Bajo una lluvia por momentos torrencial, el Chelsea se encontró en la ida de semifinales de la Champions ante el Madrid una primera parte plácida, en la que generó peligro como para haber cosechado algo más que un empate que, por parte madridista, tuvo todo el mérito en Benzema (1-1). El francés fue un islote aislado de talento entre el azul del Chelsea que dominó la escena, aunque tras el descanso el equipo de Zidane consiguió juntar sus líneas y aplacar al rival.

Ya a los 10 minutos no tenía buena pinta para el Madrid. El dominio, el peligro y la iniciativa eran del Chelsea, dañino en cada acción y sin sufrir en su área. Ya había tenido que hacer una gran parada Courtois. Fue solo el preámbulo del primer gol, en el que Pulisic regateó al portero madridista.

Cada balón largo del equipo inglés era sinónimo de peligro. No funcionó el sistema del Madrid. Zidane recurrió a la defensa de tres centrales, pero la velocidad a la que jugó el Chelsea era inalcanzable para un Madrid timorato, sin mordiente, que no podía penetrar entre las compactas líneas enemigas.

Aún así, en dos arrebatos aislados surgió un inconmensurable Benzema para empatar, en un hecho más inaudito que algunos milagros, un partido que dominaba el Chelsea con supremacía. La autoría de los goles en el Madrid parece un coto privado de caza del francés. Mucho se había hablado de los árbitros y la UEFA, pero la polémica estuvo en el único gol madridista, con un apoyo de Casemiro sobre la espalda de Azpilicueta en el pase.

Tras el descanso, el equipo de Zidane se juntó mucho más, la medular blanca fue más conservadora en la anticipación y se frenó el Chelsea. El partido se equilibró, sin peligro, ni riesgos, en una suerte de quietud que se rompió con los cambios de Tuchel, tras los que su equipo volvió a encerrar al Madrid en su área. El dominio del balón se convirtió en un monopolio inglés, entre la decadencia física de los blancos, que encontraron peligro en el balón parado. Pasaron los mejores momentos del Chelsea sin goles y, en los últimos cinco minutos, el cuadro de Zidane terminó en el área rival.