–En la próxima competición no te cortes las uñas; déjatelas largas –bromea el seleccionador español con Chano Rodríguez.

–A este paso voy a tener que hacer como Mireia Belmonte y ponerme uñas de porcelana –replica el multicampeón olímpico, con buen humor.

La broma está adquiriendo visos de plan eficaz. Chano persevera en la búsqueda de plaza para Tokio. El nadador vigués quiere disputar sus sextos Juegos Paralímpicos a los 64 años. Aunque su currículo incluye medallas en 50, 100 y 200 metros, ha enfocado sus esfuerzos en la distancia más larga. El Comité Paralímpico ha fijado la mínima B en 2.54. Chano tiene una plusmarca personal de 2.38 pero de hace trece años. Su reto es retroceder en el tiempo hasta ese registro. Casi lo tiene. Lo ha acariciado. Pero las milésimas pueden atragantarse como siglos cuando precisamente el calendario aprieta. A Chano se le están terminando las oportunidades. Él no pierde el optimismo.

Lleva toda la temporada en semejante persecución, sometiéndose a estudios, variando rutinas y exprimiéndose en los entrenamientos. En Berlín y Cádiz nadó en 2.56. En los Campeonatos de España de Castellón se distanció y eso le preocupó. Ha recuperado el ritmo en sus dos últimas citas. En el Europeo disputado en Funchal se quedó a solo 21 centésimas. Ayer aterrizaba en Peinador procedente de Barcelona, donde se celebró otro campeonato nacional. Esta vez han sido seis las décimas que no ha podido salvar.

“Mi valoración no puede ser mejor. Hemos bajado esos segundos que faltaban. Nos estamos moviendo en un rango de centésimas o décimas”, confirma Chano. “Los entrenadores me dicen que ha sido un nado supertécnico”.

“Estamos en el buen camino. Lo que pasa es que el tiempo se nos agota”, admite, en todo caso. “Hemos llegado de Barcelona y ya en el aeropuerto he estado gestionando el viaje este viernes a Tenerife”. El sábado competirá en la isla. “A la vuelta, si no suena la campana y no me ha dado tiempo a que crezcan las uñas de aquí al sábado, tendremos la opción de Berlín el día 19”, concreta con buen humor.

Aún habría otra salida, pero ya a discreción del seleccionador. “Te puede llevar por aproximación a la mínima. Como en Funchal me quedé a 21 centésimas de la mínima, podría ser la opción C. Pero me gustaría hacer la mínima como corresponde y mi cabeza está ahí”, recalca, con una firmeza de voluntad que se sustenta sobre su entusiasmo. “Debe ser defecto del animal. A pesar de los años sigo con el gusanillo como un crío de 15 años. A veces es un poco incómodo, pero es lo que me da vidilla y hace que sea capaz de seguir entrenando duro y afrontando madrugones, viajes, dietas… Por esa parte estoy muy contento”.