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Fútbol es fútbol

Nunca pidas a un opositor que sonría como Ronaldinho

Alvy Singer dice en “Annie Hall” que el sexo con Annie era lo más divertido que había hecho en su vida sin reírse. Los futboleros podríamos decir algo parecido, pero cambiando a Annie por un partido de fútbol. No sé si los futbolistas dirían lo mismo. ¿Messi se divierte jugando al fútbol? A veces, parece que sí. Pero otras veces, incluso un tipo como Messi parece que sufre en el terreno de juego o, al menos, tiene la cara de un oficinista cabreado, un empleado de banca comunista, un reponedor del súper minimalista, un dependiente sociópata o un profesor de filosofía antes de explicar a Hegel a sus alumnos el último día de clase antes de las vacaciones de verano. ¿Se divierte un vigilante de la Acrópolis de Atenas en su horario laboral? ¿Se divierten Duarte y Vallejo, defensas del Granada, mientras se les viene encima la delantera del Real Madrid? ¿Se divierte un catador de chocolate en su puesto de trabajo? ¿Se divierte un portero cuando Cristiano Ronaldo está preparado para lanzar un libre directo desde la distancia perfecta?

Cuando Johan Cruyff dijo a los futbolistas del Barça “salid y disfrutad” antes de la final de la Copa de Europa en Wembley, pasó a la historia y la mitología del fútbol pero se quedó en la superficie de ese abismo que es jugar un partido para la eternidad. ¿Salir? De acuerdo. ¿Disfrutar? En fin. José Luis Mendilíbar, el entrenador del Éibar, reconoce que sufre mucho en los partidos, y cuando el equipo está calentando se queda en el vestuario dando vueltas y vueltas. Lo pasa mal. Hay jugadores, tanto veteranos como jóvenes, que incluso vomitan. Mendilíbar, a diferencia de Cruyff y Vicente del Bosque, dice que no es fácil divertirse con el fútbol. Hay que sufrir. ¿Cruyff o Del Bosque aconsejarían a un opositor, antes de un examen para el que se ha estado preparando durante meses, que se limitara a “entrar y disfrutar”? Creo que no, y si lo hicieran correrían el riesgo de que el opositor les tirara un bolígrafo de punta fina a la cabeza. Puede que Ronaldinho y algunos más hayan jugado al fútbol como Alvy Singer practicaba el sexo con Annie (Ronaldinho incluso se reía abiertamente en los partidos), pero no es lo habitual. Lo habitual es que a los futbolistas se les ponga cara de opositor en cuanto pisan el césped.

Ahora bien, Danny dice en “Broadway Danny Rose”, otra película de Woody Allen, que aunque lo importante es pasarlo bien, también hay que sufrir un poco porque, de lo contrario, no se capta el sentido de la vida. Puede que el sentido del fútbol sea precisamente ese: pasarlo bien pero sufriendo un poco. No como Pelé, que jugaba al fútbol como los dioses y se lo pasaba en el campo como los niños en el patio del cole. Ni como Iniesta, que jugaba y juega para ser feliz. Más bien como Eto´o, que corría como un negro para poder vivir como un blanco. Hay que sufrir. Hay que correr. Hay que vomitar en el vestuario. Hay que tragar saliva y mandar callar al corazón, como hizo el mismísimo Ulises. Ahí está el sentido del fútbol.

Y es que nosotros, los futboleros, no nos sentamos a ver jugar a nuestro equipo como Pelé se levantaba todos los días para jugar al fútbol. Qué va. No nos limitamos a “salir y disfrutar”, sino que sabemos que hay que “entrar y sufrir”. Sin sufrimiento, el fútbol no tiene sentido. Así que cuando los futboleros ponemos cara de opositor, que no nos pidan que sonriamos como Ronaldinho. Hemos estudiado mucho pero, glup, ¿y si cae en el examen precisamente el tema que no estudiamos y nuestro equipo pierde en el puñetero último minuto?

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