Sufrió al inicio. Sufrió al final. Pero el Barça firmó un gran partido en San Mamés, que permitió descubrir la versión más alegre de Messi. El capitán se lo pasó tan bien que en un ataque de responsabilidad, tras cometer el error que le dio el 2-3 al Athletic. Aunque la gran noticia es que Leo está de vuelta. Con jugadas dignas del 10, con goles tan suyos que hicieron saltar a Koeman del banquillo porque le encontró en un eléctrico Dembélé y en un responsable Griezmann los socios que le dibujaron un paisaje hermoso en San Mamés, ayudados los tres por Pedri, un niño, y De Jong, que ya empieza a parecerse a De Jong.

Si algo puede empezar mal cuando anda el Barça se convierte, casi siempre, en dramático. Ni cinco minutos de partido en San Mamés y ya perdía después de que el gol de Williams retratara un inacabable catálogo de errores. Atacaba el equipo de Koeman por el flanco derecho cuando Dest, convertido en un extremo, perdía el balón. Un balón que no tenía aire alguno de peligro. Pero Busquets saltó mal a la presión dejando a su espalda un latifundio para que el delantero del Athletic se diera un festín aprovechando la errática ubicación de los centrales: Lenglet y Araujo. A campo abierto, la velocidad de Williams desgarró a la zaga azulgrana, retratada en la exasperante lentitud del francés, que asistió en primera fila al gol vasco.De nuevo, el Barça regresaba a las andadas

A tan terrible inicio respondió el equipo de Koeman con un fútbol excelente en la media hora final de la primera mitad, ayudado por un desorientado Unai Simón, el portero del Athletic, que no sabía dónde estaba. Todo había arrancado tan mal que tenía el aspecto de cada jornada. Pero entonces Messi y Pedri sellaron otro nuevo episodio de ese hermoso diálogo futbolístico que entusiasma no tanto por su presente sino por lo que puede llegar a ser. Si es que Leo, claro, ve en el joven canario, que tenía un año cuando el argentino debutaba con la zamarra azulgrana, un motivo para la esperanza.

El Barça repitió en San Mamés la jugada que le dio el triunfo en El Alcoraz. Messi centra, en este caso Unai Simón mide mal las distancias y piensa que la pelota se irá por la línea de fondo, sin reparar en que ahí aparecía el aventurero Frenkie de Jong para cazarla y dejarla puesta en la cabeza del imberbe Pedri. De interior a interior, así llegó el 1-1, prólogo de la jugada que da vuelo al relato de la amistad y complicidad que sellan el maestro (Leo) y el alumno canario. Con la ayuda de un despistado Unai, claro. Antes, todo hay que decirlo, Dembélé decidió que tenía que ser su noche. Parecía que había un montón de Dembélés repartidos por todo Bilbao. Y se fusionó bien con Messi y Griezmann.

Aquellos brotes verdes atisbados en Huesca, lastrados por la falta de eficacia, empezaron a crecer en San Mamés con Leo sonriendo sin parar. El sentenció el partido y volvió a sonreír como hacía tiempo que no se veía.