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La aventura más cara de The Doc

Tommy Docherty vivió sus mejores días en los banquillos al frente del United a mediados de los setenta, pero una relación extramatrimonial con la mujer de un empleado del club provocó su despido semanas después de ganar la Copa en Wembley

Docherty bromea tras ganarla Copa en Wembley.

Tommy Docherty, “The Doc” como le conoció el mundo del fútbol, fue un nómada de los banquillos, “un hombre con la maleta siempre a punto” como le gustaba decir a él. Bromista, afable, buen conversador, ingenioso, arraigó en algunas plazas aunque nunca acabó por encontrar su verdadero lugar en el fútbol, esa cuenta pendiente que le persiguió ya retirado.

Tommy Docherty, en una imagen reciente

Poco podía imaginar el hijo de una limpiadora y de un trabajador en una fundición de hierro, al que apenas pudo conocer porque murió demasiado joven, que iba a pasarse casi treinta años dirigiendo equipos por todo el mundo. Supo que quiso ser entrenador el día que conoció a Jimmy Hogan, el hombre que le había llamado para jugar en el Celtic. Para un muchacho humilde nacido en los suburbios de Glasgow vestir la camiseta verde y blanca de los católicos era un sueño cumplido a los 19 años. Sin embargo, disfrutó de escasas oportunidades, algo que entendía dado el nivel de sus competidores. Pero aquellos dos años en Celtic Park le sirvieron para entender muchas cosas sobre el fútbol y sobre el oficio de entrenador, algo que debía a Hogan, un técnico no muy valorado por la crítica, pero a quien Docherty escuchaba con los ojos abiertos como platos.

Por eso cuando acabó su notable carrera como futbolista (jugó para el Preston, Arsenal y Chelsea, además de estar en los Mundiales de 1954 y 1958 con la selección escocesa) no tardó en dar el salto a los banquillos. Fue el Chelsea, el último club que defendió como futbolista, el que le ofreció compatibilizar la labor de jugador con la de ayudante del entrenador en 1961 aunque solo un año después, inmediatamente después de su retirada en 1962, le entregaron la dirección del equipo. Aceptó sin dudar para vivir unos años tormentosos marcados por una profunda remodelación en el club y por los posteriores enfrentamientos con los futbolistas que acabaron con su despido. Docherty renovó a la plantilla con gente como Venables, Bonetti, Tambling o Bridges y tomó otras decisiones como cambiar el color de los pantalones del Chelsea que pasaron a ser azules tras su llegada. Los “Diamond Blues” como se les conoció regresaron a Primera, ganaron una Copa de la Liga, perdieron una final de Copa y parecieron instalarse entre la nobleza de los años sesenta. Pero todo saltó por los aires por las diferencias con buena parte de los jugadores. Los más sonados fueron con Venables a quien terminó por vender al Tottenham generando una importante crisis con la directiva que en 1967, tras ser sancionado por la Asociación de Clubes por criticar de forma exagerada a los árbitros, le despidió. Tras conocer la decisión se fue al coche y regresó a las oficinas con una botella de vino para brindar con quienes acababan de echarle del Chelsea.

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La aventura más cara de The Doc

Vendrían años en los que saltaba de una esquina del país a otro. En Rotherham protagonizó uno de sus episodios más célebres.

Nada más llegar al club dijo que “lo sacaré de Segunda División”.

Y eso hizo porque lo descendió a Tercera. “Tommy, eres un hombre de palabra” le dijo el presidente el día que le despidó tras semejante batacazo. Queen’s, Aston Villa, Oporto, la selección escocesa durante un breve periodo...a Docherty le faltaba aún encontrar su sitio en el fútbol, algo que sucedió el día que le llamó Matt Busby.

Docherty vivió en Old Trafford su etapa más especial. Al frente del Manchester United vivió acontecimientos de toda clase. Episodios difíciles en la mayoría de los casos y un final tan abrupto como inesperado. No eran días sencillos para los “diablos rojos”. Se hizo cargo del equipo en diciembre de 1972 después de una sonrojante goleada (5-0) ante el Crystal Palace. Frank O’Farrell no había podido con la responsabilidad de heredar el cargo que durante más de veinte años había ocupado Matt Busby. A Docherty solo le pidieron una cosa: que evitase el temido descenso a Segunda. Lo consiguió con enorme sufrimiento, pero los problemas no iban a desaparecer tan deprisa.

