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piragüismo

El oro que el Sil y el Miño aún esconden

“Nuestros ríos tienen un potencial muy grande”, sostiene Iván Alonso, que ha diseñado el recorrido de la I Gold River Race

Alonso, en una de sus participaciones en la regata del río Negro.

Iván Alonso está acostumbrado a largas travesías. El kayakista tudense, además de campeón del mundo de la modalidad de maratón, se ha embarcado en innumerables aventuras por aguas exóticas a los ojos paisanos. Alonso ha paleado durante 120 kilómetros por el sudafricano río Dusi, entre Pietermaritzburg y Durban. Ha recorrido 274 kilómetros por el argentino río Negro y otros 122 por los vecinos Olimar y Cebollati, en la uruguaya Regata Internacional Treinta y Tres. A la vez que disfrutaba de la experiencia, Alonso se imaginaba generando y ofreciendo sensaciones similares en Galicia. Ese sueño se convertirá dentro de escasos días en realidad. La Gold River Race afronta su primera edición. Se celebrará los días 25, 26 y 27 de junio, entre Quiroga y Salvaterra. Consistirá en 100 kilómetros por el Sil y el Miño, lo que ya constituye la prueba más larga de estas características en Europa. Pero es a la vez solo el aperitivo de lo que se pretende a medio plazo, cuando el evento cuaje: un recorrido de récord mundial, que supere precisamente a la cita del río Negro, entre Lugo o Ponferrada y Tui.

Crecente-Salvaterra un examen técnico

El nombre escogido para la regata, la Gold River Race, hace referencia precisamente a lo que se ambiciona; a esos ríos de oro que eran el Sil y el Miño para los romanos, desde Las Médulas a Montefurado, con todos los monumentos y vestigios que aún jalonan su curso y sus riberas; puentes, pesquerías...

Del vínculo cultural se ha encargado mayormente Manolo Seoane, secretario general de un comité organizador que preside Francisco García. Durante meses se han ido cosiendo voluntades hasta el feliz parto, en el que participan tres diputaciones y varios concellos de todo signo político. Los ríos son cicatriz y cremallera.

Pero todo nació antes, en la cabeza de Iván Alonso, que además se estrena como diseñador de un recorrido. “Es totalmente distinto a lo que yo venía haciendo, que era entrenar y competir”, acepta el tudense. “Organizar algo así, por etapas, novedoso en España y en Europa, es importante. Haber propuesto esta regata a la organización y que se lo hayan tomado en serio, que vayamos adelante, es satisfactorio y un reto”.

Alonso aún dedica estos días a afinar los últimos detalles de la planificación junto a los responsables de la logística: Javier Herrera, Miguel Pereira y Emilio Méndez. El consejo asesor incluye a kayakistas históricos como el presidente de la Federación Gallega, José Alfredo Bea. El espíritu de la prueba nunca ha estado sujeto a debate. Iván Alonso sabía lo que había vivido en otras latitudes y deseaba trasladar al hogar. “Es una regata de tipo aventura. Se sale del marco de las competiciones federativas aunque esté legislada por la Federación Gallega. Nos encontraremos cosas que no estemos habituados a remar y otras muchas que sí. El hecho de que conste de tres etapas resulta diferente”.

Abunda en la ductilidad respecto a intenciones y exigencias, desde una base común: “Es algo duro para quien no esté con un nivel físico elevado, pero tenemos que pensar en el formato de otros deportes. En el Ironman hay mucha gente que no está al nivel de los primeros, con una diferencia de diez horas entre quien va a ganar y quien va a terminarla. Aquí del primero al último puede haber una diferencia de cuarenta minutos o una hora en la etapa larga. Cuenta también ese sentido de la aventura, del reto de ir a acabar para algunos y el reto para quien quiera ir a ganarla”.

La Gold River Race, incluida dentro del calendario de actividades del Xacobeo 2021, se pone en marcha a la vez que se relajan las restricciones de la pandemia y se retoma la organización de eventos deportivos. Está dirigida a K-2 españoles y extranjeros; femeninos, masculinos y mixtos. “El primer año, es una incógnita”, acepta Iván Alonso en lo tocante al número de inscripciones. “La gente en Galicia y en España en general somos de anotarnos el último día. No es una regata a la que irá cualquiera, sino aquellos que quieran sufrir y también para divertirse”. Así que no aguardan una participación “en masa como otras ya consolidadas en el calendario nacional o autonómico. Entre 50 y 30 barcos sería una buena participación”, acota.

