Lisboa no era el fin para el Barça. Ni mucho menos. Todavía puede ser peor tras encadenar en 72 horas dos derrotas traumáticas (Cádiz y Juventus) que le devuelven de nuevo a la depresión. “Claro que hay que estar preocupado”, admitió Ronald Koeman, quien ve derrumbarse a su equipo con tal estrépito que ni él detecta las soluciones adecuadas. ¿Cambiar el sistema? Eso, según el técnico, ni se toca. El 4-2-3-1 es innegociable para él, a pesar de las críticas que recibe por renegar del tradicional 4-3-3 que se había instaurado en la tradición cruyffista de las últimas décadas.

“No es un tema de sistema. Para los jugadores que tenemos es nuestro mejor sistema”, recalcó Koeman, convencido de que todo va mucho más allá de una simple y necesaria lectura táctica. En Cádiz, el Barça se quedó mundo. Contra la Juve, más de lo mismo. No aprende, ni tampoco corrige, el Barça sus errores. Al contrario. Insiste, una y otra vez, en los mismos defectos. Traumatizado como anda el grupo, con la autoestima por los suelos. Más bien, en el sótano.

Por una razón u otra, el Barça Barça de Koeman regala goles a cada partido en una plantilla huérfana de “personalidad”, como denunció el propio técnico, dolido porque su equipo “entró con miedo” al partido.

De momento, el sistema, según Koeman, no se toca. Por muchas piezas que vaya cambiando el entrenador nada le vale. Nadie le vale. Hasta cuatro cambios (Araujo por Mingueza, Pjanic por Busquets, Pedri por Coutinho y Trincao por Braithwaite) introdujo Koeman en la alineación entre Cádiz y Juve. Jugadores jóvenes, excepto el bosnio, que habían visto la debacle del Bayern por la tele, sin ningún vínculo con aquella trágica noche que perdurará durante años. Quien sabe si hasta en una generación. De derrota en derrota hasta, tal vez, la derrota final. ¿No era Lisboa? Tiene pinta que no. Los problemas son tan graves que dañaron la estructura vital de un equipo atormentado y deprimido.

Ni rastro, por ejemplo, de Frenkie de Jong, por quien el Barça pagó 75 millones de euros al Ajax hace año y medio. Desde que vino, su rendimiento ha ido en un peligroso declive, sin tener peso ni influencia en el juego. Da igual quien sea su entrenador. Ha tenido tres (Valverde, Setién y Koeman), pero nadie le ha encontrado su sitio. Ni él, tampoco. Al igual que Pjanic. Ni cuatro meses lleva vestido de azulgrana. Tampoco se le ha visto.

El desequilibrio es tan profundo que ni siquiera la rebelión de Messi (siete disparos a puerta del Barca, los siete fueron suyos)_puede ocultarlos tras el trauma de Lisboa. “Antes del partido hablamos de intentar juntar al equipo”, admitió Koeman, cuyos todos los intentos que ha hecho han sido infructuosos. “Dejamos bastante espacio entre líneas”, ha dicho luego. Tanto que en 20 minutos la Juve ya ganaba 0-2. “Una vez más, es culpa nuestra. Salimos mal en la primera media hora, salimos con miedo, a no perder el partido», dijo quejoso.

El miedo y la falta de personalidad persiguen a un Barça, al que ha zarandeado Koeman sin acierto. Ni cuatro meses se han vivido, pero el dolor continúa latiendo con fuerza, obligando al técnico a reconstruir un equipo con urgencia. ¿Cómo? Con medidas aún más drásticas si no quiere verse arrastrado por el infinito tsunami que se desató en Lisboa.

El Bayern encabeza la temible lista de posibles rivales

El Barça ha entrado en un campo de minas tras la calamitosa derrota ante la Juventus que le desbancó del primer puesto. El sorteo de los octavos de final encierra un peligro que amenaza con dinamitar la ilusión europea en la Champions, que hoy por hoy se antoja una quimera. Ser segundo no solo implica jugar el partido de vuelta fuera de casa -una ventaja que se diluye sin público- sino que esta vez le emparejará con uno los grandes: Bayern de Múnich, Liverpool, Chelsea, Manchester City, Dormund, PSG... Ninguno ha fallado en esta edición. La lista de rivales del sorteo del lunes da miedo. Una lista que encabeza el vigente campeón y principal favorito. El nombre del Bayern de Múnich despierta la peor de las pesadillas. Por pavorosa (el 2-8 es el último recuerdo), por reciente (sucedió hace cuatro meses) y por grave: fue el desencadenante de la crisis que Josep Maria Bartomeu ciñó a la parcela deportiva y que se lo llevó por delante con una moción de censura ante la que dimitió. El segundo nombre evoca el dramático episodio inmediatamente anterior. El de la penúltima humillación (la semifinal 18-19) ante el penúltimo campeón: el Liverpool. El campeón de la Premier infligió al equipo de Ernesto Valverde un 4-0 que levantó el 3-0 de la ida El Manchester City de Pep Guardiola y el Chelsea de Frank Lampard completan la representación. El PSG con Neymar, Mbappé y Rafinha completa la temible nómina.