La gestión de las crisis es uno de esos asuntos que acaban siendo decisivos muchas tardes. Ayer sucedió en A Sangriña. El Guardés sobrevivió a la suya en el primer tiempo; y el Granollers no pudo cuando la ceguera cambió de bando. Por eso ganaron las de Prades un partido esencial en la pelea por estar en Europa la próxima temporada y que mantiene a las gallegas en la zona alta de la fase por el título.

El Guardés vivió con relativa calma el primer tiempo. Fluido en ataque gracias a la eficacia de Paula Arcos y de Rosario Urban (esta sociedad aportó nueve de los goles de las guardesas) las de Prades mandaron en el marcador hasta que entraron en una terrible crisis que pudo tener un efecto demoledor para el destino del partido. Una cuestión de concentración en muchos casos. La mayoría, pérdidas en la entrega que permitieron a las catalanas encontrar situaciones cómodas en ataque. Fueron más de diez minutos en los que fueron incapaces de anotar y apenas llegaron a lanzar. El Granollers pasó del 8-6 al 9-12. Y pudo ser peor porque también ellas regalaron alguna situación muy clara y la portería del Guardés contribuyó con importantes intervenciones. El 11-13 del descanso era una magnífica noticia teniendo en cuenta lo sucedido. Algo que Prades pudo gestionar de cara al segundo tiempo.

Porque después del 11-14 con el que el Granollers saludó al segundo tiempo, llegó el momento del Guardés que igualó el partido y provocó un estado de pánico en el Granollers que con 15-16 disfrutó de su última ventaja en el marcador. A partir de ahí el Guardés atizó un 5-0 que fue determinante en el marcador. Es verdad que las de Prades apretaron en defensa, cerraron bien a Gomes y su portería también intervino con acierto. Pero el Granollers entró en un agujero del que cuando quiso salir ya era demasiado tarde. El daño que el Guardés había sufrido en el primer tiempo había sido pequeño comparado con ellas.20-16 apuntaba el marcador con quince minutos por delante. El Guardés gestionó con acierto ese tiempo aunque es verdad que no evitó alguna apretura innecesaria en los últimos minutos. El Granollers encontró el acierto perdido en los últimos minutos del partido, pero ya era demasiado tarde. Solo les dio tiempo para estrechar un poco el marcador y lograr un resultado más aparente que real porque la victoria del equipo gallego no llegó a correr peligro en ningún momento. Una victoria en la batalla por Europa que libra con un puñado de equipos y que convierte cada partido en una guerra de nervios. Ayer quedó claro.