecutivos, entre el hoyo 13 y el 16, que dispararon sus expectativas y también la emoción del desenlace y confrmaron su enorme talento. Su paso por los majors esta temporada son la prueba: quinto en el Masters de Augusta, octavo en el PGA, ganador del US Open y tercero en el Open Británico.