Puede comprenderse la contradicción de sentimientos que recorre la espina dorsal del Atlético Guardés en estas horas: felicidad y amargura, ilusión y desasosiego, que producen una mezcla definitiva de estupor. El club gallego ha roto su techo continental y se ha clasificado para cuartos de final de la EHF European Cup. Se asoma así a la lucha por el título, el segundo tras la Liga de 2017, aunque la entidad de los posibles adversarios mantenga como remota tal opción. Pero nada se puede anticipar porque nadie, antes de estos peculiares meses, hubiera podido imaginar semejante camino. El Guardés se ha internado en territorio inexplorado sin haber llegado siquiera a emprender el viaje. Todavía no ha debutado en la competición.

Mantenerse aislado del COVID se ha convertido en el deporte actual en un factor tan importante como fichajes y tácticas. Ya la crisis ha reducido la participación en competiciones continentales. Y de los inscritos se han ido cayendo algunos. El LK Zug suizo, que hubiera debido ser el primer adversario del Guardés en octubre, renunció debido a las restricciones sanitarias establecidas por las autoridades de su país. La larga cuarentena que les esperaba a su regreso hizo inviable el viaje a Galicia.

Así que el Guardés accedió al Last 16, que es como en la Federación Europea etiquetan los dieciseisavos de final. Tocaba duelo fratricida el 10-11 y 16-17 de enero contra el Elche, subcampeón en septiembre de la Copa de la Reina y tercero en el grupo B de la Liga Guerreras Iberdrola, igual que el Guardés lo es del A. Pero el COVID lo ha vuelto a alterar todo. Dos positivos en la plantilla ilicitana provocaron que la eliminatoria de ida y vuelta se redujese a un solo partido en A Sangriña. Finalmente ni siquiera este choque se podrá disputar ante la multiplicación de contagios en el Elche. La EHF certificaba el martes que el Guardés está en cuartos.

“La verdad es que a todos nos hubiera gustado pasar la eliminatoria, pero pasarla en la pista”, comenta el entrenador del Atlético Guardés, José Ignacio Prades. “No es nunca plato de buen gusto el hecho de pasar sin jugar. Parece que no tenga nada de valor. La situación tan complicada que nos toca vivir es casi una lotería. Nos pudo haber pasado a nosotros”.

“Las chicas están cumpliendo muy bien con todas las medidas, estamos teniendo fortuna y ojalá que podamos seguir, que siempre hay cosas que no dependen de uno mismo”, analiza Prades, que se confiesa “triste por un lado por no disputar la eliminatoria o al menos el partido que se iba a jugar contra el Elche. Era un partido muy bonito, un reto precioso para poderlo afrontar”. Mira hacia delante. “A seguir trabajando”, propone, porque entre las asperezas de la campaña está este calendario a saltos. Ya siempre dividido en dos por las competiciones de selecciones –esta vez fue el Europeo–, pero ahora con los frecuentes aplazamientos. “La realidad es que llevamos un montón de tiempo sin competir –desde el 21 de noviembre– y tenemos muchas ganas de volver”. Europa se aparca de momento: “Es lo que nos toca vivir, aceptarlo y esperar rival en el sorteo del día 19”.