Los deportistas paralímpicos ya tienen su hueco en el palmarés de los premios “Princesa de Asturias” de los Deportes. Y lo estrenan de la mejor manera, con la nadadora Teresa Perales, que acumula 26 medallas en los cinco Juegos en que ha participado. Los de Tokio serán los sextos, la oportunidad para igualar o superar los 28 podios de Michael Phelps, el gran referente histórico de la natación. Pero el jurado que ayer le concedió el galardón de 2021, tras varios intentos frustrados, no tuvo en cuenta solo los éxitos deportivos. En el acta la definen como “un ejemplo de superación para millones de personas con discapacidad en todo el mundo” a una deportista que forjó su carrera a partir de 1995, cuando una neuropatía inmovilizó sus piernas.

“Soy feliz, no merezco ningún tipo de lástima”, declaró María Teresa Perales Fernández (Zaragoza, 29 de diciembre de 1975) en 2014, cuando ya se había colgado 22 medallas olímpicas y había rozado, un año antes, el entonces Premio Príncipe de Asturias. El golfista José María Olazábal la superó por un voto. Esa felicidad se había multiplicado ayer, tras la sorpresa inicial por la llamada del presidente del jurado, Abel Antón. El exatleta le recordó que era una candidata habitual. “Pero si tú estás todos los años, Teresa”, le dijo. A lo que ella contestó con ironía: “Por eso mismo me habéis dado el premio, por cansina, por agotamiento”.

La perseverancia es un rasgo que define muy bien a Teresa Perales, que hizo deporte desde niña y no se resignó a quedarse en una silla de ruedas. Antes de su enfermedad practicaba kárate y, pese a que la natación le parecía aburridísima, aceptó el consejo de los médicos. Dos años después ganó su primer campeonato de España, en 1998 ya estaba en la élite mundial de la natación y en 2000 sumaba sus primeras cinco medallas en los Juegos Paralímpicos de Sydney. Pero no solo eso. Convencida de que podía hacer todo lo que se propusiera en la vida, se diplomó en Fisioterapia y se formó en “coaching” profesional.

Teresa Perales es doctora “honoris causa” por la Universidad Miguel Hernández (Elche, 2017), es miembro de la Real Orden del Mérito Deportivo en las categorías de bronce, oro y de Gran Cruz. Tras su participación en Pekín 2008 fue elegida para el Consejo de Atletas del Comité Paralímpico Internacional. También tuvo una incursión en la política, como diputada del Partido Aragonés en las Cortes de Aragón, directora general de Atención a la Dependencia, asesora del Departamento de Servicios Sociales y Familia y asesora del Área de Fomento y Deporte del Ayuntamiento de Zaragoza.

“Es injusto que porque alguien esté en política tenga que estar ya bajo sospecha”, declaró en su momento Teresa Perales sobre su experiencia en las instituciones públicas. Y añadió: “Yo me metí por compromiso social y por voluntad de servicio. Y siempre fui consciente de que les interesaba la imagen de una mujer joven, deportista y en silla de ruedas. ¿Quién mejor que un discapacitado puede entender las necesidades de este colectivo?”.

Al margen del deporte, Teresa Perales asegura que para su estabilidad personal han sido clave su marido, el periodista deportivo Mariano Menor, y su hijo Nano, de once años. “Ellos me han dado la motivación para vivir”, recalcó la deportista aragonesa, que ayer recibió la noticia de su galardón postrada en el sofá de su casa debido a una lesión en el brazo tras su última competición que le impide entrenar. Nada que le impida preparar su sexta participación olímpica, en Tokio, en septiembre.

Perales destacó ayer el hecho de que el jurado del premio “Princesa” haya reconocido, por primera vez desde su primera edición en 1987, a un deportista paralímpico. Por eso asegura que recibirá el galardón, el próximo mes de octubre en el Teatro Campoamor, en nombre de todos los deportistas paralímpicos, “de las mujeres deportistas y de las mujeres deportistas que son mamás”, como ella. En el acta del jurado se destaca ese ejemplo y que “con este premio se reconoce el esfuerzo y la capacidad de superación de todo un colectivo en el mundo”.