Teresa Portela estará en sus sextos Juegos Olímpicos. La noticia parece resesa. “Esta historia ya me la han contado” pensará cualquiera. Pero son las cosas que tiene la pandemia y el delirio colectivo en el que estamos envueltos. Hace un año la canguesa se preparaba a estas alturas para vivir su sexta aventura olímpica en Tokio. Pero el aplazamiento la obligó a renovar el billete que ya tenía en el bolsillo. Un trámite en lo teórico pero que era necesario cumplir.

Y ayer, en el embalse de Verducido, en el lugar donde casi a diario acude a entrenarse, la canguesa renovó sus votos olímpicos al imponerse en el selectivo a otras cinco palistas que se presentaron en busca de la plaza que Portela había conseguido para España en la prueba de K1 200. Ganó la gallega, con ciertos apuros, sobre Sara Ouzande, la asturiana del Kayak Tudense. Apenas tres décimas las separó, una distancia más estrecha de la que existió en la primera ronda que disputaron las palistas a primera hora de la mañana. A la hora de la verdad hubo más apreturas, pero Portela, a sus 38 años, sigue siendo inalcanzable en esa distancia para cualquier otra palista del espectro nacional. Por detrás de ellas acabaron la castellano-leonesa Mirella Vázquez, la gallega Lara Feijoo, la madrileña Elisa Zapata y la extremeña Teresa Tirado.

Teresa Portela abraza a su hija Naira. Rafa Vázquez

Es verdad que Teresa Portela acudía a Verducido con un importante comodín en el bolsillo y era que la Federación Española –que había convocado el selectivo– marcó unas condiciones bastante exigentes para quien aspirase a arrebatarle a Portela la plaza olímpica. Además de ganar el selectivo de ayer debía luego lograr el oro o la plata en la Copa del Mundo que se va a disputar en Hungría y que va a ser una especie de banco de pruebas para muchas tripulaciones olímpicas. El órgano federativo entendía que para desbancar a Teresa Portela de Tokio era necesario tener un argumentario descomunal a favor de su alternativa.

Pero a la hora de la verdad no hubo dudas porque Teresa Portela no dejó que las hubiera. Hizo su trabajo con la precisión habitual y conquistó la victoria. Ahora le quedan poco más de cien días para ajustar su preparación con la ilusión de llegar a Japón con 39 años en condiciones de lograr la primera medalla olímpica de su vida. Ella, que tiene 15 podios mundiales, 19 medallas en Europeos, persigue aún esa medalla en los Juegos Olímpicos que se le escapó por apenas una décima, tras una salida mejorable, en Londres 2012. Allí lo tuvo. Pero no ha desistido en perseguir su sueño. Aprovechó un descanso olímpico para ser madre y encontrar en Naira la motivación y la fuerza necesaria para insistir en la búsqueda. Por eso la niña, habitual compañera en las grandes competiciones, también estaba ayer en Verducido con su padre, David Mascato. Teresa Portela entiende su meta olímpico como un objetivo compartido por toda la familia. Ellos son su principal inspiración y también quienes sufren antes que nadie sentimientos como las dudas o la frustración. “Es muy especial y necesito que estén aquí conmigo. He conseguido el objetivo que buscaba y ahora ya solo me queda continuar trabajando para llegar a Japón en las mejores condiciones”, aseguraba poco después de salir del agua. Esta historia comenzó en 2000 en Sydney cuando la joven Teresa Portela, de 19 años, se presentó como uno de los exponentes de la nueva y prometedora generación de palistas gallegos a la que también pertenecía David Cal. La canguesa ha seguido al primer nivel desde entonces y en Tokio, con el billete sellado de nuevo, será la primera española que haya estado en seis citas olímpicas desempatando con Arantxa Sánchez Vicario, María Peláez, María Vasco e igualará a Manel Estiarte y Luis Álvarez Cervera.