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Miguel Méndez | Entrenador del Ekaterimburgo

“Este es un equipo hecho para ganar y la presión es brutal”

El vigués, renovado por dos años, celebra su tercera Euroliga: “El mayor éxito es convencer a mis jugadoras de una idea”

Miguel Méndez (derecha),con Alba Torrens y su ayudante, Nacho Martínez.

Regresa a su domicilio en Ekaterimburgo ya entrada la tarde del lunes, tan satisfecho como extenuado. Miguel Méndez logró el domingo en Estambul su tercer título consecutivo de Euroliga (en 2020 no concluyó la competición). Ha sido campeón de Copa y Liga en España (Celta, Rivas), Italia (Schio) y Rusia. Su hermano Darío le lleva la cuenta: 22 títulos. Él, sin embargo, al repasar sus éxitos, inicia siempre el relato con el torneo social del Mercantil que los primos Méndez conquistaron mientras sus madres preparaban el picnic. A sus 54 años se siente aún como aquel adolescente que se inició entrenando a niñas en el patio de la Enseñanza; aquel a quien una llamada de Paco Araújo en febrero de 2000 cambió la vida. Toda una leyenda. Solo Miguel.

–¿Ganar puede convertirse en rutina?

–Este año han pasado muchas cosas diferentes. Todos los extranjeros del club, que somos un montón, hemos vivido la situación de pandemia con la preocupación de las noticias que llegan. Hace mucho frío y fuera no puedes estar. No puedes entrar en los sitios, no es muy recomendable. Pasamos mucho tiempo en casa. No hubo liga regular de la Euroliga. Se ha disputado en burbujas. Pocos viajes, pocos partidos, mucho entrenamiento. Ha sido una temporada muy dura, difícil de llevar. El club decidió gestionar los temas con cierta confidencialidad pero hemos sufrido muchos problemas en general de salud y lesiones. No le dimos publicidad.

–A veces nos olvidamos de que el profesional del deporte también tiene una existencia cotidiana.

–Este año ha consistido en estar en casa. No puedes ni salir a la calle. No vas a dar un paseo a -30 grados. Es imposible caminar. Ha sido terrible. Otras temporadas te metes en la vorágine de los viajes, del trabajo, y el tiempo pasa más rápido. Todo ha sido muy raro. Tener tantas jugadoras y tan buenas, con tan pocos partidos, te obliga a mover a todo el mundo, a repartir minutos para que estén en forma, en partidos sin motivación. Y no hay ocio. En Ekaterimburgo hay mucha vida cultural. Yo suelo ir mucho al ballet, a la ópera, al hockey sobre hielo… Hago más vida fuera. Hay varios museos alrededor, con exposiciones, ciclos de cine. Este año, cero. No me he visto ni con mi ayudante, Nacho Martínez; solo en el entrenamiento. Sí noto cansancio mental. La descomprensión ahora es brutal. Ha sido una temporada muy dura.

–“Es que Miguel gana porque tiene la mejor plantilla”.

–Porque se trata de baloncesto femenino. Nadie resta importancia si el Madrid gana la Champions porque tiene mucho dinero o que los Lakers ganen la NBA porque tienen a Lebron. Por supuesto que tenemos una superplantilla. Este club tiene superplantillas desde hace 17 años y no ha ganado siempre. Las plantillas de Fenerbahce este año o de Kursk en los últimos años son plantillones, también con varias de las mejores del mundo. Por supuesto que tengo la mejor plantilla y no lo niego. Otra cosa es ganar pase lo que pase, en todas las circunstancias; de forma brillante como hace dos años, que dominamos las semifinales y la final de veinte puntos de diferencia, o como este año, con muchos problemas que nos guardamos, sin tanta brillantez pero con solidez, con juego en equipo, agarrándonos a los partidos. El triunfo de este equipo es tener a Griner sentada en el banquillo durante el último cuarto, dando saltos, apoyando a las compañeras y aplaudiendo como si fuese la última júnior del equipo. Este es nuestro triunfo.

–Es que Griner, enfadada...

–Breanna Stweart, en su posición, como cuatro, posiblemente sea la mejor del mundo. Por equilibrio de plantilla juega de tres. Sacrifica mucho de su juego y pese a todo consigue ser la MVP del campeonato. En mi equipo habría muchos casos similares de ausencia de egoísmo. Para mí el mayor éxito, a la misma altura que ganar campeonatos, es convencerlas de una idea, de una forma de hacer las cosas. Muchas de ellas, cuando van a la NBA, juegan de forma muy diferente. Se adaptan y estoy encantado. Es lo que he hecho en toda mi vida deportiva. Es mi biblia, mi catecismo, lo que aprendí de mis mayores, y estoy orgulloso de llevarlo a cabo en un equipo así.

–Desde su fichaje, en enero de 2018, ha perdido cuatro partidos: dos de fase regular en Euroliga (Riga, Praga), una final de Copa y un partido liguero contra el Kursk. También supone una presión.

–La presión es brutal. Es un equipo hecho para ganar, no puede ser de otra manera. En otros equipos tienen primas por acceder a la Final Four, por llegar a la final, por cada cosa que consiguen. Aparte de los salarios, nuestras únicas primas son por ganar títulos. Si perdemos, mal. No vale otra cosa y es normal. Tenemos una plantilla muy difícil de juntar. Pero no creo que haya mucha diferencia con el Kursk de Lucas Mondelo de los últimos dos años ni con el Valencia que nos ganó la final de la Euroliga de 2012 al Rivas. Siempre ha habido grandes equipos en Euroliga y en todos los deportes. Nadie se queja si el otro tiene a Messi. Y normalmente los que se quejan, que los he oído, no dicen nada cuando a la semana siguiente son ellos los que doblan al rival en presupuesto. Cuando es así, el tema del dinero no me vale.

–¿Es difícil no volverse pretencioso o vanidoso con tanto éxito?–

–Con la familia que tengo, trato de que no sea así. Esto es un trabajo al final. Gigantes puso que soy el primer entrenador español que gana tres Euroligas. Ninguno en el mundo lo había logrado de manera consecutiva. Ese tipo de cosas me gustan para cuando sea mayor y me retire. Es muy difícil ganar, independientemente del equipo que tengas. Pero yo fui campeón del torneo del Mercantil con mis hermanos y lo tengo guardado muy dentro, igual que me gustó ganar Copas de Galicia con el Celta. Los títulos cuentan mucho, están ahí, pero son más para cuando acabe la carrera. Estoy en el mejor sitio. Mientras sea así, intentaré ganar lo que pueda.

–Ha renovado por dos años.–

–El club demostró confianza. Lo normal es esperar a resultados antes de renovaciones pero ya en enero se pusieron en contacto. Estoy contento de seguir adelante. No veo por qué cambiar. Hablo con mi mujer, con los niños. La única pregunta es si podemos seguir separados, trabajando yo en el extranjero. Una vez que la respuesta es sí, no hay sitio mejor.

–Habita en la cumbre. ¿Da vértigo pensar en la siguiente etapa?

–Trato de centrarme en el momento. Sí tengo planes, cosas que me encantaría tener la oportunidad de hacer. Ya veremos cómo va caminando todo. Me siento todavía joven y quiero seguir trabajando muchos años. Si pudiese conciliar un poco más la vida familiar sería perfecta. Es lo que más nos cuesta a todos: el sacrificio de que mis hijos estén sin padre durante ocho meses o ayudarles a hacer las deberes por ordenador, cuando aquí son las tres de la mañana. No es lo más apetecible. En el futuro me gustaría conciliar mejor la vida profesional con la familiar. Pero algún plan tengo.

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