Míchel Alonso se volvió a sacar de la chistera una alineación que se salía de los cánones a los que nos tiene acostumbrado el técnico ferrolano. Esta vez retrasó la posición de Chevi para colocarlo por delante de la defensa en lugar de Borja Yebra, mientras que una de las bandas se la dio a Rivera, ya un habitual en el once inicial, y la otra se la dio a Moha, quien llegó la semana pasada y en dos partidos ya ha marcado dos goles.

Menos cambios introdujo en el once inicial el técnico herculino, Rubén de la Barrera. En punta de ataque colocó a Adri Castro, mientras que en el centro de la defensa situó a Mujaid, posiblemente el mejor de los coruñeses en el partido, y que impidió en el tiempo añadido que Moha se quedara solo ante Carlos Abad.

Sin apenas tiempo para que los jugadores se colocaran sobre el terreno de juego llegó el primer aviso del Coruxo. Una pérdida en la frontal de la defensa del Deportivo habilitó a Diego Silva, quien se plantó solo ante Carlos Abad, desviando a córner el guardameta herculino.

Si en algo destacó el Coruxo en la mañana de ayer en el campo de O Vao fue en solidaridad. El desgaste físico de los jugadores fue de los importantes y es que hubo jugadores que tanto estaban rematando en el área del Deportivo un balón como de seguido estaban en defensa cortando un avance rival.

Este desgaste bloqueó el juego del Deportivo, que por momentos tenía la posesión del balón, pero sin más. Cuando pasaba del medio del campo, movía el balón en un bucle en el que la dirección de la portería del Coruxo era el único movimiento que no encontraba.

El que más apostaba por jugar al fútbol fue el Coruxo, que logró adelantarse en el marcador a los veinte minutos de juego. Antón de Vicente sacó un córner que Carlos Abad no logró atajar y Moha, de puro nueve, se encontró un balón que solamente tuvo que empujar al fondo de las mallas. Dos partidos y dos goles, eso sí que es llegar y besar el santo.

El partido se le ponía de cara a los vigueses, que se adelantaban en el marcador y tenían al Deportivo en donde querían, alejado de la portería defendida por Alberto. Y es que durante los primeros cuarenta y cinco minutos de juego el Deportivo solamente disparó entre los tres palos una única vez por mediación de Lara y atajó Alberto sin excesivos problemas.

Que el Deportivo estaba desnortado se evidenció en la jugada del penalti sobre Silva y es que ya se sabe que cuando un delantero baja a defender es fácil que cometa una infracción. Eso fue lo que hizo Keko cuando derribó al delantero de Tomiño. El colegiado del encuentro, que estaba muy cerca, no lo dudó y señaló el punto de penalti, marcando el segundo el propio Silva.

Tal y como estaba la cosa, lo mejor que le podía pasar al Deportivo era que llegara el tiempo de descanso, porque igual llegaba el tercero y podía ser definitivo.

Rubén de la Barrera revolucionó el equipo tras el paso por el vestuario, con cuatro cambios. Los señalados fueron Adri Castro, Lara, Borges y Salva Ruiz, con el debut de Villares y Rayco con el primer equipo. Míchel Alonso aprovechó el tiempo de descanso para alertar a sus jugadores de lo que les esperaba tras volver a rodar el balón, y que no era más que un Deportivo lanzado a buscar la portería de Alberto.

Era el partido perfecto para el Coruxo, pues aunque el Deportivo mantenía la posesión del balón, cada vez que pasaba del medio del campo su encefalograma era plano, sin ideas, y buscando pases que facilitaban el trabajo de la defensa viguesa o que se perdían por los laterales y la línea de fondo. Una situación muy diferente a la de hace quince días ante el Salamanca, que generaba peligro cada vez que se acercaba al área con el esférico.

Mediado el periodo, Míchel Alonso tuvo que mover el banquillo, ya que el esfuerzo de los jugadores comenzaba a pasar factura. Metió a Jonathan Vila en el centro del campo y el último fichaje, Aarón Piñán, se colocó en banda en lugar de Rivera. Era la primera línea de defensa del Coruxo ante un Deportivo que cada vez estaba más nervioso y que seguía sin ser capaz de llegar al área defendida por Alberto.

Los vigueses tuvieron un nuevo contratiempo con la lesión de Jacobo Trigo, que cayó sobre su maltrecho tobillo y abandonó el terreno de juego en camilla. Pasaban los minutos y la situación no cambiaba, pues el Deportivo seguía sin aparecer y el Coruxo, muy cómodo en defensa, confiaba en una contra para marcar un nuevo tanto y sentenciar de forma definitiva el encuentro.

Las mejores ocasiones del Deportivo llegaron en el tiempo añadido, más por el agotamiento físico de los vigueses que por buen fútbol, pero el marcador siguió sin moverse, certificando la victoria de los vigueses.

El único lunar del partido fue la ausencia de los aficionados del Coruxo en un encuentro histórico, pero a buen seguro que habrán disfrutado como nunca siguiendo el partido por televisión.