Carlos Pérez estrenó ayer el palmarés del premio Luis Miró, galardón de nueva creación y con el que la gala pretende honrar a una figura legendaria del deporte en la ciudad.

Entre el importante abanico de posibilidades que había, el jurado finalmente se ha inclinado por el exatleta vigués, figura imprescindible de uno de esos deportes que inevitablemente van unidos a la historia de la ciudad. Carlos Pérez fue uno de sus grandes pioneros. Su historial resulta asombroso. Fue 46 veces internacional absoluto por España, acumuló quince títulos de campeón de España en casi todas las distancias del fondo, acudió a tres Juegos Olímpicos (Roma 1960, México 1968 y Munich 1972), a tres Campeonatos de Europa, a dos Juegos Mediterráneos, dos Juegos Iberoamericanos...su importancia es infinita en la historia del deporte de la ciudad y es por ello que el jurado decidió otorgarle el premio que honra una trayectoria.

Abel Caballero entrega al exatleta el galardón. RICARDO GROBAS

Se da además la curiosa circunstancia de que Carlos Pérez tuvo como primer entrenador a Luis Miró, quien da nombre a este nuevo galardón. Miró es otro de esos personajes esenciales en la historia del deporte de la ciudad. Llegó a Vigo en 1942 y su relación con el deporte llegó a través del atletismo. Primero como corredor, luego como entrenador. Más tarde sería profesor de gimnasia en diferentes centros de la ciudad (Instituto Santa Irene, Colegio El Pilar de los Maristas e Instituto Coia 2) y gracias a su dedicación cientos de jóvenes vigueses tuvieron su primer contacto con el deporte. Miró introdujo en la ciudad innumerables modalidades deportivas e incluso fue pionero a nivel nacional en la enseñanza del bádminton. En un tiempo complicado, Miró fue una pieza clave en el crecimiento de la ciudad a nivel deportivo. Cuando la organización pensó en que este premio a la trayectoria recibiese un nombre, la figura de Luis Miró parecía indiscutible.

Y para cerrar el círculo, el primer ganador de este premio resulta ser una de las personas que más le conocieron, su mejor y seguramente más brillante discípulo: el gran Carlos Pérez que para la ocasión decidió vestirse con uno de los uniformes oficiales que vistió durante una de las ediciones de los Juegos Olímpicos a la que acudió. El exatleta, emocionado, dijo que siempre se ha preocupado por ser el mejor embajador posible de la ciudad.