Los históricos Suso Penedo y Yolanda Sienes han dado “un paso al lado”, según describe el presidente, Guillermo Touza. Al tándem técnico que ha dirigido el Vigo las últimas ocho temporadas le ha pesado el desgaste de esfuerzos, viajes y angustias clasificatorias. Touza ha encontrado ya recambio pese al detallado perfil. Demandaba alguien que conociese el club y la categoría, con vocación de ayudar a la cantera y ajustándose al presupuesto olívico. “Nos encajaba en todas estas historias y en la filosofía propia del club”, indica el dirigente sobre Pablo Parga. El ourensano acaba de retirarse a sus 43 años tras haber logrado el ascenso con el San Sadurniño. Para el aterrizaje definitivo en los banquillos dispone de terreno aplanado. Conoce al dedillo a todos sus nuevos jugadores. Los ha dirigido, ha compartido entrenamientos y se ha medido a ellos. “Es gente muy afín a mí”, confirma. Parga retomará por tanto las lecciones que en su día inició.

Parga sigue compitiendo en voley playa. Está disputando un torneo en Madrid. Aprovecha los descansos para ir perfilando el proyecto con Touza. “Yo ya tenía más o menos planeado dejar de jugar”, explica el receptor y líbero, con el ex recién puesto. “Me ofrecían mucho de jugador-entrenador y no me acababa de convencer. Hacer las dos cosas es complicado”. Lo sabe porque lo ha probado. En Vigo vivió dos etapas, en Superliga 1 y logrando después el ascenso desde Superliga 2. Un lustro, en total. En su segunda estancia había ejercido como ayudante de Edu Sánchez. “Es incómodo”, asegura. La propuesta de Touza encajó con lo que él prefería: “Estoy contento”.

La estructura de la plantilla viguesa ha cambiado mucho desde que Parga maniobraba sobre la cancha de Coia. “Era todo un poco más profesional. La gente cobraba y había más presión por ganar. Era una plantilla hecha con fichajes de fuera”, relata. En esa época, Parga también se ocupaba del juvenil, donde precisamente bullían los jugadores que en breve se pondrán a sus órdenes. Porque hoy el Vigo se sostiene casi exclusivamente sobre canteranos, entre adolescentes y jóvenes. “A casi todos los he entrenado o he entrenado con ellos, también en voley playa. Es un proyecto muy interesante. Es otra manera de ver el voley”, celebra. Touza confirma: “Pablo tiene una gran relación con todos ellos. Es la mejor persona que podíamos encontrar”.

La naturaleza de la plantilla, aunque conviene por su escaso coste, presenta el problema de sus ciclos, sujetos a las circunstancias extradeportivas. Este verano causan baja Pablo Penedo y Eduardo Zarza; probablemente también Saúl. “Dos se marchan a realizar un máster y a otro le ha aparecido un trabajo”, explica Guillermo Touza, que se desespera con los sueldos que le piden en el mercado. “Nosotros no tenemos una fábrica de jugadores. Estamos locos para encontrar algún chaval. Hoy se desmadran pidiendo dinero. Los extranjeros son carísimos y los nacionales, más todavía. Habrá gente que tire el dinero. Nosotros no lo tenemos”.

Parga detalla ese proceso inflacionista. “Este año es muy complicado. Los equipos más o menos fijos de Superliga 2 están fichando a jugadores contrastados”, admite.No le asusta, sin embargo, el reto de gestionar un equipo que ha sufrido para lograr la permanencia en Superliga 2 en varias ocasiones y que de hecho este año ha conservado la plaza gracias a una reestructuración de la categoría. Parga promete: “Trabajaremos durante la semana a muerte y luego a saldremos a disfrutar y competir el fin de semana en todos los partidos”.