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balonmano - Primera Nacional Masculina

El eterno retorno de Cerillo

El eterno retorno de Cerillo

El entrenador del Forbe Reconquista, Jota, ha planificado un amistoso navideño contra el Saeplast A Cañiza. El corsé de la pandemia obliga a exprimir cualquier posibilidad de afinar el funcionamiento colectivo. A la escuadra viguesa, recién ascendida a Primera Nacional, le faltan cuatro jugadores por lesión, dos de ellas de larga duración.

–Si quieres, voy yo –se ofrece José Cerillo.

El legendario extremo, que promovió la fundación del club en 2019 y ejerce como su director general, lleva algún tiempo entrenándose con el equipo por curarse la nostalgia. A la vez ha pretendido mantenerse en forma en el gimnasio o combinando el pádel y el golf. Disputa diez minutos en ese amistoso contra el Saeplast. Se siente cómodo, pese al óxido. Pero quizá haya forzado de más. En el entrenamiento del día siguiente sufre una rotura fibrilar en los isquios.

Cerillo tras la operación de ligamentos cruzados

–Ceri, es una señal –le advierte Jota.

–Una señal para que no lo haga –parece conformarse Cerillo.

–No, es una señal para que aproveches la convalecencia y te pongas en forma –sostiene el entrenador.

Y Cerillo le acepta el guiño del destino. En las tres siguientes semanas se somete a un intenso programa de preparación, baja ocho kilos de peso, recupera rutinas y despierta el instinto. Debuta oficialmente en Redondela, todavía cojeando. Encadena después los partidos ligueros contra Magope Seis do Nadal, Calvo Xiria y el Saeplast. Todos saldados con derrota, aunque en rendimiento ascendente del grupo y con la participación de Cerillo incrementándose. Contra el Saeplast actúa ya cuarenta minutos; tantos como años tiene de edad. ¿Para qué exigirle este sacrificio a un cuerpo que acumula tantas cicatrices? El vigués resume: “Esto es como una droga”.

Él pretendía pasar desapercibido gracias al José Ángel Fernández Sedano que se consigna en las actas. No ha engañado a nadie. Es Cerillo, igual para el balonmano que para la vida. Militó en el Academia Octavio durante dos décadas. Valero Rivera Foch se resignó a ser su suplente. Los mejores porteros jamás han descifrado ese tiro que ejecutaba sobre sus cabezas, tras haber saltado sin ángulo. Disfrutó las glorias y sufrió las miserias académicas. Se retiró por primera vez en 2015 y tras reaparecer, definitivamente del Octavo en 2016. Jugaría después algunos meses en el Carballal a las órdebes de su excompañero Fran González.

Rueda de prensa de Jose Angel haciendo pública su retirada

Desde entonces se ha centrado en su actividad empresarial, en el ramo de la limpieza, pero sin desligarse del balonmano. Fue candidato a la presidencia de la Federacion Gallega en 2018. Al año siguiente ayudaría a crear el Reconquista. Los únicos Fernández que debían enfundarse esa camiseta, también encarnada como la que se tatuó de niño, eran sus hijos. “La cuestión es que es como una droga. Yo no las consumo, pero entiendo que debe ser algo así”, explica Cerillo sobre esta tercera reaparición. “El que juega a fútbol puede seguir en veteranos o echar una pachanga con los amigos. El que juega a balonmano deja de jugarlo. Es diferente. Siempre te queda algo ahí”.

Vuelve porque tener licencia en una categoría nacional le permite practicar deporte pese a las restricciones, pero principalmente a causa de las urgencias de la escuadra. “Después del amistoso en A Cañiza vi que no desentonaba. Jota y yo valoramos si podía aportar algo al equipo y entendimos que sí”. Cerillo se rompió el cruzado de cada rodilla cuando jugaba en el Octavio y se dañó el ligamento lateral de una de ellas con el Granitos. Llevaba casi un lustro alejado de las canchas. Asume que no es buena señal que cuarentones como él se mantengan en activo con cada vez mayor frecuencia: “Es bueno a nivel personal, pero en general dice poco del nivel que ahora hay en el balonmano. Cuando yo jugaba en Primera Nacional podía haber uno pero no muchos jugadores de esta edad jugando”.

En el Reconquista están pendientes de concretar algún fichaje que modularía el empleo de Cerillo, que además ha abandonado esa esquina izquierda en la que construyó su hogar. Está actuando como primera línea. “El extremo que tenemos es mejor que yo”, se ufana. Explica: “Si ahora puedo aportar algo es desde el conocimiento del juego, poniendo cierta pausa, y no por lo que pueda lograr a nivel goleador. Es más por experiencia y conocimiento táctico que por la parte física, evidentemente”.

José Cerillo estudiauna jugada durante el Forbe Reconquista-Saeplast Cañiza. Alba Villar

No cree que el peso histórico de su carrera lo rodee de un halo especial en Primera. “Para los árbitros soy menos que uno más, no me conocen. Tampoco la mayoría de jugadores, salvo por referencias que les puedan dar sus entrenadores. Me van a pegar igual que a otro”, bromea. “El trato es el mismo”.

Pero sí agradece la convivencia con jóvenes en el vestuario de As Travesas: ”Ya me pasó en los últimos años del Octavo. Te devuelve la esencia de lo que es el balonmano. Cuando juegas profesionalmente se convierte en tu trabajo, te cambia la perspectiva, la forma de verlo. Lo de ahora te devuelve esa esencia de por qué jugabas tú. Estos chavales lo hacen porque realmente les gusta.La plantilla está muy comprometida con el proyecto de club, de seguir creciendo. Verlos a ellos y que ellos me vean a mí ayuda a generar sentimiento de familia”.

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