“Nunca olvides quién eres porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil”, le recomienda el enano Tyrion Lannister al bastardo Jon Snow en Juego de Tronos. Ricardo Ramilo ha obrado la misma alquimia sobre un suceso que pudo haberlo marcado. “Ahí te quedas”, aseguraba su copiloto en el Dakar, Xavi Blanco, que le dijo el vigués cuando se separaron a mitad de la penúltima etapa. Un suceso que se convirtió en noticia de alcance internacional. Y aunque Ramilo niega haber pronunciado tal frase y en general la versión que Blanco ofreció sobre sus desavenencias, “Ahí te quedas” es como ha bautizado el equipo con el que está disputando la Copa del Mundo de Raids. Ramilo apuesta por disfrutar de la vida. Y al fondo, en su fe y su terqueza, asoma otra vez la fiebre arábiga.

Ramilo, propietario de Rodamoto entre otras firmas, disputó el Dakar de 2020 llevado por el entusiasmo de superar una grave afección que apenas le permitía caminar. De la amargura de ese abrupto divorcio con Blanco y otras desventuras en su estreno en el Dakar ya se ha recuperado. Su entusiasmo se ha regenerado, al punto de confeccionar un amplio calendario de pruebas. “Afortunadamente puedo organizarme bien con el trabajo”, explica.

Ramilo ha fundado ese “Ahí te quedas Team”, que comparte listado en el Mundial de Raids con los equipos más prestigiosos, como el Nasser Team de Al-Attiyah. Además de la financiación propia, el emprendedor olívico ha encontrado un patrocinador que le ayude a sostener su proyecto. Como colaboradores ha enrolado al portugués Felipe Sousa; al hijo de portugueses afincado en Vic Toni Nogueira y al copiloto catalán Oriol Vidal. “En el equipo hablamos gallego y portugués”, describe Ramilo. “Oriol nos ha dicho que no le importa; nos entiende bien”.

Ramilo (primero por la derecha) y su equipo, en Varsovia, camino de Kazakistán.

Ramilo estrenó la temporada en Andalucía con sensaciones contrapuestas. Tras una etapa prólogo satisfactoria, en la segunda y tercera etapa encadenó contratiempos que asume como pecados propios. “Mi pensamiento era a ver si le estaba dando la razón a todo el mundo”, confiesa, mortificado por la supuesta fama de conductor alocado que Xavi Blanco le quiso adjudicar. Una vez más se recuerda que ha de convertir su supuesta fragilidad en su fortaleza. En la cuarta etapa, saliendo como último (“nunca me había pasado no ver a nadie por el retrovisor”), remontó hasta la cuarta posición.

Ricardo Ramilo y sus compañeros velan ahora mismo armas en Kazajistán, sede de la segunda prueba. La antigua república soviética ofrece un perfil duro, de dunas menores. La carrera arranca mañana y finaliza el domingo.

La aventura del vigués no concluye en la estepa asiática. A Kazajistán le seguirán la Silkway rusa, el Raid de Marruecos, el de Abu Dabi y el Ha’il Rally de Arabia Saudí que servirá ya como preámbulo al próximo Dakar. Y es ahí donde Ramilo piensa enfrentarse definitivamente a sus fantasmas; a ese día en el que descubrió, al llegar al campamento, que para una parte del planeta se había convertido en un caprichoso capaz de abandonar a alguien en medio del desierto. Nunca sucedió así y la convicción de su postura lo alimenta.