No habrá decimocuarto mordisco el domingo a la Copa de los Mosqueteros, ni desempate con Federer en número de grandes. Djokovic estropeó esa vieja costumbre. La vida es un domingo de junio en el que Nadal se llevaba Roland Garros. No sucederá mañana porque el serbio jugó el mejor partido de su vida en tierra para derribar al español (3-6, 6-3, 7-6(4), 6-2) en un partido memorable, antológico que quedará en la memoria de los aficionados. Nadal entró como un trueno en el partido, pero el serbio sacó lo mejor de su repertorio, de sus defensas imposibles y de su carácter para remontar el partido y endosar a Nadal la tercera derrota de su vida en la tierra de París. El domingo tratará de conquistar su decimonoveno grande en una final en la que es el gran favorito ante Tsitsipas, el prometedor griego que superó a Zverev en la otra semifinal.

Nadal se despide del público tras el encuentro. | // REUTERS

En un partido para el recuerdo, hubo muy pocos juegos que no se vendieran caros tras más de cuatro horas. El primero, por ejemplo, fue de 10 minutos y ‘Nole’ tuvo dos bolas de ‘break’. Quizá marcó un poco lo que sería la manga, ya que Nadal se defendió bien e hizo daño al serbio quien, a pesar de empezar bien, se vio 0-3 abajo.

El número uno no encajó bien tal diferencia para lo visto en la pista y se dejó ir hasta el 0-5, pero mantuvo la concentración, seguramente pensando en el segundo set. El no rendirse de Djokovic cerca estuvo de dar emoción aún al primer parcial: terminó logrando el ‘break’ y obligó a Nadal hasta la séptima bola de set.

Venía mejorando el de Belgrado y en el inicio de la segunda manga logró verlo plasmado en el marcador, con un ‘break’ (2-0) que celebró apretando el puño. Sin embargo, Djokovic se precipitó, se pasó de motivación y Nadal, más regular, recuperó de inmediato la rotura. El número uno lo volvió a intentar esta vez con éxito.

Con el español mejor en la red, ‘Nole’ aguantó la defensa del rey de la tierra y logró un nuevo ‘break’ que esta vez sí confirmó tras un agónico intercambio de más de 10 minutos (5-2). Solo era el segundo set, pero la batalla ya rayaba a máxima tensión, en un despliegue físico y mental igualado hacia el tercer set.

La intensidad siguió creciendo y en la cresta empezaba a asomar Djokovic. Sus golpes hacían más daño, la pelota le corría más, pero la defensa numantina de Nadal dejó un parcial dramático, lleno de juegos largos. El español salvó bolas de ‘break’ hasta que encajó la rotura en el quinto juego, con ‘Nole’ arengando a las masas.

De nuevo se pasó de frenada el serbio y Nadal recuperó la rotura, en otro intercambio eterno que eso sí pasó factura al de Manacor. El campeón de 20 ‘grandes’ pagó el esfuerzo y perdió su saque en blanco, dando una renta que ya parecía decisiva. De nuevo con el saque para apuntarse la manga, ‘Nole’ sintió el acoso del español.

Nadal encontró su derecha y ambos dieron rienda suelta a las emociones. El balear volteó la manga para llegar a tener bola de set, pero el de Belgrado forzó la muerte súbita. Tras hora y media de parcial, Djokovic puso a Nadal contra las cuerdas, mientras el Gobierno levantaba el toque de queda y el mundo del tenis se volvía loco en las redes sociales por lo visto en la Philippe-Chatier.

Nadal aún se aferró a la Central parisina con un 0-2 de inicio del cuarto set, pero Djokovic no daba tregua. El serbio logró lo que también parecía imposible, aguantar a Nadal en París, de pie el serbio a pesar de las mil respuestas del balear (3-2). Tras un mínimo tiempo médico pedido por el español, ‘Nole’ superó los últimos coletazos del español, en un broche espectacular a su primera victoria en tierra sobre Nadal desde 2016.

El clásico del tenis moderno se hizo de rogar por culpa de la batalla entre Tsitsipas y Zverev en la primera semifinal, que se quedó el griego con 6-3, 6-3, 4-6, 4-6, 6-3, el primer tenista de su país en alcanzar una final de ‘Grand Slam’. Tsitsipas, uno de los jugadores más en forma esta temporada, se puso dos sets arriba, pero comenzó a fallar y mucho cuando tocaba rematar.