Catálogo de cualidades

Ese medio centenar de parejas se enfrentarán a un recorrido que evaluará distintas cualidades. Tras dedicar el día 24 a los entrenamientos oficiales y recepciones, la salida se efectuará desde Quiroga el día 25. Esa primera etapa discurrirá por el Sil, camino de Os Peares. Aguas tranquilas, de velocidad controlada, sin afloramientos ni meandros que demanden una especial pericia. La mayor exigencia reside en la distancia: 40 kilómetros, 10 más que en las pruebas de maratón.

El nivel técnico se elevará a partir de entonces. La segunda etapa, con salida desde Ourense, incluye el único porteo –los palistas recorren algún tramo de transición por tierra con sus kayaks al hombro–. Será al poco de abandonar la capital ourensana, con remonte, ciaboga, descenso y 1 kilómetro de pateo. “Teníamos pensado hacer otro en el embalse de Santo Estevo, pero es imposible. Era un porteo bastante duro, largo, de casi 5 kilómetros. Vamos a evitarlo para que la gente no le coja miedo y valore el tipo de competición que es. Ya iremos añadiendo esas cosas en el futuro, con el objetivo de llegar a esos 300 kilómetros de récord mundial”.

La Gold River Race se decidirá en la tercera etapa, entre Crecente y Salvaterra, donde el Miño se engalla y serpentea, obligando a los participantes a manejar bien sus palas. “Son tres etapas totalmente diferentes”, resume Iván Alonso. “Se impondrán los que sean capaces de adaptarse a esa suma de factores y los solventen”.

Iván Alonso no solo ha concebido en su cabeza y trazado sobre el papel la hoja de ruta. Será uno más de los que la transiten. “Me encanta este tipo de competiciones. Son las que más disfruto. Precisamente en Argentina, Uruguay o Sudáfrica yo iba a disputarlas pero otra gente iba a terminarlas. Con eso nos tenemos que quedar”. Destaca la frescura que ofrecen a un aficionado demasiado encadenado a la rutina: “Nosotros remamos sota, caballo y rey en el mundo del piragüismo en España, en sitios que nos proponen las federaciones y en las cuatro regatas que hacen los clubes. No salimos de ahí. Esta es una regata privada, en la que colaboran federación e instituciones. No resulta habitual. Pasa por lugares donde no se está compitiendo a día de hoy. Los deportistas nos vamos a encontrar un paisaje y un tipo de regata totalmente distintos. Será el punto clave”.

Retoma aquello con lo que se ilusionaba al recorrer otras aguas: “Organizarla en casa era algo que tenía en mente desde hace muchos años. Y es muy safiscatorio. Hay muchas partes del río a las que damos la espalda, no les hacemos caso y tienen un potencial muy grande”. Los romanos lo sabían. Los ríos gallegos siendo siendo de oro.

Análisis de las etapas

La primera etapa, de 40 kilómetros, discurre íntegramente por el Sil. Los kayakistas saldrán desde Augasmestas, en Quiroga, pasando por Monforte y Sober para llegar a Os Peares. El trayecto inicial era de 50 kilómetros, pero se ha reducido al suprimir un porteo de casi 5 kilómetros. “Es una parte de resistencia por un río muy navegable. No tiene peligro ni dificultad”, valora Iván Alonso.

La segunda etapa, consignada como de 25 kilómetros en los mapas pero finalmente de 30, discurre ya por el MIño. Sale de Ourense, con pasos por Toén y Cenlle, para concluir en Castrelo. La Gold River Race presenta ya aquí obstáculos técnicos, con “un porteo que no es habitual, de casi 1 kilómetro, cruzando una presa”, todavía cerca de Ourense capital, anticipa Alonso. 

La regata se decide a nivel competitivo y presenta su reto más exigente en la última jornada, con salida desde Crecente y final en Salvaterra, pasando por Arbo y As Neves. Son 30 kilómetros “para gente acostumbrada a hacer descensos en ríos rápidos de nivel 1,2 y 3”, describe Alonso. “Es una etapa mucho más técnica y pondrá en valor a los deportistas en ese aspecto”.

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