Hace nueve años que María Mariño comenzó a llamar a las puertas de los Juegos Olímpicos. Tenía diecinueve años cuando acarició su presencia en Londres 2012. Entonces era una ilusionante promesa de la esgrima española, discípula de su padre Manolo que tan buen trabajo ha hecho con El Olivo vigués. Mariño se ha mantenido durante este tiempo, con algunos altibajos, en la gran referencia del florete nacional. Ha vuelto a suceder en los últimos meses. Ganó el Campeonato de España en diciembre y hace semanas se impuso en la prueba que le medía a otras floretistas españolas y que clasificaba para el preolímpico que este fin de semana se disputa en Madrid. Es su hora. El ranking mundial no le ha dado, como en ediciones anteriores, para lograr la clasificación directa y su vía para acceder a Tokio vuelve a ser el preolímpico. Un torneo feroz, rápido, en el que solo hay una plaza esperando a una de las diecinueve floretistas que hoy competirán en Madrid.

María Mariño, a sus 28 años, llega en un punto óptimo de madurez, sintiéndose en el mejor momento de su carrera. Afincarse en Italia junto a su pareja Carlos Llavador (también floretista y que ya tiene ganada la plaza para los Juegos de dentro de tres meses) ha sido una gran decisión. Allí, donde la esgrima es casi una religión, ha podido evolucionar, fortalecer sus condiciones y sobre todo progresar gracias al enfrentamiento con tiradoras de mayor nivel, una de las grandes carencias que en algunas modalidades tienen quienes entrenan en casa. Ahora en el preolímpico Madrid le llega el momento de demostrar que todos esos pasos han ido en la dirección correcta.

El problema del sistema de competición no concede demasiados errores. Mariño deberá superar hoy la “poule” una de las tres fase de grupos en la que se medirá a cinco tiradoras: la portuguesa Oliveira, la británica Campbell, la bielorrusa Andreyenka; la croata Dajcic y la austríaca Wohlgemuth. Ocho entrarán en las eliminatorias. Tres rondas más que buscarán a la ganadora de esta competición que será la única que tendrá un billete para estar en los Juegos de Tokio. María Mariño espera ser la destinataria de esa plaza. Siente que esta cita clave le llega en un momento ideal por su edad, su experiencia y la evolución que siente ha desarrollado gracias a su estancia en Italia. De todas las paticipantes es la segunda mejor rankeada (la 59 del mundo) solo superada en este preolímpico por la israelí Pustilnik (número 43), una chica que aún no ha cumplido los diecinueve años.