Messi calla sobre su futuro. Calla sobre su contrato, expuesto, hasta la última coma, ante los ojos del mundo. Messi calla, responde con dos grandes partidos (Athletic y Granada) y juega, comprometido como se le ve con el proyecto de Koeman, deseoso como está de levantar algún trofeo como capitán, peleando en Granada cada balón como si fuera realmente el último de su vida. Él calla y el Paris SG no deja de hablar de él. Lo acosa el club francés aprovechando la debilidad del Barça, que no tiene ni presidente que pudiera acercarse al astro para calmarlo y seducirlo en los decisivos meses finales en que expira su contrato.

No quiere Messi dar más pistas de lo que hará en junio, hastiado ya de que lo vinculen al PSG porque dejó bien claro que no tiene tomada la decisión definitiva. Dispuesto está incluso a aguardar el desenlace de las urnas el próximo 7 de marzo, aunque ya escribió el verano pasado en un burofax que deseaba abandonar su casa en Castelldefels. Estaba harto de Bartomeu (ahora el presidente desapareció tras su dimisión) y sentía la necesidad de descubrir nuevos rumbos. Pero no le dejaron. Y el Paris SG ha estrechado el cerco sobre el argentino, coincidiendo, además, con el duelo europeo que se vivirá el próximo 16 de febrero en el Camp Nou. Un duelo que desde París ya se ha comenzado a jugar desde hace meses.

En Barcelona, solo la voz de Koeman tiene la autoridad real para defender a su capitán, convertido en eje de la campaña electoral, de la que él intenta aislarse porque no quiere intervenir. El ruido, entretanto, no para de aumentar. Pero Leo, por muy harto que esté, y lo está en un año tan convulso, esquiva abrir la boca.

Cuanto más expuesto está, mejor juega. Su monumental falta al Athletic fue la respuesta a la filtración de su contrato. “Estaba hecha con mala intención”, denunció Koeman. Y en Granada, pese a no marcar ninguno de los cinco goles que llevaron al Barça a las semifinales de la Copa, participó en cuatro de ellos. Ejerciendo, además, un gran liderazgo, tanto en el plano futbolístico como en el anímico, erigido en el portavoz del grupo en la arenga previa al inicio de la prórroga el pasado miércoles.

Falta saber, sin embargo, si el club francés, que ya ha anunciado unas pérdidas para esta temporada de 204 millones de euros, puede asumir el coste económico de reunir a tres delanteros así.