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Al técnico escocés le tocó la siguiente temporada lidiar con más dificultades. Bobby Charlton dejó el club, Denis Law también por expreso deseo suyo y George Best estaba en mitad de su decadencia como futbolista, más preocupado de brillar en los pubs que sobre el césped. El norirlandés no llegó a completar la temporada y en enero disputó su último partido con la camiseta roja. De golpe la “Santísima Trinidad” dejaba Old Trafford. Eran demasiadas convulsiones juntas porque los jugadores llamados a tomar su lugar estaban aún demasiado verdes. El United vivió entonces un nuevo episodio de su imparable caída que culminó con el descenso en la trágica tarde en la que el Manchester City, con un gol de Denis Law, certificó la tragedia.

Doherty, en sus años en Old Trafford

El escocés no buscó consuelo ni ninguna otra cosa. Era consciente de lo que significaba para un equipo como el United caer a Segunda. Comenzó a empaquetar sus cosas cuando recibió un regalo de parte de Matt Busby, que ya dirigía el club desde los despachos. Era una caja de vino y una carta en la que le animaba a seguir adelante con su trabajo. Docherty se sintió con la energía para abanderar un nuevo tiempo en Old Trafford. Inculcó un lema a su equipo: “Los aficionados vienen a ver goles y eso es lo que vamos a darles”. El Manchester United se transformó en el equipo más atractivo del país. Ascendieron de forma meteórica y su regreso en la temporada 1975-76 a la máxima categoría fue un soplo de aire fresco para Inglaterra. No era una de esas alineaciones que con el tiempo se reciten de memoria, pero Docherty había sido capaz de convertir aquel grupo en un equipo tan generoso en el esfuerzo como atrevido con la pelota en los pies. En la temporada del regreso finalizaron la Liga en tercera posición (a cuatro puntos del Liverpool) y alcanzaron la final de la Copa ante el Southampton. Allí, en Wembley, sufrieron un revés importante. Un gol de Stokes a siete minutos del final convirtió el vestuario en un funeral. El entrenador se encontró ese panorama cuando regresó a la caseta. Era un buen momento para hacer gala de ese ingenio que tanta fama le había reportado en el mundo del fútbol. Hizo un par de chascarrillos y luego dejó otra sentencia que quedó marcada a fuego en la cabeza de sus futbolistas: “El próximo año volveremos a estar aquí, pero esta vez para ser campeones”. Parecía una bravuconada propia de un momento tan emocional, pero el tiempo acabaría por darle la razón. Con el mismo grupo de futbolistas el United, más discreto en el campeonato de Liga, llegó a la final de Copa ante el temible Liverpool, el equipo hegemónico de finales de los setenta. Pero ese día el orgullo del United pesó demasiado. En cinco minutos locos Pearson y Greenhoff anotaron los goles que suponían el primer título que el club conseguía después del adiós de Matt Busby al banquillo. Docherty protagonizó hilarantes imágenes celebrando la victoria sobre el césped de Wembley.

Parecía que se habría un tiempo nuevo para el Manchester United y también para el entrenador escocés. Pero otra vez se produjo un giro inesperado en su vida. En aquel momento saltó a los tabloides algo que en el seno del club había comenzado a correr como un reguero de pólvora. Docherty mantenía una relación extramatrimonial con Mary Brown, la mujer de uno de los fisioterapeutas del club. Era demasiado para la moral del club, que se veía algo desbordado por la omnipresencia de su entrenador en las páginas de sociedad y no en las de deportes.

Docherty, junto a su segunda mujer y cuya relación provocó su despido del United

El técnico trató de reconducir la situación y defender que aquello no era una relación puntual sino algo más serio. Pero el United no cedió y tomó la decisión de despedirle. Un golpe realmente duro para él. Prolongó su carrera durante diez años en diversas plazas, siempre en la segunda fila. Los grandes clubes parecieron olvidarse de él. Nunca se sabrá el peso que tuvo las circunstancias que motivaron su despido en Old Trafford. Pasó por el Derby Country, el Queen’s Park Rangers, por diferentes clubes de Australia, por el Wolverhampton Wanderers y unos meses en el modesto Altrincham. En 1988 cansado de dar saltos con la maleta de un sitio a otro decidió retirarse y casarse por fin con Mary Brown. Ya tenía cuatro hijos de su anterior matrimonio y la nueva relación le aportó otras dos hijas a las que dedicó todo el tiempo que le había dejado libre el fútbol. Nunca más volvió a estar cerca de un banquillo o un despacho. De vez en cuando alguna de sus ocurrencias en alguna entrevista alcanzaba cierta notoriedad, pero nada más. Su relación con el Manchester United nunca llegó a reconducirse y la herida abierta con aquel despido por cuestiones que nada tenían que ver con el fútbol siguió haciéndole daño. El último día de 2020, poco antes de saludar al nuevo año, Tommy Docherty “The Doc” murió en su casa, esa que nunca tuvo demasiado claro dónde estaba.

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